Capítulo 5

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Felipe

A la mañana siguiente, después de dejar a Camila en su casa la noche anterior, me desperté con un peso en el pecho que no me dejaba tranquilo. Sabía que tenía que hacer algo con todo lo que venía sintiendo, pero la verdad, no sabía por dónde arrancar. No es fácil ser el tipo que todos piensan que tiene todo resuelto, cuando por dentro estás lleno de quilombos.

Mandé un mensaje a Bauti para ver si tenía tiempo de charlar. Él, siendo el amigo de fierro que es, respondió al toque: "Dale, te espero en casa. Traé facturas."

Me levanté, me vestí rápido y pasé por la panadería de siempre antes de ir a su casa. Cuando llegué, Bautista ya me estaba esperando en el sillón, con una birra en la mano, como si fuera plena tarde y no las diez de la mañana.

—Che, estás arrancando temprano, ¿no? —dije dejando la bolsa de facturas en la mesa.

—Nah, es la resaca de anoche. No sabés el quilombo en el boliche. Pero contame vos, Feli. ¿Qué onda? ¿Todo bien con Cami? —preguntó mientras se reclinaba en el sillón.

Suspiré y me dejé caer al lado de él, agarrando una medialuna.

—Con Cami va todo bien. Al menos... eso parece —le respondí, pero sabía que no era lo que me venía carcomiendo la cabeza.

Bauti me miró con esa mezcla de curiosidad y sorpresa. Él es un tipo que siempre va de frente, sin vueltas. Así que no podía esperar que no me preguntara.

—Dale, hermano, ¿qué onda? Te conozco de hace años. Algo te pasa. —Le dio un trago a su birra y me observó con atención.

Me pasé la mano por el pelo, tratando de encontrar las palabras correctas. No era fácil. Hablar de estas cosas nunca lo es.

—La verdad, Bauti... estoy hecho un quilombo. Me doy cuenta de que cada vez que estoy con Camila... no sé, boludo. Me siento bien, pero a la vez siento que algo falta, ¿me entendés? —le confesé, soltando finalmente lo que tenía adentro.

Bauti se rió, pero no de manera burlona, sino más bien como si estuviera escuchando algo que ya había anticipado.

—Mirá vos... Así que no todo es perfecto con la novia perfecta, ¿eh? —dijo en tono bromista, pero después se puso serio—. Pero, en serio, Feli, ¿qué sentís que falta?

Me quedé pensando. Era una buena pregunta. Me gustaba estar con Camila, pero al mismo tiempo, había algo dentro de mí que no terminaba de encajar. Como si, por más que quisiera, no pudiera entregarme al 100%. Y lo peor de todo es que, cuanto más me alejaba emocionalmente, más me daba cuenta de algo que me asustaba: cada vez que estaba con Luisana, mi cabeza daba mil vueltas. No debería ser así, ¿no? Luisana era mi amiga. Nada más. Pero, entonces, ¿por qué tenía esas dudas?

—No sé, Bauti —dije finalmente—. Me doy cuenta de que me estoy alejando de Cami, pero no sé si es porque estoy perdiendo interés.

—Mirá, Feli... —dijo, poniéndose serio por un momento—. Vos sabés que las relaciones no son siempre fáciles. No siempre va a ser todo perfecto. Pero si sentís que algo no anda bien, lo mejor es hablarlo con ella, ¿no? No te comas la cabeza solo. Además, vos siempre fuiste medio complicado con estas cosas.

Me reí, aunque sabía que tenía razón. Siempre había sido de darle vueltas a todo en mi cabeza, pero esta vez era diferente. Había algo más, algo que no podía simplemente decirle. No aún.

—Sí, capaz tenés razón —admití—. Igual es raro. Con Camila está todo bien... pero a veces siento que no estoy cien por ciento metido en la relación. Como que algo me frena.

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