Capítulo 17: Un Nuevo Comienzo

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Martes 26 de marzo

El pequeño grupo salía del estadio en Lens, Francia, con un sabor amargo en la boca. Uruguay había perdido 2 a 1 contra Costa de Marfil. Aunque Nicolás no jugó este partido, la familia y amigos estaban felices de haberlo visto cumplir su sueño de representar a su país.

Después del partido, todos se reunieron en una hermosa terraza, a pesar del frío, el ambiente era cálido y acogedor. Nico estaba radiante, rodeado de su familia y amigos más cercanos. Valentina se encontraba entre ellos, sintiéndose cada vez más parte de este círculo que ahora consideraba su propia familia. Ayer había conocido a más amigos de la familia, todos italianos, con ese carisma y alegría contagiosa que caracterizaba a los tanos.

Los abuelos de Nico, Peppe y Gianna, estaban en una punta de la mesa, acompañados por Daniel y Lisa. Valentina estaba sentada al lado de Nico, junto a Lorenzo y sus amigos, quienes habia conocido recientemente, Tommaso Melocchi, Davide, y Tommaso Cattaneo, todos con personalidades encantadoras y divertidas.

Nico, con una sonrisa tranquila, se inclinó hacia ella, apoyando su brazo en el respaldo de su silla.

—¿Cómo la pasaste estos días? —le preguntó en un susurró.

Valentina, acariciando su mejilla, respondió con ternura.

—Hermoso, tenés una familia muy linda, bonito. Realmente los aprecio demasiado a todos, me hicieron sentir parte en todo momento.

Nicolás cerró los ojos brevemente, disfrutando de la caricia, y luego besó su mano. La escena fue interrumpida por Melocchi, quien bromeó sobre los tórtolos.

—Bueno, no coman en frente de los pobres, per favore.

Valentina y Nico rieron, y él, jugando con la situación, la tomó de la nuca y le dio un beso exageradamente dramático, arrancando risas a todos los presentes.

Peppe, el abuelo de Nico, preguntó con cierta tristeza.

—Nicoló, hijo, ¿se van esta noche?

—Sí, nonno, en la madrugada —respondió Nico, tomando un sorbo de vino de su copa.

Daniel, que estaba fumando junto a Lorenzo, intervino con una sonrisa cálida.

—Pronto vamos a pasar tiempo juntos Peppe, no te preocupes, y Vale, fue un honor tenerte con nosotros estos días, figlia. Realmente sos como nuestro chiquito nos dijo, y espero que cuando vayamos a Buenos Aires, podamos verte.

Valentina, tocada por las palabras, respondió con sinceridad.

—No es nada Dani, Nico es una persona importante para mí y sus momentos importantes son los míos también. Me hicieron sentir muy cómoda con ustedes. No sé cómo voy a hacer en unos días cuando me levanté y no los tenga al lado. Y con gusto los recibo en casa, las puertas están abiertas y nonna Gianna, no olvide que me prometió ir a la Bodega. — le recordó haciéndola reír.

Nicolás, conmovido, la rodeó con un brazo y besó su coronilla. Linda, animada, sugirió.

—Ya vamos a llamarla para cuando tengamos alguna fiesta que llevar a cabo o algo por el estilo, no nos pongamos sentimentales o van a hacer que mi niña llore.

Valentina rió por lo bajo, sintiéndose más querida que nunca.

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Valentina se preparaba para su viaje de regreso a Buenos Aires. Todo estaba ya acomodado para la madrugada, cuando debían partir. Nicólas había pedido viajar directamente desde allí y no ir hasta Montevideo, ya que River quería que llegara cuanto antes, lo cual le permitieron y enviaron sus pertenencias al hotel donde estaba Valentina.

—Linda, tengo que preguntarte algo —dijo Nico, sentándose en el sillón.

Valentina se acercó, tomando asiento frente a él en la pequeña mesa de estar.

—Te escucho, Nico.

Nicolás la miró con seriedad, aunque sus ojos brillaban con la intensidad de lo que estaba por decir.

—Yo sé que no hablamos de esto, pero hace dos meses, cuando te conocí, no te saqué de mi cabeza ni un instante. Y luego empezaste a ser mi persona constante. Sos indispensable en mi vida ahora, y que estés acá me obliga a decirte que mis sentimientos siguen floreciendo, igual que en el partido en Córdoba me siento eufórico cada vez que estás conmigo.

Valentina, con los ojos fijos en los de él, agarró su mano.

—Nico, llegaste a mi vida para animarla, en serio. La diste vuelta, y tal vez no te diste cuenta, pero a mí me encanta. Me encantas. Desde esa noche en el asado, sabía que algo en mí habías hecho, y ahora es un sentimiento que no quiero abandonar. Te amo, Nico, sos mi persona, y espero que lo sigas siendo siempre.

Las palabras de Valentina llenaron los ojos de Nicolás de lágrimas, su sensibilidad aflorando como es despectivo de él.

—Ay, Dios, Vale, te amo. Sono pazzo di te. Ti amo, amore —dijo mientras se acercaba para besarla.

Anch’io ti amo —respondió Valentina con una sonrisa.

Después del beso, Nico se separó un poco y, con una chispa juguetona en los ojos, añadió.

—Bueno, ahora te pregunto, porque mi nonno me va a matar si no lo hago. ¿Querés ser mi novia, amore?

Valentina, riendo y subiendo encima de él, lo abrazó fuerte, mirándolo a los ojos.

—Pensé que ya lo era desde que dije que te acompañaba a todos lados, bonito. Pero si tenés dudas, sí, sí quiero.

Nicolás la abrazó con fuerza, sintiendo que en ese momento todas las piezas de su vida encajaban perfectamente. Estaban listos para lo que viniera, juntos.

ENTRE LUCES Y SOMBRAS || NICOLÁS FONSECADonde viven las historias. Descúbrelo ahora