«ACTO - 009»

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El festival del Kalós había llegado, la ciudad de Outlaw se había vestido de hermosas cintas de colores dorado y plateado, y flores de todos los colores; la plaza central estaba llena de personas efectuando un baile en ropajes típicos de la región; los puestos de comida abundaban y el olor delicioso de la comida se sentía desde lejos. Todo Halazia ha ido de visita, así que el sitio está repleto. Se escuchan las risas de los niños, y las bellas melodías de los bardos compartiendo sus hermosas canciones.

De entre la multitud camina WooYoung con YeoSang en el hombro, ambos comen un algodón de azúcar de múltiples colores, mientras caminan sin problemas entre las personas. Después del asunto del pergamino, los ánimos de todos se vio muy afectado al respecto; pero su padre les ordenó dejarlo hablar con el Monarca; pero HongJoong había recaído nuevamente, así que debieron aguardar mientras se recupera.

Asistieron al festival solo los hijos reales de Halazia como una mera cortesía; prometiendo a HongJoong que se divertirán. Los más jóvenes caminan entre la multitud, de pronto WooYoung siente el aroma del roble envolverle; así que se detiene de golpe, buscando atentamente hacía todos lados; mientras YeoSang sigue comiendo del algodón que su hermano ha dejado a su merced; sin darle importancia a todo lo demás.

Divisa entre la multitud a alguien encapuchado, puede reconocer esos ojos azules como un destello en medio de una gran oscuridad, sonríe ante ello, así que comienza a seguirlo esperando ver su rostro completo, camina entre las callejuelas que también estaban abarrotadas de personas, logra escabullirse de los escoltas cuando ha girado por varios lugares, su falta de olor le proporciona una vía de escape rápida. El aroma del pequeño lobito es demasiado suave para ser reconocido a la distancia.

WooYoung le perdió de vista, y aunque el aroma a roble seguía allí, físicamente no lo localizaba; se había alejado tanto de las personas que ya estaba solo en esos callejones.

—¿Dónde estás? No soy tu enemigo. —Comenzó a decir mientras seguía buscando entre los lugares.

De repente, unas manos lo sujetaron con rapidez y precisión y lo metieron en un callejón, al tiempo que un grupo de niños pasó corriendo por el lugar. WooYoung se pegó a la pared viendo sorprendido a la otra persona frente a él, ni cuenta se ha dado cuando el algodón de dulce se ha caído al suelo; el sitio es tan estrecho que si se movía solo un poco iban a terminar tocándose; el siempre hablador príncipe simplemente se quedó en silencio; demasiado impactado para decir algo. Perdido en esos ojos azules que le miraba fijamente a través de esa capucha vieja. Toda la magia se rompió cuando escucharon el gruñido del lobito blanco mordisqueándole la túnica por la pérdida irreparable de su delicioso algodón. El chico se reclinó y lo levantó a lo que WooYoung extendió sus manos preocupado por su hermano; pero el chico de ojos azules se lo llevó cerca del rostro para mirarlo a los ojos; y la reacción de YeoSang fue mordisquearle la nariz; pero eso lejos de enojarlo le hizo sonreír de forma hermosa.

—¡Mi algodón! —YeoSang le gruñó indignado.

—Adorable. —Dijo, con una voz suave y preciosa—, perdón por lo de tu dulce.

—Te llamas, San. ¿Verdad? —WooYoung dijo.

—Sí, ese es mi nombre. —Contestó regresando a YeoSang—, te devuelvo tu lobito.

—...—WooYoung soltó una pequeña carcajada—, es mi hermanito, es un lobito, pequeñito pero humano al final.

—Hm-hm —Murmuró intrigado por eso—, ¿Recibiste mi regalo?

—Sí, lo hice.

—Gracias por escuchar mi llamado.

—Lo sabía has venido a mí en sueños. Desde que tenía cinco.

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