Capítulo 22

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El sol comenzaba a bajar en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados. Luisana estaba sentada en la terraza de su apartamento, mirando el atardecer con una expresión pensativa. La relación con Mateo había estado en la cuerda floja durante un tiempo, y hoy, finalmente, se sentía lista para tomar una decisión definitiva.

Mateo, que había regresado de su viaje de negocios hace unos días, estaba en la cocina preparando una cena sencilla. La tensión entre ellos había sido palpable desde que él volvió, y Luisana sabía que no podían seguir ignorando el elefante en la habitación.

—¿Te parece bien si hablamos de algo? —dijo Luisana, levantándose y entrando a la cocina. Su voz era firme, pero también se podía percibir un matiz de tristeza.

Mateo, sorprendido por el tono de Luisana, la miró mientras revolvía la ensalada. —Claro, Lu. ¿Qué pasa? Pareces preocupada.

Luisana tomó una respiración profunda antes de hablar. —Mateo, he estado pensando mucho sobre nosotros últimamente. No estoy segura de cómo decir esto, pero creo que es momento de que seamos honestos el uno con el otro.

Mateo la miró, frunciendo el ceño. —¿De qué estás hablando?

Luisana se tomó un momento para encontrar las palabras correctas. —He estado sintiendo que la distancia entre nosotros ha crecido. No solo por el viaje, sino por cómo han sido las cosas en general. Ya no me siento como antes, y creo que necesitamos enfrentar la realidad.

Mateo se acercó a ella, poniendo la ensalada a un lado. —Luisana, si hay algo que te preocupa, por favor decímelo. No quiero que estés infeliz.

Luisana lo miró a los ojos, sintiendo el peso de sus palabras. —Mateo, no es solo sobre el viaje o la distancia física. Es sobre cómo nos hemos estado tratando. Creo que, en el fondo, sabemos que algo no está funcionando. No quiero seguir en una relación que no me hace feliz, y siento que estamos estancados.

Mateo frunció el ceño, claramente afectado por lo que estaba escuchando. —¿Así que quieres terminar con esto?

Luisana asintió lentamente, sus ojos llenos de tristeza. —Sí. Creo que es lo mejor para ambos. No es justo para ninguno de los dos seguir en una relación que ya no tiene el mismo significado. No quiero que te sientas atrapado en algo que no está funcionando, y yo tampoco quiero seguir en una situación que me está haciendo sentir infeliz.

Mateo suspiró profundamente, su expresión mezclada entre resignación y dolor. —No sé qué decir, Lu. Esto no es fácil para mí, pero entiendo lo que estás diciendo. Si crees que esta es la mejor decisión, no puedo obligarte a quedarte.

Luisana sintió una mezcla de alivio y tristeza al escuchar sus palabras. —Gracias por entenderlo, Mateo. Quiero que sepas que no es una decisión que tomé a la ligera. Solo creo que, en este momento, necesitamos tomar caminos separados para encontrar lo que realmente queremos.

Mateo se acercó a Luisana y, aunque su mirada era de resignación, se podía ver la comprensión en sus ojos. —Espero que encuentres lo que estás buscando, Lu. Y, si alguna vez necesitas hablar, sabes dónde encontrarme.

Luisana asintió, sintiendo una pequeña oleada de consuelo en medio de la tristeza. —Lo mismo para vos, Mateo. Espero que encuentres lo que te haga feliz.

La conversación fue breve, pero cargada de emociones. Mientras Mateo empezaba a recoger sus cosas, Luisana se dirigió a la ventana, observando el atardecer que antes le había brindado paz. Ahora, sin embargo, se sentía más solitaria que nunca.

Cuando Mateo se fue, Luisana se quedó sola en el apartamento, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. La ruptura había sido una decisión difícil, pero sabía que era necesaria. Ahora, con el peso de la decisión en el aire, Luisana se preparaba para enfrentar un nuevo capítulo en su vida, esperando que el futuro le ofreciera una oportunidad para la verdadera felicidad.

Luisana se quedó en el apartamento después de que Mateo se fue, el eco de la puerta cerrándose a sus espaldas parecía resonar en todo el espacio. El apartamento, que una vez había sido un refugio de amor y comodidad, ahora parecía desolado. Luisana miró alrededor, el vacío en las paredes y el silencio en la habitación amplificando su sensación de pérdida.

Se acercó al sofá y se dejó caer, sintiéndose un poco abrumada por la mezcla de emociones que la invadía. El alivio y la tristeza se entrelazaban, creando una sensación de confusión. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera menos doloroso.

Decidió hacer algo para distraerse, así que se levantó y comenzó a recoger el apartamento. Mientras lo hacía, pensaba en cómo su vida cambiaría a partir de ahora. El futuro parecía incierto, pero al mismo tiempo, sentía una pequeña chispa de esperanza. Había dado un paso importante hacia el crecimiento personal y la autoaceptación.

Luisana decidió dar un paseo por el barrio para despejarse. La noche había caído, y las luces de la calle brillaban suavemente, creando un ambiente tranquilo y sereno. Caminó sin rumbo fijo, permitiéndose reflexionar sobre lo que había pasado. El aire fresco la ayudaba a pensar con más claridad.

Mientras caminaba, se encontró con un pequeño café que aún estaba abierto. Entró y se sentó en una mesa cerca de la ventana, pidiendo un café para llevar. Mientras esperaba, sacó su teléfono y comenzó a escribir en su diario, algo que solía hacer para procesar sus pensamientos y sentimientos.

En su diario, escribió sobre la ruptura con Mateo y sus sentimientos actuales. Se permitió ser completamente honesta consigo misma, explorando sus miedos, sus esperanzas y sus sueños. Sabía que era un proceso necesario para avanzar.

Cuando salió del café con su café para llevar, notó un mensaje de texto en su teléfono. Era de Felipe, preguntando cómo estaba. Luisana se tomó un momento para responder, diciéndole que había tenido un día difícil pero que estaba bien.

Felipe respondió rápidamente, ofreciéndole su apoyo y sugiriendo que se encontraran para hablar. Luisana agradeció el gesto y acordó encontrarse con él al día siguiente. Aunque estaba en medio de un proceso emocional, apreciaba tener a alguien con quien hablar.

Al regresar a su apartamento, Luisana se preparó para irse a la cama, sintiéndose agotada pero aliviada. El día había sido una montaña rusa emocional, pero había tomado una decisión importante y se estaba permitiendo el tiempo necesario para sanar.

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