PROSTITUTOS PARTE 2

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Después de la noche inolvidable en Londres, Sabrina Lewis decidió enfrentar a Christopher Morgan e Ilenko Romanov por sus actos. Los dos encuentros estaban destinados a ser tensos y reveladores, cada uno en su propio estilo.

Primero, Sabrina se encontró con Ilenko en un elegante evento de gala en su lujoso penthouse. La sala estaba llena de personajes de alto perfil y empresarios, pero Ilenko estaba decidido a mantener su fachada como magnate petrolero.

Al ver a Sabrina, Ilenko la recibió con una sonrisa encantadora.

— Sabrina, qué sorpresa verte aquí. —dijo Ilenko, con un tono cálido y una sonrisa que no reflejaba nada de su verdadera naturaleza.

— Ilenko, no puedo decir que no me sorprenda encontrarte aquí. —respondió Sabrina, un poco cautelosa pero divertida por el juego de apariencias.

Ilenko, actuando como si no conociera a Sabrina de la noche anterior, se acercó a ella con la intención de mantener la conversación ligera y coqueta.

— Sabes, el mundo de los negocios es un lugar lleno de sorpresas. Nunca imaginé que alguien como tú estaría en el mismo circuito —dijo él, tratando de impresionar con su aire de magnate.

Sabrina, riendo para sí misma, siguió el juego.

— Oh, sí, el mundo de los negocios puede ser tan fascinante. Aunque, por lo que veo, tu vida parece ser bastante emocionante. ¿Cómo manejas todo eso?

Ilenko, tratando de mantener su postura de magnate, comenzó a hablar con entusiasmo sobre el mercado petrolero y sus logros, mientras Sabrina lo escuchaba con una sonrisa divertida. Finalmente, el momento llegó cuando Ilenko, con una mirada más seria, sacó un anillo de diamantes de su bolsillo.

— Sabrina, he disfrutado mucho nuestra noche juntos y me gustaría que tuvieras esto como un recuerdo —dijo Ilenko, colocándoselo en el dedo de Sabrina—. Eres mía, koroleva. Nos volveremos a ver.

Sabrina, sorprendida pero divertida, aceptó el anillo con una sonrisa.

— Gracias, Ilenko. Veremos qué pasa en el futuro.

Con un último guiño y una sonrisa, Ilenko se despidió, dejando a Sabrina con la sensación de que, aunque sus mundos eran diferentes, el encuentro había sido memorable.

Más tarde, Sabrina se dirigió a la Central para visitar a su hermano, Bratt Lewis. Al llegar, fue recibida con entusiasmo por su hermano, quien estaba encantado de verla.

— ¡Sabrina! ¿Qué haces aquí? —exclamó Bratt—. No te esperaba, pero es genial verte.

— Quería hacerte una visita, pero también aproveché para conocer el lugar. —respondió Sabrina, mirando a su alrededor con curiosidad.

Mientras Bratt le mostraba la Central, Christopher Morgan apareció en el pasillo. Al ver a Sabrina, su expresión cambió de sorpresa a molestia.

— ¿Qué está haciendo ella aquí? —preguntó Christopher, con una mirada dura.

Bratt, aunque preocupado, intentó intervenir.

— Christopher, es mi hermana. Ella solo está visitando.

Christopher, ignorando a Bratt, se acercó a Sabrina con una expresión decidida.

— Sabrina, no puedes simplemente aparecer aquí después de lo que pasó. Ven conmigo.

Antes de que Sabrina pudiera reaccionar, Christopher la llevó a su oficina, mientras Bratt miraba, estupefacto.

Una vez en la oficina, Christopher la dejó en el suelo con brusquedad.

— ¿Qué te pasa? ¿Crees que puedes venir y salir de nuestras vidas así? —dijo Christopher, con voz firme.

Sabrina, cruzando los brazos, respondió con calma.

— No esperaba que te tomaras todo tan en serio. Solo pensé que podríamos aclarar las cosas.

La conversación pronto se volvió una discusión acalorada, con Christopher y Sabrina chocando en sus puntos de vista. La tensión entre ellos era palpable.

Finalmente, la discusión llevó a un momento inesperado. Christopher, sintiendo la presión de la situación y su deseo de resolver las cosas, tomó a Sabrina suavemente por el rostro y la besó en los labios, un beso lleno de emoción pero moderado.

Sabrina, sorprendida pero tocada por el gesto, correspondió al beso, sintiendo una conexión inesperada.

Cuando se separaron, Christopher la miró con una mezcla de desafío y ternura.

— Eres mía, Barbie —murmuró, con un tono que combinaba posesividad y afecto.

Sabrina, aún aturdida pero complacida, sonrió.

— Tal vez... tal vez deberíamos hablar más sobre esto.

La escena terminó con ambos respirando con dificultad, sabiendo que su relación estaba a punto de cambiar, pero disfrutando el momento de conexión inesperada que compartían.

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