Capítulo 9: Noche de Consuelo y Confesiones

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Unos días habían pasado desde el asado, y aunque las cosas parecían seguir igual, la conexión entre ellos continuaba fortaleciéndose. Era domingo diez de marzo, y Nicolás tenía el día libre después del empate 1 a 1 contra Independiente, la noche anterior. Sin embargo, su estado de ánimo no era el mejor. Se sentía frustrado por su rendimiento en el campo; el partido anterior había sido sustituido en el segundo tiempo, y en este partido, ni siquiera había calentado.

A pesar de su desánimo, Nicolás no quería cancelar los planes que tenía con Valentina. Ella ya había sido advertida por su prima Clara sobre el ánimo decaído del jugador. Decidida a animarlo, Valentina preparó una cena especial en su departamento. Sabía que una noche tranquila y acogedora podría ser justo lo que él necesitaba.

Cuando Nicolás llegó al departamento de Valentina, fue recibido con una cálida sonrisa y un abrazo consolador. El aroma de la comida casera llenaba el aire, y por un momento, sus preocupaciones se desvanecieron.

—Hola, Nico —dijo Valentina con una sonrisa—. Pasa, ya está todo servido.

—Gracias, Valen —respondió Nicolás, intentando sonreír—. Necesitaba esto.

Se sentaron a la mesa y compartieron una cena deliciosa. Valentina, consciente de la tensión de Nicolás, hizo todo lo posible para mantener la conversación ligera y animada. Hablaron de temas triviales, recuerdos divertidos y futuros planes. Lentamente, Nicolás comenzó a relajarse y disfrutar de la noche.

Después de la cena, Valentina sirvió helado y se acomodaron en el sillón, abrazados mientras miraban televisión. La atmósfera era cómoda y reconfortante, y Nicolás se sentía agradecido por tener a Valentina en su vida.

—Tengo una sorpresa que te va a encantar—dijo Valentina, rompiendo el abrazo para mirarlo recostado mientras tomaban helado.

Nicolás la miró con una sonrisa curiosa mientras tomaba su brazo y le daba caricias.

—¿Ah, sí? ¿Qué es?

—Voy a ir a Córdoba para la final —anunció Valentina con una sonrisa.

Los ojos de Nicolás se iluminaron al escuchar esas palabras y se acomodó mejor en el sillón.

—¿En serio? —preguntó, visiblemente emocionado—. Es increíble, Valen. Me alegra tanto que vayas a estar ahí.

Valentina asintió, sintiéndose aliviada al ver la emoción en el rostro de Nicolás.

—Sí, quiero estar ahí para apoyarte y a los chicos. Sé que lo van a hacer bien.

La noticia pareció levantar el ánimo de Nicolás considerablemente. Continuaron hablando hasta tarde, compartiendo sus pensamientos y sueños, y riendo juntos. Valentina se sentía feliz de ver a Nicolás más animado y esperanzado.

Cuando la noche avanzó, Valentina notó que Nicolás comenzaba a parecer cansado. Decidió ofrecerle quedarse en su departamento, ya que era tarde para que él se fuera a su casa.

—Nico, ¿no queres quedarte está noche? —preguntó Valentina—. Puedo dejarte mi cama y yo duemo acá.

Nicolás negó con la cabeza, sonriendo.

—No puedo dejar que duermas en el sillón de tu propia casa, Valen.

Estuvieron un rato discutiendo de quien iba a dormir en la cama, así que Valentina le propuso jugar piedra, papel o tijera, lo que provocó la risa de él y aceptó el desafío. Jugaron varias rondas, y finalmente, Valentina ganó.

—¡Gané! —exclamó ella, riendo y celebrando su victoria—. Así que vos vas a dormir en la cama y yo acá.

Nicolás sonrió, contagiado por su entusiasmo.

—Bueno dale, ganaste por poco. Pero si en algún momento te incomodas, despertarme y cambiamos.

