Capítulo 18

54 3 1
                                    

Camila se encontraba en una encrucijada. Desde la fiesta de graduación y el beso inesperado con Bautista, su vida había cambiado de manera inesperada. La tensión entre ella y Felipe, así como la complicada relación con Bautista, le habían dejado una sensación de confusión y dolor que no podía ignorar. A pesar de intentar mantener una fachada de normalidad, Camila sabía que necesitaba tomar decisiones importantes para poder seguir adelante.

Estaba sentada en su departamento, mirando por la ventana mientras las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos. El silencio de la noche la envolvía, y su mente estaba llena de pensamientos turbulentos. Sabía que tenía que enfrentar la situación con Felipe y Bautista, pero no estaba segura de cómo hacerlo sin causar más daño.

A pesar de sus esfuerzos por mantener la distancia, el peso de la culpa y el remordimiento la estaban afectando profundamente. Camila se dio cuenta de que no podía seguir ignorando sus sentimientos ni tratar de poner parche sobre una herida abierta. Era hora de tomar el control de su vida y hacer lo que consideraba correcto.

Camila decidió que debía hablar con Felipe para aclarar las cosas, aunque sabía que sería una conversación difícil. Felipe había estado distanciado y su comportamiento mujeriego no ayudaba a resolver la situación. Camila necesitaba explicarle cómo se sentía y por qué había decidido distanciarse.

Acordaron encontrarse en una cafetería tranquila, un lugar que solían frecuentar juntos. Felipe llegó primero, con una expresión de preocupación en su rostro. Cuando vio a Camila, se levantó para saludarla.

—Hola, Camila —dijo Felipe, tratando de sonreír—. ¿Cómo estás?

—Hola, Felipe —respondió Camila, sentándose frente a él—. Quería hablar contigo sobre lo que ha pasado últimamente.

Felipe asintió, tomando un sorbo de su café.

—Claro, dime qué te preocupa.

Camila respiró hondo antes de comenzar a hablar. Sabía que tenía que ser honesta y directa, sin dejar nada sin decir.

—Felipe, lo que quiero decirte es que estoy muy confundida con todo esto —comenzó—. La verdad es que el beso con Bautista me hizo darme cuenta de muchas cosas. Me he estado distanciando porque siento que no puedo seguir adelante con esta situación.

Felipe la miró, con una expresión de sorpresa y confusión.

—¿Qué quieres decir? —preguntó—. ¿Por qué te has distanciado? ¿Es por lo que pasó con Bautista?

Camila asintió, aunque evitó mencionar los detalles específicos del beso. No quería añadir más dolor a una situación ya complicada.

—Sí, en parte —dijo—. Pero también siento que hay cosas que debemos enfrentar y hablar claramente. No quiero seguir con esta incertidumbre y esta distancia entre nosotros.

Felipe suspiró, mirando hacia abajo. Sabía que su comportamiento reciente había contribuido a la distancia entre ellos, pero no estaba seguro de cómo resolverlo.

—Camila, entiendo que esto ha sido difícil para ti —dijo—. Pero también para mi te perdí a vos y a mi mejor amigo  que era como un hermano y me gustaría poder mandarte a la mierda para poderme sentir mejor pero no soy de esos y vos lo sabes .


Luisana y Mateo habían decidido dar otra oportunidad a su relación. Después de su conversación en casa, ambos sintieron que valía la pena hacer un esfuerzo adicional. Para intentar reavivar la chispa entre ellos, Mateo había planeado una cena romántica en un restaurante que solían frecuentar al principio de su relación. Luisana aceptó con esperanza, aunque no podía evitar sentir cierta incertidumbre.

El restaurante estaba decorado con luces tenues y velas en cada mesa. La atmósfera era íntima y acogedora, y la música suave que sonaba de fondo ayudaba a crear un ambiente romántico. Luisana y Mateo llegaron al lugar y fueron conducidos a una mesa cerca de una ventana que daba a la calle.

—Este lugar siempre ha sido especial para nosotros —dijo Mateo mientras se sentaban—. Espero que te guste.

—Es perfecto —respondió Luisana con una sonrisa—. Gracias por hacer el esfuerzo, Mateo.

