Chapter 8: Tés franceses

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Harry siempre había pensado que crecer en una familia numerosa como la de Ron tenía sus desventajas.

Una de ellas fue el incidente con los gemelos, quienes, creyendo que sería divertido, transformaron el peluche favorito de Ron en una araña, dejándole un miedo profundo a esos bichos desde entonces. Otra desventaja, que Harry atribuía a los constantes jalones de oreja por parte de la señora Weasley, era la tendencia de Ron a decir tonterías.

A veces Harry bromeaba con la idea de que Ron también había heredado su miopía, aunque sabía que eso no era posible. Después de todo, el cabello de Harry no se había vuelto pelirrojo por pasar tanto tiempo con su amigo. Pero, sin duda, su mejor amigo se había superado con una de las mayores locuras que podría haber dicho.

—¡No estoy loco, Harry! —gritó Ron con la boca llena de comida—. ¿Cómo es posible que Malfoy se haya multiplicado?

—Claro, porque eso parece algo tan complicado —respondió Harry con sarcasmo.

Ron lo señaló con una varita de regaliz—. Te lo estoy diciendo, Harry. El hijo de Malfoy parece un mini Potter.

—No me señales con esa cosa —dijo Harry, manoteando para apartar la varita.

—¡No me lo niegues! ¡Es un jodido mini tú!

—¿Y qué se supone que significa eso? —preguntó Harry, desconcertado.

—Significa que si no tuviera los horribles ojos de Malfoy y ese porte de "soy mejor que todos por ser un malfolla-"

—¡Cállate, Ronald! —lo interrumpió Harry, frustrado.

Harry suspiró, frotándose la sien como si intentara alejar un dolor de cabeza que amenazaba con instalarse. La idea de que Scorpius, el hijo de Draco Malfoy, pudiera parecerse a él era tan absurda que ni siquiera sabía cómo responder. Pero algo en la insistencia de Ron, por ridícula que fuera, comenzó a hacer que sus pensamientos dieran vueltas.

—Ron, ¿de dónde sacas esas ideas? —preguntó Harry, tratando de mantener la calma.

—No es una idea, es una observación. Ese niño tiene más de ti que del propio Malfoy. Solo hay que ver cómo se comporta. ¡Hasta su cabello tiene un ligero toque desordenado! —Ron hizo un gesto amplio con las manos, como si intentara ilustrar su punto.

—Los niños pequeños tienen el cabello desordenado, Ron —respondió Harry, intentando sonar razonable. Pero algo en su interior se removió, una pequeña duda que no lograba acallar por completo.

—No, no, es más que eso. Es la manera en que se ríe, Harry. Y cuando me miró, te juro que vi algo en sus ojos. No como los de Malfoy, sino algo... diferente.

Harry lo miró, a punto de responder con otra negación, pero se detuvo. La imagen de Scorpius riendo en el Ministerio, con su cabello rubio ligeramente despeinado y una sonrisa que no encajaba del todo con lo que Harry habría esperado de un Malfoy, se le vino a la mente. Lo había notado en su momento, pero lo había descartado como una tontería.

—Ron, estás viendo cosas donde no las hay —dijo finalmente, aunque su voz sonó menos segura de lo que habría querido.

Ron se encogió de hombros, como si la conversación no le afectara en lo más mínimo. Pero antes de que pudiera replicar, Hermione apareció en el comedor, con una pila de pergaminos bajo el brazo.

—¿Qué están discutiendo ahora? —preguntó, observándolos con curiosidad.

—Ron cree que el hijo de Malfoy parece un mini Potter —dijo Harry, esperando que Hermione pusiera fin a la conversación con una lógica contundente.

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