El cielo parece inclinarse hacia mí y el sol, como un amigo que tengo desde toda la vida, me da un abrazo cálido y fuerte. Sus rayos, esas promesas suaves y delicadas que transmiten vida en la tierra, se deslizan con amor y acarician mi espíritu fuerte.
Los paneles solares, guardianes y protectores, se encuentran tranquilos y atentos en el día, bajo su manto gris. Pacientes y fuertes, protegen la tierra de la oscuridad del mundo. Sus brazos se extienden, abiertos con esperanza y amor hacia la naturaleza y las personas, recogiendo con delicadeza cada rayo de sol, como si recogieran el oro más puro y precioso.
En cada célula nacen pequeños milagros que alejarán la oscuridad del mundo. El cálido abrazo del sol se transforma en algo más profundo y delicado: un susurro de energía que nace de vida en el mundo, una conexión silenciosa que llena de vida el mundo que nos rodea a los humanos, animales y espíritus.
La tierra, con un corazón agradecido, recibe este regalo con humildad, que le dará vida por una eternidad. Luz que nos une a todos en un lazo invisible, energía pura que alimenta nuestras almas y espíritus para vivir. Una promesa de esperanza que renace con cada atardecer y amanecer, alejando la oscuridad que desea tener la tierra, pero con los paneles solares alejarán dicha oscuridad del mundo que nos rodea todos los días.
-Dayn