En lo profundo de una selva olvidada, se esconde un secreto que ha aterrorizado a los habitantes de un pequeño poblado durante siglos. Cuentan los ancianos que en las noches más oscuras, cuando la luna desaparece detrás de las nubes, un rugido espeluznante resuena desde el corazón de la selva. No es un sonido común, sino uno que hiela la sangre y trae consigo la sensación de que algo mucho más antiguo y poderoso acecha. La leyenda habla de un tigre monstruoso que nunca ha sido visto, pero que toma a aquellos lo suficientemente osados como para cruzarse en su camino. Sin embargo, cuando una serie de desapariciones sacude el pueblo, un joven decide enfrentarse al mito y descubrir la verdad que se esconde en la oscuridad.
La aldea de Kaladesh era pequeña, rodeada por una selva densa que los aldeanos evitaban siempre que podían. A lo largo de los años, la jungla se había ganado una reputación oscura. Los ancianos contaban historias de cómo en las profundidades del bosque, algo mucho más que animales salvajes acechaba. Sin embargo, nadie se atrevía a desafiar aquellas advertencias. Excepto Ravi.
Desde niño, Ravi había escuchado las historias de un tigre inmenso que rondaba la selva por las noches. Las leyendas decían que este tigre no era un simple depredador, sino una criatura sobrenatural, una manifestación del poder oscuro de la selva misma. Su rugido podía escucharse en las noches más oscuras, cuando la luna estaba ausente. Pero lo que hacía aún más aterrador era el hecho de que, según los relatos, aquellos que escuchaban el rugido muy de cerca nunca volvían.
"Son solo cuentos de viejos," pensaba Ravi cada vez que las historias se repetían en la fogata del pueblo. Estaba cansado de vivir con miedo a algo que nadie había visto jamás. Así que una noche, después de que otro aldeano desapareciera misteriosamente, decidió actuar.
Esa noche, la oscuridad era absoluta. Las nubes cubrían el cielo, y no había luna que iluminara el camino. Con una antorcha en mano y una daga colgada al cinturón, Ravi se internó en la jungla, siguiendo un sendero apenas visible que lo llevaba hacia el corazón del bosque. El sonido de las criaturas nocturnas llenaba el aire, pero lo que más inquietaba a Ravi era el profundo silencio que ocasionalmente caía sobre el lugar. Era como si la jungla misma contuviera la respiración, esperando algo.
El tiempo pasó y, cuanto más se adentraba en la selva, más intensa se volvía la sensación de ser observado. Un par de ojos brillantes lo seguían desde las sombras, aunque cada vez que giraba la cabeza no veía nada más que ramas y hojas mecidas por el viento. De repente, el rugido. No el de cualquier tigre, sino un sonido profundo y desgarrador que resonó a través de los árboles. Un sonido que parecía provenir de todas partes.
Ravi se detuvo, sus músculos tensos. Su antorcha parpadeó en la oscuridad, como si la propia luz tuviera miedo de lo que estaba a punto de suceder. El rugido volvió, más cerca esta vez, haciendo vibrar el suelo bajo sus pies. No era un animal común, eso lo entendió en ese instante.
Siguió caminando, su antorcha proyectando sombras extrañas en los árboles que lo rodeaban. Y entonces, lo vio. Frente a él, a unos pocos metros de distancia, una figura se materializó entre los árboles. No era del todo visible, pero sus ojos brillaban como dos esferas de fuego en la oscuridad. Era inmenso, mucho más grande de lo que cualquier tigre podría ser. Su forma estaba envuelta en sombras, y su pelaje parecía fundirse con la oscuridad que lo rodeaba.
El rugido volvió a resonar, esta vez más cerca, directo a sus oídos. Ravi sintió el aire comprimirse en su pecho. Sabía que no podía huir, que la criatura estaba observando cada uno de sus movimientos.
"¿Por qué vienes?" La voz era baja, gutural, como si proviniera de lo más profundo de la tierra misma.
Ravi retrocedió, con la antorcha temblando en su mano. El tigre, o lo que fuera esa cosa, dio un paso hacia adelante, y su forma comenzó a definirse con mayor claridad. Su pelaje, negro como la noche, parecía moverse como si estuviera hecho de humo, y sus garras, afiladas como cuchillas, brillaban débilmente bajo la luz de la antorcha. Pero lo más aterrador eran sus ojos, que no reflejaban otra cosa que puro vacío.
Los aldeanos nunca supieron lo que ocurrió con Ravi. Su familia lo buscó durante semanas, pero la jungla no ofreció respuestas. Solo el rugido continuaba resonando en las noches oscuras, más fuerte, más intenso. Algunos decían que el espíritu del tigre había reclamado a Ravi, que ahora formaba parte de la oscuridad, cazando a otros que se atrevían a cruzar los límites prohibidos de la selva.
Con el paso del tiempo, las desapariciones aumentaron. El rugido se hizo más frecuente, hasta que los aldeanos decidieron abandonar la aldea. Kaladesh quedó desierta, su nombre olvidado, y la jungla continuó creciendo, devorando lo que una vez fue un hogar para la humanidad. Pero el rugido, ese rugido aterrador, sigue resonando en la oscuridad, esperando la próxima víctima que se atreva a desafiarlo.
Aquellos que se aventuran demasiado cerca de la selva durante las noches sin luna dicen escuchar un susurro, como si la propia oscuridad les hablara. Algunos creen que es el espíritu del tigre, vigilando desde las sombras, mientras que otros aseguran que es el alma de Ravi, atrapada para siempre en el corazón del bosque, rugiendo junto a la bestia que juró destruir. Nadie sabe la verdad, pero todos coinciden en una cosa: la oscuridad en Kaladesh es algo más que la ausencia de luz.

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Ecos En La Oscuridad
ÜbernatürlichesEs una antología que reúne cuentos inéditos de terror y suspenso, capaces de mantenerte al borde de la locura y el miedo. En estas páginas, descubrirás relatos que exploran lo desconocido, lo sobrenatural y los rincones más oscuros de la mente human...