Hielo

42 1 0
                                    

Era una fría mañana de invierno en Miyagi, donde el aire estaba tan helado que hacía que el aliento de Tsukishima se convirtiera en nubes diminutas a cada exhalación. Kei Tsukishima, el esbelto y alto bloqueador central del Karasuno, nunca había sido un fan del frío, pero hoy tenía una razón especial para estar fuera, observando la pista de hielo en el centro de la ciudad.

La pista estaba cubierta por una capa de escarcha reluciente, y en el centro, se encontraba **[Tu nombre]**, una patinadora de hielo que deslizaba con gracia por la superficie congelada. Kei no estaba muy seguro de cómo había terminado aquí, pero algo en ti siempre lo atraía. A pesar de su actitud fría y sarcástica, había algo que no podía negar: la pasión y la dedicación que tenías al patinaje eran algo que admiraba profundamente.

Te movías con una elegancia que casi desafiaba la gravedad, cada giro y salto era una mezcla perfecta de fuerza y delicadeza. Kei, que siempre había creído que el deporte debía ser brutal y competitivo, estaba sorprendido por cómo tu arte transmitía emociones tan profundas sin necesidad de palabras.

Mientras practicabas un complicado salto, fallaste y caíste al hielo. Kei frunció el ceño y dio un paso hacia adelante instintivamente, pero te levantaste con determinación, sacudiéndote el dolor y volviendo a intentarlo. Ese momento, esa fuerza de voluntad, le recordó los desafíos que él mismo enfrentaba en el voleibol, las veces que había fallado y se había levantado para intentarlo de nuevo.

Finalmente, después de varios intentos, lograste el salto a la perfección. Una pequeña sonrisa de satisfacción cruzó tu rostro, y Kei, aunque lo ocultó bien, sintió una calidez en el pecho al verte triunfar.

Decidido, se acercó a la barrera de la pista y llamó tu atención. "Nada mal", dijo con su típico tono indiferente, pero había un toque de respeto en su voz.

Te giraste y sonreíste al ver a Tsukishima, a pesar de su actitud habitual, sabías que su presencia significaba más de lo que él dejaba ver. Te acercaste, todavía patinando con gracia, y te detuviste frente a él. "¿Qué te trae por aquí, Tsukki? ¿Pensé que odiabas el frío?"

"Tal vez solo quería ver si eras tan buena como dices," respondió con un encogimiento de hombros, aunque ambos sabían que no era del todo cierto.

"¿Y qué opinas?" Preguntaste, inclinándote hacia adelante, desafiándolo con una sonrisa juguetona.

Kei mantuvo su expresión neutral, pero sus ojos brillaron con un leve toque de admiración. "Creo que podrías enseñarles a algunos de mis compañeros cómo no caer en momentos críticos."

Te reíste, un sonido que resonó en el aire frío, llenándolo de una calidez inesperada. "Quizás podrías intentar patinar algún día. Te vendría bien un cambio de ritmo."

Tsukishima arqueó una ceja. "No lo creo, el hielo no es mi terreno."

"Tal vez no ahora, pero nunca digas nunca." Le guiñaste un ojo antes de girarte y volver a la pista, retomando tu rutina de entrenamiento.

Mientras te observaba patinar, Kei no pudo evitar pensar que quizás, solo quizás, estaría dispuesto a soportar un poco más de frío si eso significaba verte continuar con tu pasión. Aunque nunca lo admitiría en voz alta, sabía que había algo especial en ti, algo que lo hacía regresar una y otra vez a esa pista helada.

Y mientras te veía volar sobre el hielo, Kei Tsukishima supo que, de alguna manera, te habías convertido en una parte importante de su mundo.

One shots- Kei Tsukishima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora