3. La frustración.

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   Jake Russell.

    Me levanto con la cabeza hecha un desastre, zumbidos en mis oídos y un dolor tan intenso que podría quedarme sordo. Y mi entorno no ayuda en absoluto. Le pedí a Tina que se fuera por unos días, pero creo que se lo tomó a la ligera o se le olvidó, porque estoy rodeado de desorden, papeles, un montón de botellas de alcohol vacías y suciedad por todas partes.

Suelto un gruñido de frustración porque todo esto solo me hace recordar la época de indigencia que tuve. Estiro todas y cada una de mis extremidades, que suenan como cuando un vidrio se parte. El mueble es recto, no es cómodo como una cama, y mi espalda ahora lo sabe.

Detesto estar aquí en este penthouse, solo, como un perro, como lo que soy y merezco. Miro mi celular y tengo infinidad de llamadas perdidas, pero ninguna era tan importante como un mensaje de Lorie. Cuando lo abro, supe que todo se había ido a la mierda, que yo mismo me había hundido en la miseria.

    «Escandalosa: Jess te vio por la ventana el sábado, no quiere saber nada de ti y que mucho menos desea que la busques. Mejor déjalo así Jake, sabía que la cagarias, después de todo eres así y no cambiarás»

    Me levanto, tirando maldiciones sin cesar. Tomo un trago de una botella nueva y luego la tiro por la sala, estrellándose contra una pared blanca y haciéndose añicos. Me siento de nuevo en el mueble y paso mis manos por la cara, mientras recuesto mis codos en mis rodillas.

    Soy un cobarde. No pude salir y enfrentarla, ni siquiera tuve el valor de mirarla a los ojos. El hecho es que vi a ese tipo cerca de ella y me cegué de celos. Las ganas de querer matarlo nacieron porque su mano estaba en su brazo, algo tan simple pero para mí tan significativo que no pude controlarme. Así que tuve que retirarme antes de que ella terminara odiándome más de lo que ya lo hace.

   Respiré profundamente y miré al vacío, hasta que finalmente me levanté decidido a cambiar mi estado de ánimo. No podía pasar el resto de mi vida sintiéndome miserable por no haber arruinado el futuro de la chica que amaba. Si ella no quería verme, si me odiaba, entonces la dejaría hacerlo.

   Me adentro en la ducha y dejo que el agua fría haga efecto en mi cabeza. Intento desesperadamente dejar de pensar en ella mientras el agua se confunde con las lágrimas de mis ojos, pero mis pensamientos me traicionan y comienzo de nuevo a recordarla. Maldición, Jess es una persona a la que me resulta tan difícil sacar de mi mente, como cuando el chocolate se me adhiere a los dientes y, por más que trate de deshacerme de él, siempre me queda un rastro dulce y persistente que me recuerda su sabor.

   Así que me resigné, ella seguiría en mi mente siempre que pueda hacerlo.

   Me pongo el traje y la corbata —la cual aún no logro hacer el nudo correctamente— y unos zapatos negros de vestir. Ahora me visto como lo hace Alec, mi padre, todo un señor empresario.

   Ha sido difícil adaptarme a todo este show empresarial. Tener más de una fuente de ingresos era espectacular, pero a la vez desgastante debido a las horas y horas de trabajo, los domingos de reuniones, las miles de llamadas comerciales y el sinfín de decisiones que tomar y órdenes que dar. A veces solía ser frustrante, más que eso, asfixiante.

    Por lo menos me complacía saber que hoy ayudaría a un gran amigo a obtener un trabajo más sustentable que el que tenía antes. Ethan seguía viviendo en un barrio pobre. Cuando lo fui a ver, me di cuenta de que estaba pasándola mal y que se negaba a recibir la ayuda económica de su novia, Lorie. Así que le ofrecí la mía. La rechazó, pero no pudo rechazar un buen empleo digno, en el cual empezaría hoy. Quizás, solo quizás, pueda sacarle algún tipo de información y saber si ese chico con el que estaba Jess era su novio o un simple amigo imbécil al que tendría que ahuyentar.

A media noche, acaba nuestra noche© #2 AmedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora