Al dia siguiente en el despacho del señor Bang estaba inundado de luz natural cuando BangChan entró, con la mandíbula apretada y el ceño fruncido. La atmósfera, sin embargo, estaba lejos de ser ligera o acogedora. Era un espacio que había aprendido a detestar, no solo por las largas horas que había pasado allí cumpliendo con las expectativas imposibles de su padre, sino porque en ese lugar siempre encontraba a Changbin, su constante recordatorio de todo lo que odiaba de su vida.
Y allí estaba Changbin, como siempre, junto al escritorio de su padre, repasando documentos con una expresión concentrada y relajada. Esa calma en su rostro, esa falta de preocupación, encendió una chispa de ira en el interior de BangChan. ¿Cómo podía alguien como Changbin ser tan despreocupado, tan bien visto, cuando él, el hijo legítimo, solo recibía críticas y exigencias?
El señor Bang levantó la mirada de sus papeles y, con una sonrisa que solo reservaba para Changbin, le dio unas instrucciones más antes de volverse hacia su hijo.
—Chan, necesito que revises estos contratos para la nueva fusión —dijo su padre, pasando por alto la evidente tensión en el ambiente.
BangChan asintió con brusquedad, tomando los documentos sin mirar a Changbin, pero consciente de cada uno de sus movimientos. Esa cercanía entre su padre y Changbin lo carcomía por dentro. No soportaba la idea de que Changbin, un simple secretario, fuera tratado con tanta deferencia, casi como un miembro de la familia.
Changbin, por su parte, recogió sus cosas con la misma serenidad habitual, preparándose para salir de la habitación.
—Si necesita algo más, señor, estaré en mi oficina —dijo Changbin, dirigiéndose al señor Bang con un tono respetuoso que a BangChan le sonó como una burla.
BangChan no pudo contenerse.
—¿Por qué no te tomas un día libre, Changbin? —dijo con una sonrisa forzada, aunque sus ojos destilaban veneno—. Pareces demasiado cómodo aquí.
Changbin se detuvo en seco, volviendo la cabeza hacia BangChan con una expresión imperturbable, pero sus ojos lo estudiaban detenidamente, como si intentara descifrar qué era lo que realmente pasaba por la mente de BangChan.
—Solo hago mi trabajo, señor —respondió con la misma calma que siempre lo caracterizaba—. Si mi presencia es un problema, puedo quedarme en la oficina para no molestar.
La condescendencia en su voz, la aparente indiferencia que mostraba hacia la tensión en el aire, fue la gota que colmó el vaso para BangChan.
—Haz lo que quieras —gruñó BangChan, apartando la mirada, luchando por mantener el control de sus emociones.
El señor Bang observó a su hijo, claramente molesto, pero como siempre, prefirió no intervenir. Sabía que cualquier cosa que dijera solo empeoraría el humor de BangChan, y tampoco quería perder a su eficiente secretario.
Changbin asintió cortésmente y salió de la oficina, dejando tras de sí una atmósfera aún más cargada. BangChan se dejó caer en una de las sillas frente al escritorio de su padre, sintiendo que había perdido otra batalla en este interminable conflicto emocional.
El señor Bang volvió a sus papeles, como si nada hubiera pasado, pero para BangChan, la presencia de Changbin era un recordatorio constante de su propia insuficiencia, de lo mucho que su padre valoraba a alguien más por encima de él.
Y eso era algo que simplemente no podía soportar.
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LA HERENCIA DEL CORAZÓN. Chanchang [PAUSADA]
FanfictionBangChan siempre había vivido bajo la sombra de su familia. Como único heredero de una de las familias más poderosas y conservadoras del país, su vida estaba predestinada desde el momento en que nació. Cada paso que daba, cada decisión que tomaba, e...