El siguiente día comenzó con una sensación de inquietud que no pude sacudir. La conversación con Elara y Miya la noche anterior había dejado claro que estábamos involucradas en algo mucho más peligroso de lo que habíamos imaginado. Mientras caminaba por los pasillos del Instituto Tenebris, no podía dejar de pensar en las revelaciones sobre Morgana y Morgause Blackthorn, y en el peligro potencial que representaba ese misterioso grimorio. Pero lo que realmente me inquietaba era la creciente sensación de que había algo más, algo que aún no comprendía del todo.

La primera clase del día era Pociones, y aunque normalmente disfrutaba la precisión y el enfoque que requería, hoy no podía concentrarme. Mientras me sentaba en mi asiento, observé a los demás estudiantes entrar, entre ellos Morgana, que no me prestó atención, sumida en su propio mundo. Héctor llegó poco después, lanzándome una breve mirada antes de dirigirse a su lugar habitual. Traté de apartar de mi mente la conversación que estaba a punto de tener con él después de clase, pero sabía que sería inevitable.

El profesor Thornhill, un hombre mayor de ojos penetrantes y una barba gris bien cuidada, entró en el aula con su habitual aire de autoridad. Era conocido por su estricta disciplina y su profundo conocimiento de las pociones, pero hoy había algo diferente en su mirada, como si algo le preocupara.

—Hoy trabajaremos en parejas —anunció Thornhill, su voz grave resonando en el aula mientras dejaba caer un montón de pergaminos sobre su escritorio—. La tarea es preparar una poción de verdad reveladora, un brebaje que, cuando se consume, fuerza a quien lo bebe a decir la verdad, independientemente de su voluntad. Es una poción compleja y requiere mucha atención a los detalles. Quiero que todos presten especial atención a las instrucciones.

Los estudiantes comenzaron a murmurar entre sí, algunos con emoción y otros con preocupación. La poción de verdad reveladora era notoriamente difícil de preparar correctamente, y los errores podían ser catastróficos.

—Judith —continuó Thornhill, haciendo que levantara la cabeza—, trabajarás con Héctor en esta ocasión.

Mi corazón dio un vuelco. Había estado evitando pensar en lo que Héctor podría saber sobre los Blackthorn, pero ahora parecía que el destino había decidido que era hora de enfrentar la verdad. Asentí, sin decir una palabra, y me levanté para reunirme con Héctor en su mesa. Mientras caminaba, sentí la mirada de Thornhill sobre mí, como si estuviera evaluando algo más allá de mi habilidad en Pociones.

Nos instalamos en la mesa de trabajo, y Héctor me miró con una mezcla de curiosidad y precaución.

—Parece que el destino sigue empujándonos juntos —dijo en tono seco mientras organizaba los ingredientes—. ¿Preparada para enfrentarte a esta poción?

—Lo haré lo mejor que pueda —respondí, tratando de sonar segura—. Esta poción parece complicada.

Héctor asintió, aunque parecía estar evaluándome con sus ojos oscuros.

—Thornhill no la habría asignado si no creyera que podríamos manejarla —dijo, su tono suave pero serio.

Comenzamos a trabajar en silencio, concentrados en la compleja receta. Mientras Héctor preparaba los ingredientes, me encargué de encender el caldero y asegurarme de que la temperatura fuera la adecuada. La poción de verdad reveladora requería un calor constante y controlado para evitar que los ingredientes se corrompieran y produjeran efectos no deseados. A pesar de mis mejores esfuerzos para concentrarme en la tarea, no podía dejar de sentir que había algo más en juego en este momento, algo que tenía que ver con la elección de Thornhill de emparejarnos.

Finalmente, mientras añadía un delicado polvo plateado al caldero, Héctor rompió el silencio.

—He oído rumores sobre Morgana Blackthorn —dijo en voz baja, casi como si estuviera hablando para sí mismo—. Que está buscando algo... algo peligroso.

MI DEBILIDAD† HÉCTOR FORTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora