museo

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Era un caluroso día de verano cuando te encontrabas en el vestidor del pequeño museo local, ajustando con cuidado la pesada botarga de dinosaurio que llevabas casi todos los días. Habías conseguido ese trabajo de medio tiempo para ahorrar algo de dinero y, aunque no era exactamente lo más glamuroso, te gustaba la idea de trabajar en un museo, incluso si eso significaba pasar horas disfrazada de un tiranosaurio rex. Los niños adoraban la botarga, y la alegría en sus rostros cuando te veían entrar al salón de exhibiciones lo hacía todo mucho más llevadero.

Con la cabeza del dinosaurio firmemente colocada y todo el traje en su lugar, te dirigiste a la sala principal del museo. A medida que avanzabas con pasos torpes, intentando no tropezar con las patas acolchadas del disfraz, escuchaste el murmullo de voces en la recepción. Aunque la visión desde dentro de la botarga era limitada, podías distinguir algunas siluetas. Parecía que había alguien nuevo hablando con la recepcionista.

Intrigada, pero sin poder detenerte por mucho tiempo, te concentraste en tu trabajo, saludando a los visitantes con un amigable rugido y posando para las fotos. Sin embargo, cuando te diste la vuelta para volver a la sala de descanso, te encontraste cara a cara con un joven alto, de cabello rubio y gafas, que te miraba con una mezcla de sorpresa y diversión.

—¿En serio? —preguntó Tsukishima, con su habitual tono sarcástico, al ver el disfraz—. No me digas que tienes que hacer esto todo el día.

Te quedaste inmóvil por un segundo, sintiéndote un poco ridícula al estar frente a él con el disfraz de dinosaurio. Kei Tsukishima, con su altura intimidante y su actitud siempre indiferente, era uno de los chicos más conocidos de la escuela. No habías hablado mucho con él antes, pero sabías que siempre tenía un comentario sarcástico listo para soltar. Intentando mantener la compostura, hiciste un gesto exagerado de saludo con la pata del dinosaurio, lo que hizo que Tsukishima soltara una risa suave.

—Vaya, qué impresión —dijo con una pequeña sonrisa—. No esperaba encontrarme con un dinosaurio aquí.

—Es solo un trabajo temporal —respondías desde dentro de la botarga, tratando de sonar despreocupada—. ¿Qué haces aquí, Tsukishima?

—Vine a buscar un trabajo de medio tiempo —dijo encogiéndose de hombros—. Parece que tienen una vacante en la recepción, y no tenía nada mejor que hacer este verano.

La idea de Tsukishima trabajando en el museo era inesperada, pero de alguna manera, parecía encajar. Podías imaginarlo fácilmente sentado detrás del mostrador de recepción, atendiendo a los visitantes con su habitual expresión de aburrimiento.

—Buena suerte con eso —dijiste, tratando de no sonar demasiado interesada—. No es tan malo como parece.

—Si tú lo dices —respondió él con una sonrisa burlona—. Pero no creo que pueda superar tu nivel. Ser un dinosaurio de tamaño real es difícil de superar.

Te reíste desde dentro del disfraz, sin poder evitar sentirte un poco aliviada de que Tsukishima no se estuviera burlando realmente de ti, sino que parecía estar disfrutando de la conversación.

—Podrías intentarlo si quieres. El disfraz es bastante cómodo —bromeaste.

—Paso —dijo él, sacudiendo la cabeza—. Prefiero algo donde pueda usar mis manos.

Antes de que pudieras responder, la recepcionista apareció y llamó a Tsukishima para que la siguiera a la oficina de recursos humanos. Pero antes de irse, Tsukishima te lanzó una última mirada, aún con esa pequeña sonrisa en sus labios.

—Nos vemos luego, dinosaurio —dijo, dándote un breve saludo con la mano antes de desaparecer por el pasillo.

Más tarde, cuando finalmente te quitaste el disfraz y volviste al vestidor, no podías evitar preguntarte cómo sería trabajar con Tsukishima en el mismo lugar. A pesar de su actitud sarcástica, había algo en él que te intrigaba. Y si terminaba consiguiendo el trabajo, al menos tendrías a alguien con quien compartir las historias más absurdas del museo.

Unos días después, al llegar a tu turno, lo viste detrás del mostrador de recepción, como habías imaginado. Tsukishima te lanzó una mirada tranquila y dijo con su tono despreocupado:

—Supongo que ahora somos compañeros de trabajo. No olvides presentarme a tus amigos dinosaurios.

Te reíste, pensando que tal vez, ese verano no sería tan malo después de todo.

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⏰ Última actualización: Aug 23 ⏰

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One shots- Kei Tsukishima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora