Chapter 7: Pequeño dragón

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Hermione era todo lo contrario a lo que sus padres le habían aconsejado buscar en una amistad, pero después de dos encuentros casuales en el Ministerio Francés de la Magia, su vínculo con Draco se fortaleció rápidamente, casi como por arte de magia.

Recordaba lo abatido que se había sentido cuando Hermione negó saber sobre la existencia de Scorpius. Después de que él mencionara lo difícil que era lidiar con un niño pequeño en casa y las escasas horas de sueño, había tratado de abordar el tema de su hijo. Aunque no hablaron mucho al respecto en ese momento, unos meses después, tras unas copas, Draco se abrió a ella y le contó la verdad.

La conversación en los días siguientes fue incómoda; no sabía cómo empezar a explicar que tenía un hijo, y aún más importante, que ese hijo era de Harry Potter, el héroe mágico y mejor amigo de Hermione.

Hermione no lo presionó ni lo obligó a contar más. Draco le explicó cómo Harry había sido claro años atrás, cuando él estaba embarazado y con las hormonas a flor de piel, en que no quería saber nada del bebé.

Sin embargo, Hermione nunca se dio por satisfecha, porque su Harry nunca haría algo así.

Cuando aquella astuta chica logró forzar la convivencia entre él y su persona menos favorita de una manera tan slytherin que hizo sentir a Draco un orgullo interno, no pudo evitar reprenderla después de despedirse de Potter y llevar a Draco y a su hijo a un restaurante cercano al Ministerio.

—Dray —lo llamó Hermione, sonriendo nerviosamente mientras ayudaba a su hijo con una servilleta. Draco suspiró, agotado por el torbellino de emociones.

—No estoy molesto —murmuró, tomando un sorbo de su café—. Solo me tomó por sorpresa.

—Sabes que no lo haría si no tuviera una buena razón, Dray —dijo Hermione, sonriendo mientras tomaba la mano de Draco—. Créeme, Harry no sabe sobre Scorp. Aunque... sigue siendo una duda si tú...

—Granger, tú misma leíste la carta de Potter —dijo Draco, tratando de mantener la calma, especialmente con su hijo cerca, concentrado en comer las bolas de arroz con sorprendentes modales.

—Sé que no me mentirías, Dray. Y es por eso que deberíamos, bueno, tal vez si tú quieres, acercarnos un poco a él y...

—No —musitó Draco en un largo suspiro—. No podría, Herms. No es por querer alejar a mi hijo de él, pero no podría manejar otro rechazo, ni siquiera de él.

Draco hablaba en susurros, evitando que su hijo, más interesado en su comida, escuchara los murmullos de los adultos. Hermione se mordió los labios con nerviosismo, moviendo los pies inquietamente antes de suspirar.

—Lo entiendo... créeme, lo entiendo —murmuró en el mismo tono, tratando de reconfortar a Draco—. No te estoy obligando a hacerlo, solo...

Hermione tragó en seco, frotando su mano mientras apartaba un mechón de cabello.

—Solo que no tiene sentido que el mismo Harry que vi llorar por no poder tener hijos, niegue a su único hijo... Y mucho menos que te aleje después de verlo como un perrito callejero detrás de ti. —Draco no pudo evitar esbozar una sonrisa ante la imagen.

—No tienes que hacerlo solo. Si decides hablar con Harry, estoy aquí para ayudarte en lo que necesites —Draco asintió, agradecido por el apoyo. En ese momento, Scorpius terminó su comida y miró a su padre con una sonrisa de satisfacción.

Después de esa agradable comida con Hermione y Scorpius, Draco decidió que necesitaba más información antes de tomar una decisión. No podía simplemente asumir que Harry no sabía sobre su hijo sin comprobarlo primero.

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