Capítulo 14: Nuevas Experiencias y Encuentros

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Nicolás se encontraba cenando junto a sus compañeros de equipo luego de llegar a San Sebastián. Esta nueva experiencia le resultaba emocionante y estaba agradecido de vivirla. Después del partido del domingo contra Gimnasia, donde jugó los últimos minutos del encuentro. Viajó esa misma madrugada y, para el lunes, ya estaba junto a sus compatriotas. Había hablado con algunos de ellos y ahora estaba sentado entre Brian Rodríguez, uno de los más bromistas del grupo, y Nacho Laquintana, uno de los nuevos, al igual que él.

Por otro lado, Valentina, todavía en Argentina, estaba siendo acompañada por Facundo y Clara al aeropuerto, donde la esperaba Matías, que habían llegado desde Uruguay. El viaje que tenía destino en Italia tomaba rumbo a España para acompañar a Nicolás en su sueño. Mientras caminaba por el aeropuerto hasta la zona del avión chárter, hablaba por teléfono con Carla dándole indicaciones.

—La cita con los Romero es después de mi viaje, pero tenés que enviarles... si, los portafolios para ver la decoración que quieren. Recordá mandar el presupuesto a la familia Peña y preguntar por las flores en... sí, ahí. Por favor, Carli, dejo todo esto en tus manos y si pasa algo, por f...

Clara tomó el teléfono de Valentina.

—Carli, cualquier cosa me llamás a mí y lo arreglamos. Valen está un poco nerviosa. Sí, sí, un beso, chau —le devolvió el teléfono a Valentina, quien suspiró y miró a la pareja—. Perdón, es que estoy un toque ansiosa —dijo. Ellos solo rieron y la abrazaron.

Matías estaba esperando para guiar a Valentina hasta el avión. Allí se despidió de su familia y siguió a Matías. Luego de charlar, en mitad del viaje, Valentina quedó desplomada y pudo dormir tranquila.

Nicolás, en la cama de su habitación, reía mientras miraba la foto que le había enviado su hermano de Valentina mientras dormía en el avión. Brian, quien salía del baño, lo miró y le lanzó un chiflido que hizo que el volante riera.

—¿Tenés un amorcito? —preguntó mientras se sentaba en su cama.

Nicolás, quien estaba acostado, se sentó apoyándose en el respaldar de la cama.

—Sí, va, no somos oficiales. Hasta hace unas semanas éramos amigos y ahora me tiene como loco por ella —dijo ensimismado —. Perdón, te estoy hablando de esto y a lo mejor no te importa —se disculpó mientras tomaba su teléfono nuevamente.

—No seas boludo, te pregunté y por eso me importa. Es lindo tener un apoyo fuera del campo de juego —confesó mientras se acostaba.

Nicolás lo miró de costado y luego suspiró.

—Ponete las pilas y preguntale sobre sus sentimientos, y después ven si le ponen un título o no. Te lo digo para que más adelante no se malinterpreten las cosas entre los dos —le aconsejó Brian.

Nicolás asintió de acuerdo y miró el techo.

—¿Cómo se llama? —le preguntó interesado.

—Valentina. Es hermosa y muy linda persona. La conocí en una de las primeras noches de asados con los chicos de River, en la casa de Colidio. Es prima de la pareja de Facu. Apenas la vi, me cegó. Fue una noche muy linda —dijo Nicolás.

—Por lo que decís de ella, parece que la adorás —dijo Brian, viéndolo de costado.

—Es una persona hermosa. Va a venir a verme, y eso me pone más contento —comentó Nicolás.

Brian chifló de nuevo y ambos rieron.

—Trata de dormir, loquito, que mañana vas a ver a tu amada —dijo Brian tomando su teléfono.

Nicolás, con una sonrisa, le contestó el mensaje a su hermano y le deseó buen viaje.

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Valentina se encontraba en el vestidor de la gran habitación del hotel donde se estaban quedando. Matías esperaba sentado en el pequeño sillón de la habitación para ir a desayunar a algún lugar. Valentina estaba nerviosa por conocer a tres personas muy importantes para Nico, su madre y abuelos.i

—No estés nerviosa, Tinita. Mis abuelos te van a adorar y mi mamá no te va a soltar. Sos la novia de mi hermano, su príncipe —dijo Matías mientras la veía ponerse otro tapado negro.

