Desde pequeño supe lo que era estar solo,
entre cuatro paredes, sin nadie en quien confiar,
sin miradas de cariño, sin abrazos, sin consuelo,
sin un padre que me guiara y una madre que me amara.Crecí con la tristeza de un abandono constante,
buscando en cada esquina un poco de amor,
anhelando una sonrisa, un gesto cálido de afecto,
pero todo era oscuridad, un frío e interminable dolor.Mis días eran grises, sin luz ni alegría,
mi corazón se desgarraba sin poder entender,
¿cómo era posible que nadie me quisiera?,
¿por qué no merecía yo ese amor que yo mismo quería tener?Miraba a otros niños jugar con sus padres,
sentía envidia de sus risas, de sus juegos y diversiones,
y mi corazón se quebraba sabiendo que yo no era así de afortunado,
que en mi vida no había cabida para ninguna de estas emociones.Pero ahora, que ya soy un joven, he comprendido algo importante,
que el amor que me faltó en mi infancia lo he encontrado,
en amigos, en mi pareja, en personas que me han cuidado,
y que ahora puedo dar todo el amor que tengo en mi corazón.No necesité a mis padres para amar, para sentir felicidad,
porque el amor que había en mi vida no se limita a la sangre,
y finalmente he comprendido que el amor es algo que se da sin medida,
y que aquel niño triste, hoy es un adulto fuerte, capaz de superar todo lo que ayer lo lastimó.-Dayn