A medida que avanzaba la cena, Luisana comenzó a relajarse. Mateo parecía estar más atento y presente, y las conversaciones se volvían más fluidas. Era evidente que ambos estaban tratando de reconectar y recuperar el tiempo perdido.

Sin embargo, en medio de la cena, algo inesperado ocurrió. Luisana levantó la vista y, desde su asiento, vio a Felipe entrar al restaurante con una chica a su lado. Ella era alta, con cabello largo y oscuro, y su actitud parecía bastante coqueta. Felipe estaba claramente disfrutando de la compañía y parecía estar en su elemento.

Luisana sintió un nudo en el estómago al ver a Felipe. No podía entender por qué su presencia le afectaba tanto. Mateo notó el cambio en el rostro de Luisana y la miró con preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó Mateo, tratando de captar la fuente de su inquietud.

Luisana intentó forzar una sonrisa y desviar la atención.

—Sí, estoy bien —dijo—. Solo me sorprendió ver a Felipe aquí. No esperaba encontrarme con él.

Mateo asintió, aparentemente aliviado de que no hubiera ningún problema grave. Volvió a centrarse en la conversación y trató de mantener el ambiente ligero y positivo. Luisana, sin embargo, no podía dejar de mirar a Felipe y su acompañante. La escena que veía ante ella le causaba una mezcla de celos y confusión que no podía explicar completamente.

Felipe, por su parte, estaba en un estado de ánimo completamente diferente. La chica con la que estaba, Valeria, era alguien que había conocido en uno de los bares que solía frecuentar. Ella era divertida y despreocupada, y estaba claramente disfrutando de la noche. Felipe se estaba divirtiendo, pero en el fondo, su mente seguía vagando hacia el dolor de su reciente ruptura con Camila y la distancia reciente con Luisana.

La cena transcurría con risas y charlas animadas, y Felipe parecía estar intentado olvidar los problemas que lo habían estado atormentando. Sin embargo, cuando levantó la vista y vio a Luisana y Mateo en la mesa cercana, sintió un leve desvío en su ánimo. Había algo en la forma en que Luisana lo miraba que le causaba una sensación incómoda, pero decidió no darle más importancia y continuar con la velada.

La cena de Luisana y Mateo llegó a su fin, y mientras se levantaban para irse, Luisana no pudo evitar lanzar una última mirada hacia Felipe. A pesar de sus esfuerzos por disfrutar de la noche con Mateo, el encuentro inesperado había dejado una marca en su estado de ánimo.

Mateo, sin saber lo que realmente pasaba por la mente de Luisana, la tomó de la mano y la condujo hacia la salida. Mientras se despedían del restaurante, Luisana trató de sacudirse la sensación de celos que la había invadido.

—Fue una buena noche —dijo Luisana, tratando de sonar convincente—. Gracias por esto, Mateo.

—Me alegra que te haya gustado —respondió Mateo—. Hicimos un buen esfuerzo para pasar un rato agradable juntos.

Mientras se dirigían al auto, Luisana miró una última vez hacia el restaurante y vio a Felipe y a su chica de turno  salir también. Sus sentimientos eran un caos, y aunque trataba de entender por qué su corazón se sentía de esa manera, no lograba encontrar una respuesta clara.

El regreso a casa fue tranquilo, pero la mente de Luisana seguía dando vueltas. Se preguntaba por qué la presencia de Felipe había tenido un efecto tan profundo en ella y qué significaba todo esto para su propia vida y relación. Las respuestas parecían esquivas, y el futuro se veía incierto mientras seguía lidiando con sus sentimientos y las complejidades de sus relaciones.

La noche había traído consigo una serie de emociones encontradas y una profunda reflexión para Luisana. Mientras trataba de reconciliar sus sentimientos con la realidad de su relación con Mateo, también tenía que enfrentar la complejidad de sus sentimientos hacia Felipe y las implicaciones de los encuentros inesperados. La vida seguía su curso, y cada uno de los personajes continuaba navegando por sus propios desafíos y descubrimientos, en busca de claridad y dirección en medio de la confusión y el caos emocional.

El amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora