37. Hiperbólico

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Hiperbólico

Soy pesimista con el ser humano,
un mortal que creyó servir pero con matanza dominó,
ojalá con tan solo un trago
perdure la utopía de perder el rato.

Soy la esperanza más viva de las pobredumbres inmundicias fugitivas,
que cuando lleguen por mi acato
habrán reparado en que debieron dejarme hace rato.

Soy aquello que aún no termino de entender,
dijeron: existirá un dilema que te será inevitable;
y mis ojos cual aguajales estancados vislumbraron dos opciones singulares, helados de tamaño razonable.

Soy tan brava fachada como el más gordo pavo navideño,
aunque diferente de mí, el maíz le engrosa la carne del pecho,
diferente de mí, que por estar pensando tanto acabé quedando muy flaco, cual soso aguileño.


Soy como una porción de agua,
ni tan calmo como el lago,
ni feroz como el océano,
solo moviéndome de vez en cuando, a cada segundo salpicando.


Soy un acoplo de deseos mansos,
inocentes, ingenuos,
trágicos, letárgicos,
con un rótulo que lleva grabado a la desidia y al desgano.


Soy un resoplo para los heridos criticados,
un estilo para pobres diablos mal guiados,
manejo con perfección sus incertidumbres pese a no haber practicado,
solo que en vez de arreglados, vuelven más débiles, arruinados.


Soy un simple escardillo de pelos
que acaricia suave y lento,
rápido y salvaje, bello y vibrante,
hasta que el tacto y el dolor se vuelvan inolvidables.


Soy un desecho reusado,
una persona en su última fase de decadencia,
que nunca sugirió haber pensado
que en un futuro mi humanidad habría retornado.




«09/02/2023»

















100 poemas de un corazón desesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora