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Tres días...
Habían pasado tres días. Setenta y dos horas. Cuatro mil trescientos veinte minutos. Doscientos cincuenta y nueve mil doscientos segundos.
Y Jake no le había ni siquiera recordado la tarea de química de la próxima semana.
Sunghoon había sido persistente con mensajes, llamadas, e incluso había pensado en ir a su casa, pero no quería ser tan intenso al respecto.
¿Fue su culpa? Tal vez no debió haberlo metido en ese baño esa noche de la fiesta... Pero Jake no se negó, ¿Por qué lo ignoraba tan repentinamente otra vez? Habían dormido juntos, pero el se fue esa mañana y no le habló durante los próximos tres días que no tenían clases.
Hasta hoy. Haría que Jake le diera explicaciones, no quería que volviera a alejarse, era una de sus peores pesadillas.
. . .
Jake había recibido cientos de mensajes del menor, aunque "cientos" le quedaba corto, conociéndolo, seguramente cuando entrara a mensajes habrían miles de ellos, (sin incluir las llamadas perdidas).
Jake se fue porque en realidad estaba asustado, más de lo que esperaba estarlo esa mañana luego de lo que pasó. Había tenido muchas lagunas mentales donde todo era confuso, Sunghoon lo había besado, sin mencionar todo lo que le hizo después. Gemidos, toques obscenos, succiones y muchos besos.
Lo peor no era que Sunghoon lo hubiera besado, tampoco que le hiciera un oral, y mucho menos que lo masturbara hasta hacerlo terminar.
Lo peor era que le había gustado, más de lo esperado, sabiendo que los dos eran hombres y mejores amigos desde la infancia.
Su mente no podía alejar esos recuerdos vívidos de aquella noche, desde el primer momento en que todo eso regresó a su memoria no podía evitar repetirlo como un disco rayado, y por supuesto, tampoco podía evitar excitarse. Aunque estuvieran borrachos el sabía que los dos seguían estando conscientes de lo que pasaba entre ellos.
Estaba molesto, demasiado molesto. No podía ser posible que siempre se alejara cuando las cosas se comenzaban a poner un poco más serias. Era un cobarde.
. . .
Se encontraban en la primer hora de clases, para su mala suerte era en el gimnasio.
Sunghoon no despegó su mirada del rubio cuando descansaba de los ejercicios, y bueno, tampoco es como si al realizarlos lo hiciera.
El sonido del silbato se escuchó con fuerza.—¡Atención todos!—llamó la atención el profesor, sosteniendo unos folletos.— Les tengo información sobre la excursión de primavera a la isla Jeju, sus padres ya fueron informados mediante un comunicado por Mail.
