|Para una mejor experiencia lectora es preferible que escuchen la música que coloque en el multimedia|—¿Qué hiciste, qué?
—Compré el bar para nosotros —lo dice tan despacio en mi oído que no sé si es el alcohol o mis hormonas, pero su sexy voz me erizó la piel—. ¿Quieres conocer nuestra oficina?
—¿Estás loco, Jake? ¿Por qué hiciste eso?
—Bueno, no quería que los hombres siguieran viéndote como una carnada, pero tampoco quería sofocarte, así que busqué otra opción.
—¿Y la mejor opción era comprarlo? —Cuestioné, a punto de reírme mientras él asiente encogiéndose de hombros—. ¿No se te ocurrió hablarme o... decirme que estabas celoso?
—Estoy buscando excusas para quedarme contigo, Jess.
—¿Y por eso haces estas cosas tan impulsivas? Formaste una pelea metiendo a un chico inocente, luego compras este bar y sacas a todos los hombres —no sé por qué, pero con cada sílaba que pronuncio, siento más deseo de besarlo—. Y no tengo idea de por qué me sigues encantando.
No pude resistirme y me abalancé sobre él. Nuestros labios chocaron en un sinfín de emociones y sentimientos. Su boca suave y con sabor a licor y a menta me embriaga más de lo que ya estoy, mientras que sus brazos abrazan mi cintura y mis manos se van a su cabello desordenado.
Sé que no está bien, sé que puedo arrepentirme, sé que pueden pasar muchas cosas; sin embargo, mi pobre corazón no lo entiende y mis profundos deseos tampoco.
—¿Me quieres? —me pregunta de repente entre besos y yo asiento—. Dímelo.
—Tú lo sabes —le muerdo el labio inferior como una señal de que lo necesito—. ¿Quieres estar conmigo o no?
—De todas las formas posibles, Jess —me susurra mientras sus labios besan mi cuello tiernamente—, pero quiero que tú también estés loca por mí.
—No estoy loca por ti —bromeo, besando sus mejillas hasta que su boca llega de nuevo a la mía—. ¿Tú sí?
—¿Tú qué crees? —coquetea conmigo, me tienta entre besos y caricias vagas, y siento que quiero más—. ¿Quieres conocer mi oficina?
—Si la vamos a estrenar, puede que sí —insinué, mordiéndome el labio inferior cerca de su boca mientras mis manos se van por su pecho, tocando y tentándolo—. ¿O la vas a estrenar con otra?
—Puede que sí, con una rubia de ojos azules que me trae loco.
Poco a poco caminamos entre besos y caricias, y en cuestión de segundos ya estamos en la pequeña oficina. No soy capaz de apreciar nuestro alrededor. Al entrar, Jake le pone un perillo a la puerta y me deja encima de la mesa, tirándolo todo al suelo.
Él deja de besarme para apreciar mi vestido, y yo aprovecho para quitarle el saco y la camisa. Luego, me volteo para darle la facilidad a Jake de que me baje la cremallera del vestido.
—Tu espalda... Esas curvas... Las he estado soñando todo este tiempo —me susurra al oído mientras la baja tan lentamente y acaricia cada parte de mi piel—. Eres la única que me vuelve un desquiciado, un loco, un maldito obsesionado; perturba todas mis noches, mis días, mis horas...
—¿Sí? —Me volteo ya con el vestido medio suelto y acaricio su duro pecho hasta llegar al tatuaje, el reloj que marca las doce—. Aún lo tienes...
—Lo tendré siempre. Te tendré siempre —recalca, y yo sonrío mirando y acariciando el tatuaje sin poder creer que aún lo tiene—. Jamás podría olvidarte, Jess, jamás podría siquiera intentarlo; estás en mi piel y dentro de mi corazón; de ahí nadie podrá sacarte.
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A media noche, acaba nuestra noche© #2 Amedianoche
Roman pour AdolescentsSegundo libro de la trilogía A media noche. Jessi Taylor sufrió todo un año sin saber nada de Jake Russell, pero para ella fueron como siglos lentos y tortuosos. Decidida a olvidarlo, cambia su vida por completo, desde su apariencia, sus al...