Capítulo 5: Confidencias y Reflexiones

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El sol de la tarde se desvanecía lentamente mientras Fonseca y su amigo Solari se dirigían a la casa de Colidio. Después de un día ajetreado de entrenamientos y partidos, Nicolás había aceptado la invitación de Facundo para pasar un rato relajado jugando a la PlayStation y tomar unos mates. Era una oportunidad para desconectar y disfrutar de la compañía de buenos amigos.

Al llegar, el dueño de casa los recibió con una amplia sonrisa y un saludo amistoso.

—¡Nico, Pablo! ¡Qué bueno verlos! —dijo Facundo, abriendo la puerta del apartamento y dejándolos pasar.

—Hola, Facu —respondió Nicolás, estrechando la mano de su amigo—. Gracias por la invitación.

—Sí, boludo, ya me había cansado de poner casa —añadió Pablo, sonriendo—. Siempre es bueno ir de vez en cuando a casa de otro.

Facundo riendo los condujo al salón, donde ya tenía todo listo para la sesión de partidas. La televisión estaba encendida, y la PlayStation estaba preparada para comenzar. Mientras se acomodaban en el sofá, Facu preparó un termo de mate y sirvió unas facturas en un plato.

—Así que, ¿qué quieren jugar hoy? —preguntó Facundo, mientras pasaba el mate.

—Lo que sea está bien —dijo Nicolás, tomando el mando—. Solo quiero relajarme un poco.

Pablo asintió, tomando un sorbo de su mate.

—Estoy con el Uru. Un poco de diversión no nos viene mal.

La tarde avanzó entre risas, bromas y partidas intensas. El ambiente era relajado y amigable, y el grupo disfrutaba de la oportunidad de desconectar de las tensiones diarias. Sin embargo, en medio de la diversión, el rubio no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Clara sobre Nicolás y su soledad. Sabía que era momento de abordar el tema de manera seria.

Después de una partida especialmente competitiva, tomó un profundo respiro y miró a Nicolás con una expresión más seria.

—Che, creo que necesitamos hablar de algo —dijo, mientras colocaba en pausa el juego—. Algo que me está preocupando un toque y hay alguien que no lo habla.

Nicolás y Pablo intercambiaron miradas, notando el cambio en el tono de Facundo.

—Si bola, ¿qué pasa? —preguntó Nicolás, mientras tomaba otro mate.

Facundo se acomodó en su asiento, buscando las palabras adecuadas.

—Bueno, lo que pasa es que Clara me comentó algo sobre la charla que tuvo con las chicas el otro día en la cancha. No sé quién de las chicas escucho una conversación de Sebastián, y resulta que vos, Nico has estado hablando sobre cómo te sentís últimamente. Eso me preocupa y más si no lo hablas.

Nicolás frunció el ceño, mirando a Facundo con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—¿Sobre cómo me siento? ¿Qué fue lo que dijeron?

Facundo, con un tono de preocupación, explicó.

—Parece que has estado hablando sobre sentirte solo y estar buscando algo más en tu vida. No quiero invadir tu privacidad, pero como amigo, me preocupa cómo te estás sintiendo.

Suspiró, sintiéndose un poco incómodo por la conversación. Tomó un momento para organizar sus pensamientos antes de responder.

—Miren, Facu, la verdad es que sí, hablé con Seba sobre cómo me siento. Pero eso no significa que esté buscando a alguien para casarme o algo así. Solo mencioné que he estado pensando en cómo me falta algo en mi vida, más bien un apoyo.

Pablo, que había estado escuchando en silencio y ya estaba al tanto de esto, intervino con una voz calmada.

—Nico, entiendo que te sientas así. Todos pasamos por momentos en los que nos sentimos solos o en busca de algo. Pero no te sientas presionado. A veces, es solo cuestión de tiempo y de encontrar el equilibrio.

Nicolás asintió, apreciando el apoyo de Pablo.

—Claro. No es que haya visto a Valentina una sola vez y ya esté pensando en el futuro., compartí un par de palabras con ella una noche y ya está. Solo estoy tratando de entender mis propios pensamientos y encontrar mi lugar. A veces siento un poco de envidia por alguno de ustedes que tienen a alguien a su lado, pero estoy seguro de que esto pasará.

Facundo y Pablo se miraron, comprendiendo el punto de vista de Nicolás. Aunque la preocupación de Facundo era válida, entendían que la situación no era tan sencilla como parecía.

—Lo importante es que estás hablando de esto y que estás consciente de lo que sentís —dijo Facundo—. No tenes que apresurarte ni forzar nada. A veces, las cosas se resuelven por sí solas.

Pablo asintió en acuerdo.

—Sí, Nico. Lo mejor es tomarse el tiempo necesario para procesar estas emociones. No estás solo en esto, y estamos aquí para apoyarte.

Nicolás se sintió aliviado por la comprensión de sus amigos. La conversación le había permitido aclarar sus pensamientos y expresar lo que realmente sentía.

—Gracias, chicos. Aprecio que me escuchen. Realmente significa mucho.

Facundo, aliviado por la respuesta de Nicolás, decidió cambiar de tema para relajar el ambiente nuevamente.

—Bueno, ¿qué les parece si jugamos una paartida de truco? No se hagan lo boludos que todavía tenemos algunas cuentas pendientes.

Pablo rió y asintió.

—¡Vama! Dale loco, a desestresarnos un poco.

La conversación se desvió de nuevo a otra cosa, y el grupo se sumergió en la diversión de las partidas. El ambiente se relajó, y la tarde continuó entre risas y buen humor. Nicolás, aunque aún pensando en sus sentimientos, se sintió agradecido por el apoyo de sus amigos y la oportunidad de disfrutar de un tiempo de calidad con ellos.

Mientras la noche avanzaba, el grupo terminó su sesión de juegos y se despidió con abrazos y promesas de nuevas juntadas. Nicolás se dirigió a su casa sintiéndose más ligero, con la certeza de que sus amigos estaban a su lado para enfrentar cualquier desafío que pudiera surgir. Aunque aún tenía mucho en mente, estaba decidido a seguir adelante con una actitud positiva y a enfrentar sus sentimientos con honestidad.

ENTRE LUCES Y SOMBRAS || NICOLÁS FONSECADonde viven las historias. Descúbrelo ahora