Valentina asintió, contenta con el acuerdo. Los dos se prepararon para dormir, y ella se acomodó en el salón, mientras Nicolás se instalaba en la cama. A medida que la noche avanzaba, Nicolás se dio cuenta de que no podía conciliar el sueño. Seguía dando vueltas en la cama, inquieto.

Finalmente, se levantó silenciosamente y se dirigió al salón. Al llegar, vio a Valentina durmiendo plácidamente. Se agachó y la observó por un momento, sintiendo un torbellino de emociones dentro de él. Sabía que sus sentimientos hacia ella estaban creciendo cada vez más, y temía que esos sentimientos pudieran complicar las cosas.

Con suavidad, levantó a Valentina en sus brazos, intentando no despertarla. Ella, aún medio dormida, se abrazó a él instintivamente. Nicolás la llevó a la cama y la acomodó con cuidado. Después, creó un muro de almohadas entre ellos para no incomodarla y finalmente se tumbó a su lado, sintiendo cómo las mariposas en su estómago revoloteaban.

Esa noche, Nicolás finalmente logró dormir, sintiendo una mezcla de paz y emoción al tener a Valentina cerca. Sabía que los días venideros serían cruciales para ambos, pero por ahora, estaba feliz de estar allí, con ella.

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Al despertar al día siguiente, Valentina se encontró en su cama, rodeada de almohadas. Confundida al principio, recordó los eventos de la noche anterior y una cálida sonrisa se dibujó en su rostro. Miró a Nicolás, que aún dormía, y se sintió agradecida por su presencia.

Se levantó con cuidado para no despertarlo y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Mientras el aroma del café llenaba el aire, Valentina reflexionaba sobre lo mucho que había cambiado su vida desde que Nicolás había entrado en ella. No podía negar que sentía algo especial por él, pero también valoraba la amistad que habían construido.

Nicolás se despertó con el aroma del café y se dirigió a la cocina, donde encontró a Valentina ocupada con el desayuno.

—Buenos días —dijo, aún adormilado.

—Buenos días, Nico —respondió Valentina con una sonrisa—. ¿Dormiste bien?

—Sí, finalmente logré dormir. Gracias por eso —dijo Nicolás, sentándose a la mesa.

Compartieron un desayuno tranquilo y relajado, hablando sobre sus planes para el día. Aunque ambos sabían que había sentimientos más profundos entre ellos, no se sentían listos para abordarlos abiertamente todavía.

Después del desayuno, Nicolás se preparó para irse. Antes de salir, se volvió hacia Valentina y la miró con sinceridad.

—Gracias por todo, Valen. En serio, sos increíble y me haces sentir mejor cuando estoy con vos. Te quiero mucho Valen.

Valentina sonrió, sintiendo un calor en su pecho.

—De nada, Nico. Siempre voy a estar acá para vos, te quiero más.

Se despidieron con un abrazo, y Nicolás se fue, sabiendo que tenía un verdadero apoyo en Valentina. Mientras caminaba hacia su auto, sentía que el día era un poco más brillante, gracias a ella.

Por su parte, Valentina se quedó en su departamento, reflexionando sobre la noche que habían pasado juntos. Sabía que los sentimientos que tenía por Nicolás eran fuertes, y aunque la idea de una relación la emocionaba, también la asustaba. Decidió tomarse su tiempo y dejar que las cosas se desarrollaran naturalmente, confiando en que el destino sabría cómo guiarlos.

Esa noche había sido un punto de inflexión en su relación. Aunque aún no estaban seguros de lo que el futuro les deparaba, ambos sabían que tenían algo especial, algo que valía la pena explorar y cuidar. Con ese pensamiento, Valentina se sintió más esperanzada y decidida a enfrentar lo que viniera, sabiendo que tenía a Nicolás a su lado.

ENTRE LUCES Y SOMBRAS || NICOLÁS FONSECADonde viven las historias. Descúbrelo ahora