yandere

46 1 0
                                    

**Título: "Trazos Peligrosos"**

El salón de arte estaba en silencio, apenas iluminado por la luz suave del atardecer que se filtraba a través de las ventanas. El olor a pintura y lápices de colores impregnaba el aire mientras te concentrabas en los últimos detalles de tu obra. El pincel se deslizaba con precisión sobre el lienzo, reflejando la imagen que habías imaginado durante tanto tiempo.

Era un espacio en el que te sentías segura, un refugio donde podías escapar de todo, incluso de las miradas persistentes de Kei Tsukishima. Desde que comenzaste en el club de arte, habías notado cómo sus ojos se posaban en ti más de lo normal, incluso cuando no estabas en la cancha de voleibol donde solían entrenar juntos. Al principio, pensaste que solo estaba siendo observador, tal como era en el equipo. Sin embargo, pronto te diste cuenta de que había algo más en esas miradas. Algo más oscuro.

A menudo lo encontrabas esperándote fuera del salón de arte, bajo el pretexto de coincidir contigo por casualidad. Al principio, no te molestó; de hecho, era agradable tener a alguien con quien caminar a casa. Pero con el tiempo, su comportamiento se volvió cada vez más inquietante. Parecía saber siempre dónde estabas, qué hacías, y con quién estabas.

Esta noche, sin embargo, el salón estaba vacío y silencioso. Habías decidido quedarte un poco más para terminar tu pintura. Justo cuando estabas a punto de guardar tus materiales, escuchaste un ruido en la puerta. Te giraste, y allí estaba él, apoyado contra el marco, sus ojos fijos en ti con esa expresión indescifrable que se te hacía imposible leer.

—No esperaba verte aquí tan tarde —comentaste, tratando de mantener un tono casual.

—Pensé que podrías necesitar compañía —respondió Tsukishima, entrando al salón con paso tranquilo. Había algo en su tono que te puso nerviosa, pero no dejaste que se notara.

—Estoy por terminar, así que no me quedaré mucho tiempo —dijiste mientras empezabas a recoger tus cosas.

—No hay prisa —replicó, acercándose al lienzo que habías estado pintando. Se quedó mirándolo durante unos segundos antes de volver su mirada hacia ti. —Eres muy talentosa.

—Gracias, pero de verdad necesito irme —intentaste sonar firme, pero tu voz tembló ligeramente.

Él no se movió, bloqueando la puerta. —¿Por qué siempre intentas alejarte de mí, T/N?

Te detuviste, sorprendida por la pregunta. —No lo hago… simplemente estoy ocupada con mis cosas.

Tsukishima se acercó lentamente, su altura imponente a medida que reducía la distancia entre ustedes. Su expresión se endureció, sus ojos brillando con una intensidad que nunca habías visto antes.

—No quiero que te alejes —murmuró, su voz baja pero cargada de una emoción peligrosa. —He estado observándote, T/N. Siempre. No me gusta cuando hablas con otros, cuando sonríes para ellos… Esa sonrisa es mía.

Tu corazón comenzó a latir con fuerza mientras intentabas dar un paso atrás, pero la mesa detrás de ti te impidió moverte. Sentiste una mezcla de miedo y confusión. No sabías cómo manejar la situación, pero sabías que algo andaba terriblemente mal.

—Kei, esto es… no es apropiado —lograste decir, intentando mantener la calma.

—No te preocupes —susurró, inclinándose hacia ti, tan cerca que podías sentir su respiración en tu piel. —Te protegeré de todos ellos. Nadie más te merece, T/N. Solo yo.

Sentiste un nudo en la garganta. La intensidad de su mirada te tenía atrapada, y la sonrisa en su rostro no era la del chico tranquilo y sarcástico que conocías. Era la sonrisa de alguien que no iba a dejarte ir, sin importar lo que dijeras o hicieras.

—Por favor, Kei, solo quiero irme a casa —susurraste, intentando no provocar una reacción violenta.

Él te observó durante unos segundos, como si estuviera evaluando tus palabras. Luego, lentamente, asintió.

—Te acompañaré —dijo, pero había algo en su tono que te dejó claro que no había opción. No te iba a dejar sola.

Saliste del salón de arte con él pisándote los talones, sintiendo su presencia como una sombra constante. No sabías cómo ibas a escapar de su obsesión, pero una cosa era segura: Tsukishima había cruzado la línea, y ahora estabas atrapada en sus garras.

---

En esta historia, Tsukishima muestra un lado posesivo y peligroso, mientras que tú, una talentosa artista, te encuentras atrapada en su enfermiza obsesión.

One shots- Kei Tsukishima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora