Me enamoré de la villana.
Sucedió cuando era una chica despistada.
Pero ella despiadadamente rompió mi corazón y lo atrapó en un frasco.
Desde entonces, juré odiarla hasta el fin de mis días.
Lalisa Manoban puede ser un demonio salvaje, pero yo esto...
❝ Fool me once, fool me twice Are you death or paradise? ... There's just no time to die ❞
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Presente.
La falta de sueño empieza a afectar a mi productividad y, lo que es peor, a mi vigilancia.
Ya no es un suceso raro o una ocasión fugaz. Últimamente soy incapaz de dormir, ya sea por voluntad propia o a propósito, y todo se debe al temor muy racional que Jennie pueda morir sonámbula.
No sería la primera vez.
La sorprendí de pie al borde del balcón de la isla de la abuela, con los brazos abiertos mientras sonreía al suelo.
Esa sonrisa aún me persigue. La tristeza y el aplastante alivio iluminaron sus ojos cafés como una estrella fugaz en una noche sin luna. Este momento fugaz fue el que más me impactó; cuando ella se quedó de pie bajo la brisa nocturna, con el camisón volando al viento, y supe, solo supe, que si no tiraba de ella hacia atrás, caería fulminada.
Se me escaparía para siempre.
Mientras el auto se detiene lentamente frente a la casa, me pellizco el puente de la nariz y me preparo mentalmente para otra noche de insomnio y tortuosa paranoia.
Me tomo mi quinto café del día y salgo.
Wang me sigue hasta la entrada y, en lugar de abrir la puerta, se pone delante.
Levanto una ceja.
Sus profundos ojos marrones parecen negros bajo la tenue luz, mientras lanza tímidas miradas a ambos lados de él.
—Ahórrame el suspenso. —Mi voz suena cansada a mis propios oídos—. Si hay algo que quieras decir, dilo o apártate.
—Esto no es sostenible, señora.
—Y tampoco lo es mantenerte en activo cuando no tienes claras tus prioridades, pero aquí estamos.
—Sabe muy bien que no puede sobrevivir con una falta continua de sueño. Su cuerpo acabará por apagarse y las consecuencias serán insalvables.
—Estoy seguro que Jihyo y tú gestionarán los asuntos de la finca hasta que me recupere.
—¿Solo para que pueda volver a caer en este estado?
—Si es necesario. Tengo que estar presente todo el tiempo.
—Entonces, ¿por qué no deja su trabajo y se dedica a cuidarla a tiempo completo?
—Lo pensaré.
—¡Señora! —Wang aprieta los dientes, agotando visiblemente la paciencia que suele tener en abundancia—. Si lo deja todo por ella, acabará despreciándola por obligarla a seguir este camino.
