1. La caja negra

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La caja negra

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La caja negra


Que mis alabanzas sin ser plegarias alcancen tus oídos,

allá donde todo lo celeste cubre el frondoso paraíso celestial

de tus entrañas y la superficie,

del cielo y los mares,

las nubes y los oleajes,

el contacto de tus dedos y los míos,

uniéndose en un solo destello, una sola explosión,

una sola experiencia dentro de varios espacios de desesperación,

de dolor, amargura, frustración,

esperanza, amor, perdón

y también de expiación.



(¡¡¡OH DIOS, MALDICIÓN, MALDICIÓN, MALDICIÓN!!!)



Solo te suplico con toscas pericias en medio de este puente

tan inestable, efímero, intocable,
necesario y a veces, indeseado,

que prometas darme una última opción de quedarme,

una primera oportunidad para ser omnipotente,

un único instante más para intentar arreglar lo que hizo mi yo negligente;

que por lo menos de mis labios no perezca la comunicación,

que mis manos consigan girar el manubrio en su último momento,

que las almas que me acompañen puedan huir de sus cuerpos a tiempo,

que mis alas interiores consigan romper mi espalda y brotar del cascarón,

que para cuando termine de recitarte estos versos llenos de deseo, desperdiciados y reales,

la magia de nuestras voluntades me dé la fuerza necesaria para desafiarte,

para ser yo quien haga latir mi corazón de forma irrenunciable;

que inmortalice al menos estas palabras

y las repita cada vez que necesite recordar que yo, de nuevo, te necesité.


.
.
.


"Mientras la cinta grababa, los segundos se contaban, mi voz enloquecía, tú te acercabas...

Pero todo pareció detenerse
cuando de tu llegada vino la despedida,

y mi corazón atestiguó el toque tuyo en mi alma caída".



(¡¡¡ESTAMOS EN CAÍDA, INMINENTE CAÍDA!!!)



«04/03/2024»

100 poemas de un corazón desesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora