Septiembre.
Rowan miraba su reflejo, había círculos oscuros bajo sus ojos, un poco de maquillaje y quedaría perfecta. Toda la casa estaba en silencio, claro, su madre debía de estar encerrada en su cuarto ahogado los sollozos contra la almohada. Era todo lo que hacía desde el divorcio, aquel verano, cuando Rowan tan solo tenía catorce años.
¿Cómo le había afectado? De muchas formas, fue gracias a su mejor amiga, Olivia, que no termino por derrumbarse. La chica adoraba a su mejor amiga, se conocían desde primaria y desde el instante en que hablaron sabían que no se separarían. Ellas eran todo para la otra, juntas eran inseparables, juntan eran solo una.
—¡Mamá, voy saliendo a casa de Isa!— gritó desde la planta baja, al bajar arreglada de su cuarto con la mochila al hombro.
No escuchó respuesta, le dolía, su mamá no era la misma de antes. Nunca le dedicaba tiempo y aunque lo hiciera siempre mostraba un dolor en sus ojos cafés, Rowan no estaba segura de soportar tanto peso. No hablaba con su padre desde hace dos meses, cuando llegó del cine para encontrarlo en la cama con su entrenadora de pilates, fue una experiencia traumática para la alta. Su padre había engañado a su mamá durante meses, la que supone que era el amor de su vida, puras tonterías. Una no podía enamorarse tan profundamente de alguien, no existía, el amor era una basura.
Rowan fue hasta la cocina y se hizo un desayuno, lo guardo y se ató las agujetas antes de salir. El aire era frío, recordando los sucesos anteriores sintió los ojos picarle. No, no podía llorar no en medio de la calle. Era muy temprano aún, podía ir más tarde a casa de Olivia, fue al primer lugar que se le ocurrió. Detrás de la casa de enfrente había un parque, era público, ella fue con cuidado de no encontrarse con los dueños. Sabía que había un parque porque un amigo suyo, que antes vivía en la misma casa, la acompañaba de vez en cuando. Pero desde hace meses una nueva familia se había mudado a la casa de su amigo, era una lástima, le caí bien. Según su mamá era buenos, pero a Rowan realmente no le importaba.
Rodeó la cerca y cruzó la calle, ir por el patio de la casa era un atajo, estaba el parque un poco escondido en un pequeño bosque. A Rowan le gustaba, le traía tranquilidad el olor a la hierba y la cantidad de flores coloridas que decoraban el lugar. Era como un pequeño lugar secreto, casi nadie más conocía este parque, solo ella y el amigo que ahora vivía en España. Había una casita de madera, rodeada de flores rosadas y enredaderas. Dos columpios de madera y metal oxidado, a la chica no le importaba ya que se distraía con el chirrido que hacía al balancearse.
Fue hasta uno de ellos, dejando su mochila en la hierba y se sentó balanceándose con ayuda de sus pies. Algunos mechones de pelo se movían, su cabello era ondulado naturalmente, era muy raro que despeinara. Su papá antes la llevaba al parque comunitario, donde también había un carrito de helados, allí su mamá y el habían tenido su primera cita. Era una familia feliz, aún recordaba como los dos sujetaban sus manos mientras ella hacía equilibrio en el balancín. Después de unos segundos fue que sintió la lágrimas calientes bajar por sus mejillas, intentó ahogar un sollozo cubriendo su boca, pero salió como un jadeo.
—¿Estás bien?— escuchó una voz, era dulce y hablaba muy bajito.
Al levantar el rostro vio a una chica, debía de tener su edad, iba muy simple para ser tan bonita. Franela, jeans y zapatillas. Su cabellos estaba en una trenza que la hacía lucir infantil y sus ojos eran verdes. Rowan no respondió, se le quedó mirando con desconfianza, ¿Qué hacia ella aquí? ¿Cómo había encontrado el parque?
—¿Que haces aquí?— dijo muy bruscamente y la otra chica se alejó un poco, claramente intimidada.
—Estaba... un poco triste y dando vueltas me topé con este lugar, no está tan lejos de donde vivo.— miraba fijamente al suelo, parecía extremadamente tímida.
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RIVALES - ROWINA
FanfictionRowan Blanchard tiene que comenzar la secundaria, junto a su mejor amiga Olivia Rodrigo, después del divorcio de sus padres que supuso una etapa difícil en su vida. Ella no creía en el amor, hasta que conoció a Sabrina Carpenter, la mejor forma de h...