Capítulo 30

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Había pasado una semana desde que se habían visto, una semana desde que su charla terminó en un silencio sepulcral. En una lenta despedida donde Sana cerraba la puerta y Tzuyu los párpados; donde simplemente no se dijo nada porque todo estaba dicho.

La joven Minatozaki había saludado a Jeongyeon y se había despedido de ella, agradeciendo que le hubiera mantenido informada todos estas semanas y exhortándole a llamarla si así lo precisaba alguna de las chicas de la banda. Después, tomó de la mano a Miyeon y se despidió de Mina con una afectuosa sonrisa. No había necesidad de alargar más su estancia allí. De hecho, no debía hacerlo porque sentía que estaba forzando la situación y eso era algo que no quería provocar.

Informó de que la convaleciente estaba perfectamente consciente y se dirigió al ascensor a sabiendas que era mejor no volver a importunar a ninguno de los presentes. Su amiga no dijo nada, sencillamente ajustó sus lentos y entró con ella al elevador, consciente de que la joven Minatozaki había enfrentado algo con gran expectación y que lo topado no era lo esperado. Puede que en el fondo, Miyeon supiese que su amiga había enfrentado una dura batalla, exponiendo su frágil carácter a un golpe de realidad, quedando exhausta después de ello.

No era una locura pensar que la chica de labios rojizos se encontraba perdida, porque en verdad era así. La joven Minatozaki había pensado que sus buenas acciones se recompensarían de alguna forma, ni ella presuponía que le agradecerían, pero en vez de eso se topó con la más fría de las reacciones.

Realidad; simplemente era un jarro de realidad a la ilusión de ser el punto de inflexión de una persona. Se había imaginado de forma infantil, siendo una salvadora a lomos de un caballo blanco y recibiendo postales navideñas de Tzuyu agradeciéndole haberle salvado la vida. Sí, se imaginaba una canción de agradecimiento o esos gestos de llevarle pastel a su salvador. Era un poco necio pensar eso y no había duda de ello, pero era una necedad hermosa de aquel que aún cree que golpeando tres veces los talones de unos zapatos rojo rubí.

Fue todo muy rápido. Tanto que se toparon con Momo al llegar a la planta baja, esperando a que el ascensor llegase a la planta baja para subir desde allí. Por azares del destino, la guardaespaldas había esperado a ese elevador y su sorpresa al ver a su jefa salir de allí y decirle que se iban a ir en breves fue enorme.

La escolta había preferido esperar unos minutos para aclarar sus ideas y como actuar ante la situación. Era cierto que había llevado a Sana allí en reiteradas ocasiones y se había callado sus opiniones, pero ahora todo era diferente. La joven empresaria había decidido que era hora de ser firme y arengada por sus amigas, iba a reclamar una charla con Tzuyu. Para más inri, la convaleciente estaba perfectamente consciente e incluso se las había apañado para montar una algarabía que terminó pudiéndose escuchar incluso tras otro terminal telefónico.

Completamente cierto y muy poco disimulado era el disgusto que le provocaba a la escolta llevar a la señorita Minatozaki al hospital a visitar a esa joven. No porque la mujer no tuviera compasión por los que padecían o porque odiase los hospitales, sino que era por quien ocupaba aquella habitación. Por muy buenas que fueran las causas de Tzuyu con el dinero, lo cierto era que Momo deseaba evitar que su jefa se emocionase por toda esa situación, solo para terminar cabizbaja y defraudada con la humanidad. Era muy exagerado, pero en realidad los ojos de la heredera cuando fue recogida por su subalterna evidenciaban que había estado llorando durante todo el tiempo de espera.

«¿Qué demonios ha pasado?», había pensado la escolta al ver a su protegida en la planta baja,

—Señorita, ¿ha ocurrido algo? —se apuró a preguntar. Sí, le había llamado de una manera formal porque la fuerza de la costumbre no se va fácilmente.

—Nada —la intentó tranquilizar, pero el rostro serio de Miyeon denostaba preocupación —, simplemente ya hemos hablado y hemos zanjado el tema.

—Entiendo —era lo mejor que la escolta podía hacer, en ese momento. No preguntar más de la cuenta e intentar ser lo más seria posible.

"Un puente hacia ti" SaTzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora