En un pequeño pueblo olvidado por el tiempo, existe una casa en la colina que todos evitan. La mansión Blackwood, como la llaman los locales, ha permanecido vacía durante décadas, pero aquellos que se atreven a acercarse afirman escuchar susurros en la oscuridad. Nadie sabe lo que realmente sucede dentro, pero cuando Emma, una joven investigadora de fenómenos paranormales, decide pasar una noche en la mansión, descubre que algunas sombras tienen voz... y memoria.
El viaje hacia el abismo de lo desconocido siempre comienza con un pequeño paso, una decisión tomada en el borde de la curiosidad y la imprudencia. Para Emma, esa decisión llegó en forma de una carta.
La carta, escrita en un papel amarillento y arrugado, había aparecido misteriosamente en su escritorio una mañana. No había remitente ni dirección de retorno, solo unas pocas líneas escritas con una caligrafía temblorosa: "La mansión Blackwood guarda los secretos de los que no hablan. Si deseas conocer lo que está más allá de la razón, ven antes de que sea demasiado tarde."
Emma, una joven de espíritu inquieto y apasionada por los fenómenos paranormales, no pudo ignorar la invitación. Había oído hablar de la mansión Blackwood, una reliquia olvidada que se erguía en lo alto de una colina en un pequeño pueblo. Los rumores la describían como un lugar maldito, donde las sombras parecían tener vida propia y los susurros en la oscuridad eran capaces de enloquecer a cualquiera. Aunque la historia la llenaba de una sensación de inquietud, su curiosidad superaba el miedo.
Al llegar al pueblo, sintió el peso de las miradas de los habitantes locales. El silencio en las calles, los rostros sombríos y los susurros apenas audibles a su paso creaban una atmósfera sofocante. Nadie se atrevía a mencionar la mansión directamente, pero todos parecían saber por qué había venido. Una anciana que barría la entrada de una tienda se detuvo para advertirle: "No vayas allí, niña. Blackwood no es un lugar para los vivos."
Emma, decidida a no dejarse intimidar, agradeció la advertencia y siguió su camino. Pero las palabras de la anciana resonaban en su mente mientras la niebla se hacía más densa a medida que ascendía hacia la mansión.
La mansión Blackwood se alzaba ante ella como una bestia dormida, imponente y llena de cicatrices del tiempo. La estructura gótica, con sus ventanas rotas y las enredaderas que trepaban por sus muros, parecía observarla en silencio. Las nubes oscuras que se cernían sobre la colina hacían que el lugar pareciera aún más siniestro, como si el tiempo mismo se hubiera detenido.
Emma respiró hondo antes de empujar la puerta principal, que cedió con un chirrido largo y lastimero. El interior estaba cubierto de polvo y telarañas, pero lo que más llamó su atención fue el aire pesado, casi asfixiante. La casa estaba impregnada de una presencia opresiva, como si las mismas paredes guardaran los recuerdos de algo oscuro y olvidado.
Al avanzar por los pasillos, sintió que algo la seguía, aunque cuando se giraba no veía nada. El silencio era casi absoluto, roto solo por el eco de sus propios pasos. Llegó al salón principal, donde una chimenea apagada dominaba la habitación. En una mesa cubierta de polvo, encontró una vieja libreta de cuero. Al abrirla, sus ojos se encontraron con garabatos desordenados y frases entrecortadas: "El susurro... no es humano... no debe ser liberado..."
La libreta parecía haber sido escrita por alguien que estaba perdiendo la cordura. Las notas hablaban de experimentos oscuros, de invocar algo desde las sombras. Emma sintió un escalofrío recorrerle la espalda al leer las palabras. ¿Qué había intentado hacer el antiguo dueño de la mansión?
La noche cayó rápidamente, envolviendo la casa en una oscuridad profunda. Emma se instaló en una de las habitaciones de la planta superior, preparada para pasar la noche allí y documentar cualquier actividad paranormal. Pero no estaba preparada para lo que sucedió a continuación.
El primer susurro llegó en la madrugada, apenas un murmullo, casi inaudible. Al principio pensó que era su imaginación, pero el sonido se repetía, esta vez más claro: "Emma..."
Su nombre resonó en la oscuridad, susurrado por una voz desconocida. Emma se levantó de la cama de un salto, con el corazón latiendo con fuerza. Miró a su alrededor, pero no vio a nadie. Solo estaba ella, en la penumbra de la habitación, con la débil luz de la luna filtrándose por las ventanas.
Los susurros continuaron, cada vez más insistentes. Hablaban de arrepentimiento, de dolor, de culpa. Emma sintió que las sombras a su alrededor se movían, acercándose lentamente. El aire se volvió más frío, y la sensación de ser observada se intensificó.
Decidida a no dejarse dominar por el miedo, Emma salió de la habitación y comenzó a explorar nuevamente la mansión, guiada por los susurros. Bajó a los sótanos, donde las paredes de piedra se estrechaban y el aire era aún más pesado. Allí encontró una puerta sellada, cubierta de símbolos grabados en la madera, símbolos que parecían tener un propósito ritualístico.
Sin pensarlo demasiado, abrió la puerta. Al otro lado encontró una pequeña habitación llena de antiguos instrumentos de laboratorio y libros viejos esparcidos por el suelo. En el centro de la habitación había una mesa de piedra, y sobre ella, un diario.
El diario pertenecía al Dr. Blackwood, el antiguo dueño de la mansión. Describía sus experimentos para alargar la vida mediante rituales oscuros. Pero en su obsesión, había abierto un portal hacia otra dimensión, una dimensión de sombras y entidades que se alimentaban del miedo y el sufrimiento humano. Blackwood había intentado controlar a estas entidades, pero al final, ellas lo habían consumido.
De repente, los susurros se convirtieron en gritos. Emma sintió un dolor agudo en su mente, como si algo estuviera intentando penetrar en sus pensamientos. Cayó de rodillas, sujetándose la cabeza, mientras las sombras en la habitación comenzaban a tomar forma. Figuras espectrales se materializaban a su alrededor, sus rostros deformados por el sufrimiento.
Entre ellas, una figura más alta y más oscura se alzó, una presencia que emanaba poder y maldad. Era el espíritu del Dr. Blackwood, atrapado entre dimensiones, alimentándose de las almas de quienes se atrevían a entrar en la mansión. Emma comprendió que no podía huir. La única forma de escapar era confrontar al espíritu y cortar el vínculo que lo mantenía atado a la casa.
En un último esfuerzo, Emma se levantó y se acercó a la figura espectral. Sintió el frío de la muerte rodeándola, pero se enfrentó a la sombra sin retroceder. Con palabras de desafío, invocó la fuerza de su propia voluntad, luchando contra el poder oscuro que intentaba consumirla. Lentamente, el vínculo entre la mansión y el espíritu comenzó a debilitarse, hasta que con un último grito, la entidad se desvaneció en la nada.
Emma se desplomó al suelo, agotada pero viva. Cuando salió de la mansión al amanecer, el pueblo que había conocido el día anterior ya no existía. Solo quedaba la colina desnuda y la mansión Blackwood, que se erguía solitaria en la niebla, como si siempre hubiera estado allí, esperando a la próxima alma valiente que se atreviera a desafiarla.

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Ecos En La Oscuridad
ParanormalEs una antología que reúne cuentos inéditos de terror y suspenso, capaces de mantenerte al borde de la locura y el miedo. En estas páginas, descubrirás relatos que exploran lo desconocido, lo sobrenatural y los rincones más oscuros de la mente human...