34. A bordo de un avión

10 2 0
                                    


A bordo de un avión

Sin palabras, con la conciencia pasmada,
manejaba el avión desorientada, sin saber conducir,
al timón roto de los tiernos pensamientos,
guiándolo rumbo al amor propio,
o, en otras palabras, lejos del pavimento.

---

Celebro la audacia, la calma,

ante la puesta del sol que reflejaban las ventanas,

y esos colores tintos bellamente con el incendio se mezclaban,

mientras el yo consciente bailaba con el corazón en llamas

y mi alma exclamaba: ¡Me amo más que tú!

y mi mente acotaba: ¡Y sé que eso está mal!

El timón seguía doblegado entre dichos arrebatos,

el herido avión continuó su camino ascendiendo hacia su destino

mientras sus alas eran consumidas por el fuego acaecido.

Ambos rivales diferían en sus objetivos,

pero la ambición los cegaba del mismo juicio;

entonces el rumbo continuó su curso sin sentido

y mis ojos lagrimearon agitados,

mi yo consciente se había ido.

¿Pero qué debería hacer, oh ego...?

En donde debe haber agonía, solo veo sosiego.

---

Madre mía, soplaste aquel diente de león esperándome llegar,
tal vez a mí, o tal vez un hijo ejemplar.
Me quisiste ver llegar desde el cielo aunado junto a una tierna inocencia,
una soñadora mirada que emana pureza
con brillantes destellos en sus pupilas de estrellas.

---

Celebro la audacia, la calma,

ante la puesta del sol que reflejaban las ventanas,

y esos colores tintos bellamente con el incendio se mezclaban,

mientras el yo consciente bailaba con el corazón en llamas

y mi alma exclamaba: ¡Me amo más que tú!

y mi mente acotaba: ¡Y sé que eso está mal!

El timón seguía doblegado entre dichos arrebatos,

el herido avión continuó su camino ascendiendo hacia su destino

mientras sus alas eran consumidas por el fuego acaecido.

Ambos rivales diferían en sus objetivos,

pero la ambición los cegaba del mismo juicio;

entonces el rumbo continuó su curso sin sentido

100 poemas de un corazón desesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora