Zweiundzwanzigstes armband (mein Kind und der Hunger, der mich tötet)

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"Es tan difícil vivir con calma si estoy quemando mi corazón".

"Es tan difícil vivir con calma si estoy quemando mi corazón"

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Omniscient pov narrator:

Sin hablar mucho, ambos se quedaron todo el día juntos.

Bill y Tom se la pasaron en el sótano de las luces simplemente escuchando música o manteniéndose cerca del otro.

Se pasaron la mitad del día tumbados en la cama abrazándose, sin decir una palabra.

En algún punto se quedaron dormidos, mientras Bill lloraba sin consuelo alguno, pero ya en silencio, solo dejando caer lágrimas saladas y haciendo pucheros para intentar contenerlas, pero ya era inútil.

Un par de horas más tarde despertaron lentamente, Tom primero.

Abrió lentamente los ojos y observó los ojos de estrellas cubiertos por párpados inundados gracias al sol de las pequeñas ventanas rectangulares de el sótano. 

Su largo y oscuro cabello enmarañado y largo, brillante.

Los alrededores de sus ojos rojos.

Tom lo observó, con cuidado y una sonrisa se dibujó en sus labios.

Tocó con cuidado su cabello y luego se separó, sintiéndose un poco psicópata.

Se sentó en la cama y observó la habitación en silencio, minutos después Bill abrió sus ojos y le levantó la mirada hasta Tom.

–¿Qué...hora és? –Susurró.

Tom observó el reloj en la pared.

–Ya va a oscurecer, dormimos toda la tarde.

Bill se sentó con lentitud en la cama, se había quitado la sudadera por el calor, por lo que lo único que llevaba era una musculosa negra, dejando ver sus pálidos y delgados brazos, llenos de brazaletes en las muñecas, por supuesto.

–...Debería ir a casa... –Su voz estaba raspada, debido a haber despertado tan recientemente.

–Te llevo. –Dijo Tom, decidido.

Hace dos meses, cuando recién se estaban conociendo, Bill habría dicho "No te preocupes, me voy solo", pero ahora... 

El chico de pelo azabache asintió, sin expresiones en el rostro más que una demacrada, agotada y enrojecida por el llanto tan persistente.

El de rastas le alcanzó la sudadera a Bill, quién se la colocó dado vuelta sin mirarle, estaba avergonzado.

Tom observaba con preocupación la delgadez de su cuerpo, era preocupante.

Demasiado preocupante.

Sus codos y muñecas cada vez se notaban más, sus dedos parecían huesos cubiertos de piel.

No le gustaba hablarle del tema para no incomodar, pero esto ya era...

–Comamos algo antes de salir, me muero de hambre.

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