Crónicas de Equestria: Solarius el dios dragón de la voluntad

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NOTA: Hola a todos, sí, estoy de vuelta. Lamento haberme tardado en subir el capítulo, pero este es el más largo que he hecho. Así que, si lo disfrutan y apoyan, estaría más que contento. Dicho esto, ¡prepárense para un capítulo cargado!

En un lugar lleno de magia, Destino se encontraba escribiendo en su libro mientras que Realidad volvía de quitarse la armadura futurista. Destino, con una sonrisa, le mostró lo que había escrito, y Realidad quedó sorprendida.

Realidad: Ahora, ¿qué pasará? ¿Cómo salvarán a Spike?

Destino: Alguna forma hallarán, pero por ahora siéntate

Realidad: ¿Eh? ¿Por qué?

Destino: Porque estoy a punto de contarte la historia de solarius el dios dragon de la voluntad

Realidad, al escuchar eso, se emocionó. A pesar de saber la historia de cada universo, la forma en que su esposo la relataba era simplemente fantástica. Creó una nube, se acomodó en ella y esperó a que su esposo continuara la historia.

Destino: Ahora que tengo toda tu atención... que comience la historia

//hace más de 1500 años en el pasado//

En una tierra totalmente árida y rocosa, varios dragones luchaban ferozmente. Esta escena era observada por un gran dragón anciano, el cual bufaba molesto por la actitud de sus súbditos. Decidido a poner fin al alboroto, tomó aire y soltó un grito ensordecedor.

Skullrend: ¡Malditas bestias, dejen de pelear y vengan a presenciar el nacimiento de mi primogénito!

Todos los dragones que estaban peleando se acercaron inmediatamente al gran dragón para ver cómo cerca de él había un huevo con colores negro y rojo. El huevo se sacudía con fuerza, indicando que faltaba poco para su nacimiento. Todos los dragones observaban atentamente el suceso y finalmente, del huevo salió un dragón. Pero, contrario a lo que todos esperaban, el dragón bebé era muy pequeño y su llanto era muy débil, algo que hizo que todos los presentes, incluso su padre, mostraran una expresión de total decepción. El gran dragón Skullrend solo chasqueó los dedos, haciendo que una de las tantas dragonas a su servicio tomara al pequeño y lo revisara para ver si había algún problema.

Luego de un rato, la dragona regresó y le indicó al gran dragón que el bebé estaba sano pero que era muy débil. Ante esto, Skullrend se enfureció y mandó a ejecutar a su esposa, la madre del dragón bebé. Ella era una dragona imponente y con mucha fuerza. Al escuchar la orden, intentó huir, pero no por su propia vida, sino para salvar a su hijo. Sin embargo, no pudo hacer mayor cosa, ya que en segundos fue atravesada por varias lanzas, causándole una muerte inmediata. Mientras tanto, Skullrend se dirigió al dragón bebé y lo miró con decepción.

Skullrend: Espero que seas fuerte o te mataré cuando cumplas los 100 años, asquerosa basura.

La dragona que lo había revisado antes vio cómo el pequeño comenzaba a llorar con fuerza, por lo que Skullrend salió de la habitación. Ella se acercó al bebé para calmarlo.

???: Calma, pequeño, estoy aquí. No eres una basura, eres un buen bebé. Desde ahora yo te cuidaré. Mi nombre es Selene, pequeño. Espero que recuerdes eso cuando seas grande y fuerte.

El bebé, al sentir la calidez de la dragona, dejó de llorar y la miró con curiosidad. Selene, al ver eso, solo sonrió y pensó en un nombre para el pequeño.

Selene: Apuesto que serás muy fuerte. Eres un bebé maravilloso y por eso, tu nombre desde ahora será... ¡Solarius! Porque tu fuerza será mayor al calor del sol.

El bebé, al escuchar su nuevo nombre, sonrió y soltó una pequeña carcajada alegre, haciendo que el corazón de Selene se derritiera de ternura.

Desde ese momento, los años comenzaron a pasar poco a poco. Selene, siempre que podía, se ocultaba del señor dragón junto con el pequeño Solarius, consolándolo cuando lloraba debido a la actitud tan agresiva de su padre. A medida que Solarius crecía, se volvía más fuerte y grande, pero aun así, su padre seguía viéndolo como una basura indigna de ser su primogénito. El pobre Solarius, además de sufrir el desprecio de su padre, también era brutalmente golpeado por el resto de los dragones del reino. Estas golpizas siempre eran supervisadas por el señor dragón, lo que hacía que Selene, con el dolor en su corazón, solo pudiera observar impotente cómo su pequeño era usado como un saco de boxeo, sin poder intervenir.

la magia de la amistad y el impredecible amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora