Nadie murió por la noche, y la verdad lo agradezco.
Nos levantamos muertos de sueño, fuimos a recoger armas y salimos fuera a ver la ciudad.
¿Y si la sorpresa es que en realidad nos matan a todos aquí?
Me dio un escalofrío solo de pensarlo.
Ojalá no.
Vamos directos al estadio central. Llegamos y nos encontramos con algo que nunca había pasado.
No hay nadie.
Esta vacío, ni un alma
-Tienen miedo.-dice Matteo con seguridad.
-¿Qué?
-Tienen miedo a que lleguen los cincuenta, se esconden.
Yo también tengo miedo, yo también me quiero esconder, pero si me escondo ahora estaré siempre escondendome en este lugar de mierda.
-Los tenemos que matar.
-¿Por qué nosotros?
-Porque creo que en la sorpresita de Axel a lo mejor nos da bentaja.
Asiento
Él sabe de casi todo lo que hay aquí, así que no le voy a poner en duda nada en cuanto a lo que se refiere el exterminio.
Nos fuimos de allí y buscamos por toda la ciudad, parecia una ciudad fantasma, no se donde estaba la gente, pero se escondían muy bien.
Estuvimos así todo el día, pero un un callejón, escuchamos el crujir de una rama.
Matteo me mira y me hace una señal para que entremos delicadamente.
Entramos poco a poco y vemos a dos chicas.Una era morena y la otra tenía rasgos asiáticos.
Nos acercamos a sus espaldas, yo mordí a la morena y Matteo le partió el cuello a la asiática.
Pues ya esta, somo cincuenta ¿Ahora que?
De repente empiezan a sonar unos zumbidos graves por toda la ciudad.
Suenan los altavoces de fondo.-Perdón que no me presente, pero estoy emocinadisimo, ya sois cincuenta, ¡Bien!Ahora vereis mi sorpresa.-Dijo Axel con voz un poco aterradora.
De repente, algo me decía que fuese al estadio central, así que me movi y fui hacia allí.
-Lana¿Donde vas?-Me coge del hombro y me mira, pero luego se tira para atrás.-Tus ojos... Son negros.
Me da igual, me giro en dirección al estadio central. Veo como Matteo me sigue.
En el camino nos encontramos con más gente, algunos también tienen los ojos negros como yo. Otros simplemente siguen a su compañero, como Matteo.
Al llegar al estadio vemos que todos los participantes estamos aquí.
Frunzo el ceño.
Matteo me mira y se alivia.
-¿Por qué tenias los ojos negro?
-No lo se.
Pasa un guardia enfrente de nosotros y nos da un papel.
Cincuenta.
-¿Para que es esto?-le pregunto al guardia, pero él ni se gira ni me mira y se va.
Que simpático, más personas como tu porfa.
Matteo me coge la mano en la que está el papel y lo lee.
Solo con ese tacto a mi barriga me da vueltas.
Suena algo muy molesto, nos giramos de donde procede y vemos que arriba, en los falcos, esta el mismísimo Axel en persona.
Es moreno, tiene barbita, ojos marrones y en el ojos derecho tiene una cicatriz enorme. Me lo imaginaba más viejo, pero tendrá entre treinta y cuarenta años.
-Hola a todos, bienvenidos, es un placer que me conozcáis, no puedo decir lo mismo de mi parte. Los guardias os han dado un papel con un número, ir a la habitación asignada con el número, a las 20:30, volved aquí, pero hasta entonces no salgáis de la habitación. Fin del comunicado.
Nos dirigimos todos a las habitación, una vez estamos en la puerta me quedo mirándola.
-Ábrela.-dice Matteo.
No digo nada, tampoco me muevo, así que él se pone delante y abre la puerta.
-Es preciosa.-digo asombrada al ver la habitación.
Es como si fuera un hotel, uno de lujo, tene una cama enorme, el cuarto es gigantesco, tiene minibar, tiene un terraza y... Madre mía voy a llorar, ¡Hay duchas!
Vemos que en la cama hay un vestido negro elegante y un esmoquin. Encima hay una carta.
"Poneros esto antes de las 20:30, es obligatorio, los zapatos que lo acompañan están en el armario."
Nos dirigimos al armario sin decir nada, lo abrimos y vemos unos zapatos elegantes de hombre y unos tacones negros.
-Vale, pero aún quedan.- pausa para mirar la hora- Tres horas, yo voy a dormir.-dice Matteo tirándose a la cama.
-¿No te vas a duchar?
-Primero tu.-dice boca abajo en la cama.
Yo me meto a la ducha y disfruto del agua caliente, algo que llevo meses sin disfrutar, salgo de la ducha me pongo el vestido elegante y los tacones, me peino, por lo que sea me siento como si fuera un viernes normal con mis amigas, arreglandome para ir de fiesta, pero no, estoy en esta mierda.
Salgo del baño ya arreglada, veo a Matteo tumbado en la cama dormido. Le agitó el hombro para despertarlo, él abrie los ojos y me mira, se incorpora y me mira de arriba a abajo.
Que calor hace aquí ¿No?
-Estas guapísima.-dice con una sonrisa mientra me mira.
Yo noto que me pongo roja.
-Gracias, pero venga, ve a ducharte.-digo nerviosa.
Él me dedica una sonrisa y va a la ducho.
Yo le espero aquí sentada en la cama, admirando lo bonita y normal que es la habitación.
Cuando oigo la puerta del baño abrirse, me giro pero veo a Matteo sin nada excepto por la toalla que tiene en el torso.
Que bueno esta por favor.
Me giro acalorada.
-¿Qué haces?- pregunto sin mirarle.
-Coger la ropa, que me la he dejado aquí.-coje el esmoquin y del camino al baño me guiña el ojo.
¡Me guiña el ojo!
Este hombre me quiere volver loca.
Luego de cinco minutos sale del baño ya vestido. Me quedo mirándole y apreciando lo bien que le queda el esmoquin.
-¿Estoy guapo?-dice mirandome.
Tú siempre.
-Si.-digo nerviosa.
Antes de que diga nada suena una alarma.
Ya son las 20:30.
Salimos de la habitación y vemos que todos van elegantes.
Nos dirigimos al centro del estadio y vemos que han puesto mesas elegantes, hay comida como si fuera un banquete.
Todos nos dirigimos a las mesas un nos sentamos.
Vamos a comer cuando me doy cuenta que de algo, nadie intenta matar a nadie, y todavía estamos en el exterminio.
Por desconfianza, cojo el cuchillo de encima de la mesa y me lo guarde el en tacón sigilosamente.Empieza la comida como si nada. Todo el mundo come pero ni yo ni Matteo comemos.
Todo es normal, hasta que vemos que al comer a los mutados se les ponen los ojos púrpura.
Y así sin comerlo ni beberlo, empieza el real caos.
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La herencia maldita
RomanceSvetlana, mejor conocida como Lana, una chica que cree que tiene una vida normal, pero nada más lejos de la realidad. A ella desde pequeña le dijeron que sus padres eran médicos, pero, gracias a un experimento del gobierno se da cuenta que no. Ahora...