Capítulo 2

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Felipe

La mañana comenzó como cualquier otra, con el sol filtrándose a través de las cortinas y el sonido del tráfico lejano como una sinfonía constante en el fondo. Desperté en mi cama con el típico dolor de espalda por dormir en la misma posición durante toda la noche, pero no me molesté demasiado. Me estiré y miré el reloj: ya era tarde. La alarma me había fallado, o tal vez había olvidado ponerla. En cualquier caso, me levante rápidamente, sabiendo que hoy tenía varias cosas que hacer.

Salí de casa en un apuro, dándome una ducha rápida y vistiéndome con una camiseta y unos jeans que no estaban tan arrugados. Tomé un café en la esquina antes de subirme al auto. El tráfico estaba pesado, como siempre, pero me dirigía al café donde solíamos encontrarnos. Era un lugar que tenía un ambiente acogedor y tranquilo, un sitio ideal para charlar y relajarse. Me encontraba en camino para reunirme con Bautista, mi mejor amigo. Siempre que necesitaba hablar sobre cosas importantes o simplemente despejarme, él era la persona con la que acudía.

Cuando llegué al café, Bautista ya estaba allí, sentado en una mesa al fondo, como de costumbre. Me saludó con una sonrisa y un gesto con la mano.

— ¡Felipe! —dijo Bautista al verme, su voz sonando alegre y relajada. —¡Qué bueno que llegaste! Estaba comenzando a preocuparme.

—Llegué tarde, lo siento —dije mientras me sentaba frente a él. —La alarma me jugó una mala pasada. ¿Cómo estás?

Bautista se encogió de hombros y tomó un sorbo de su café. —Todo tranquilo. No mucho ha cambiado. Solo la misma rutina de siempre. Aunque, para serte sincero, me estoy cansando un poco de la monotonía. ¿Y vos?

La pregunta era más que justa. A pesar de que mi vida parecía estar llena de actividades y compromisos, a menudo me encontraba en un ciclo repetitivo que me dejaba con una sensación de insatisfacción. El café, el trabajo, las salidas nocturnas, todo seguía un patrón que empezaba a aburrirme.

—Todo bien. Camila y yo seguimos igual. —dije mientras observaba el líquido oscuro en mi taza. —Pero la verdad es que últimamente he estado sintiendo que todo es un poco monótono. Como si estuviéramos en piloto automático.

Bautista asintió, como si entendiera exactamente lo que quería decir. —A veces pasa. La rutina puede ser bastante aburrida, especialmente cuando todo parece predecible. Tal vez podrías intentar hacer algo diferente, algo que rompa con la rutina.

—Sí, tal vez —dije, pensativo. —Aunque no estoy seguro de qué podría ser. Camila y yo hemos estado tratando de mantener las cosas frescas, pero algo sigue faltando.

Bautista levantó una ceja, y su expresión cambió a una mezcla de curiosidad y diversión. —¿Te has planteado que quizás lo que está faltando no es solo en tu relación, sino también en cómo te ves a vos mismo? Quizás es momento de hacer un cambio.

Antes de que pudiera responder, mi teléfono vibró en la mesa. Era un mensaje de Camila, pidiéndome que nos encontráramos en la tarde para hablar sobre algo importante. No me gustaba la idea de que me pidiera que nos viéramos sin una razón clara, pero supuse que era mejor averiguarlo de una vez.

—Parece que tengo una reunión con Camila más tarde. Ella quiere hablar sobre algo —le dije a Bautista. —No estoy seguro de qué se trata, pero espero que no sea algo grave.

—Bueno, espero que no —dijo Bautista con una sonrisa comprensiva. —Pero si necesitas hablar, ya sabés dónde encontrarme. Siempre estoy aquí para escuchar.

Con una sonrisa de agradecimiento, me levanté de la mesa y me dirigí hacia mi auto. La tarde prometía ser interesante, y no estaba seguro de qué esperar de la conversación con Camila. Mientras conducía hacia el lugar acordado, mis pensamientos se dirigieron a Luisana y Mateo. Luisana estaba tan ciega de amor por Mateo que no podía ver las señales de que él no la estaba tratando como se merecía. Había algo en la relación que no me gustaba, pero no sabía cómo decírselo sin que pareciera que estaba interfiriendo en su vida.

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