—No soy la novia de nadie y sé, Mati, pero tengo miedo de decir o hacer algo mal —confesó Valentina colocándose un blazer gris en un hombro y uno negro en el otro mientras se miraba al espejo.

—Valentina, por favor —dijo riéndose Matías—. Ese te queda lindo y haceme el favor de dejar de decir boludeces —le dijo levantándose y tomando el bolso y el tapado que había dejado a su lado—. Vamos, dale que nos van a dejar.

Ella, riendo, tomó el bolso, su teléfono y el tapado en mano. Ese mediodía, después del desayuno, visitarían a Nicolás. Valentina, cada vez más nerviosa por todas las emociones juntas, no pegó un ojo en toda la noche y lo atribuyó al jet lag.

Apenas llegaron al comedor, escucharon un grito que sobresaltó a Valentina y luego la hizo reír.

—¡Oh, figlia mia, vieni a salutare tua nonna! —exclamó una señora que supuso era la abuela de los chicos. A su lado había un hombre mayor y, junto a ellos, estaban Daniel y la que creía que era la mamá de Nicolás.

Se acercaron al pequeño grupo y, entre sonrisas, se presentaron.

—Ciao nonni, ¿come state? —preguntó Matías saludando a sus abuelos.

Después de abrazar a su nieto, vieron a Valentina y la abuela fue la encargada de hablar.

—È lei la ragazza per cui il mio principe ha una cotta? —preguntó en italiano, descolocando a Valentina—. Oh, perdón niña, a veces olvido que no todos hablamos el mismo idioma —se disculpó mientras la abrazaba—. Sos mucho más hermosa de lo que nos contó nuestro chiquito —le dijo separándose.

—Nosotros somos los abuelos de Nicolo, Gianna e Peppe —se presentó. El abuelo de Nicolás la tomó desprevenida, le dio dos besos en las mejillas y luego la abrazó.

—Un piacere, niña —dijo apenas se separó.

Valentina, con una sonrisa en la cara por lo lindos que eran ambos, les contestó.

—Buenas, Valentina y el placer es todo mío.

—¡Ay, qué hermosa niña, por Dios! —exclamó Gianna. Los presentes rieron y ahora Lisa, madre de los chicos se acercó a mí.

—Hola, Valen, yo soy Lisa, mamá de Nico. ¿Cómo estás? —preguntó mientras la besaba en ambas mejillas.

—Bien, un poco ansiosa por conocerlos a todos —confesó mientras todos se paraban para ir hasta el comedor.

Estaban sentados en un sillón en el salón del hotel de la selección. Valentina miraba a su alrededor y se sentía feliz de ver a todas las familias de los demás jugadores. Cuando empezaron a llegar algunos, Valentina se paró al lado de Matías, quien estaba con una sonrisa.

Apenas llegó Nicolás, los primeros en saludar fueron sus abuelos, con quienes se les cayeron un par de lágrimas, haciendo que a Valentina se emocionara. Luego saludó a su mamá y papá, a Matías, con quien se abrazó muy fuerte y se dijeron unas palabras bonitas. Finalmente, llegó el turno de Valentina. Nicolás, apenas la vio, sonrió y la levantó del suelo, haciendo que ella lo abrazara por el cuello.

—Felicidades, bonito, en serio te re contra merecés todo esto. Los demás que sigan hablando, yo voy a hacer todo lo posible para verte siempre feliz. No me importa con quien me tenga que pelear, yo te quiero demasiado para ver que algunos quieren hacerte mal. Te quiero mucho, Nico —le dijo al oído mientras se le caían un par de lágrimas retenidas.

Nicolás la abrazó más fuerte y, un poco acongojado, le respondió.

—Vale, sos lo mejor que me está pasando, linda. No me salen las palabras para demostrar el aprecio que te tengo. Te quiero mucho, amore.

Se separó del pequeño abrazo y le dio un pequeño beso para no incomodarla frente a su familia. Fue una tarde hermosa, entre anécdotas, chistes y fotos. Valentina se sintió en casa y ese sentimiento hacía mucho que no lo sentía. Apreciaba demasiado a la persona que se lo estaba haciendo sentir.

ENTRE LUCES Y SOMBRAS || NICOLÁS FONSECADonde viven las historias. Descúbrelo ahora