Almost easy | 𝘚𝘺𝘯𝘢𝘤𝘬𝘺

Disculpa . ˖｡♡₊ ⊹˚

—Le juro que yo no hice nada —exclama el guardia de seguridad con pánico en su voz—. Ni si quiera lo toqué... Bueno, sí lo sostuve del brazo, pero...

—Tranquilo, Sean. Estoy seguro de que sólo fue un accidente —asegura el doctor Haner con una amable sonrisa después de asegurarse de que Zachary se encuentra cien por ciento consciente.

—Le pedí cortésmente que se fuera porque usted no podría verlo hoy y, bueno... Creo que debemos llevarlo a urgencias, ¿no? Está sangrando —alega el hombre uniformado, quien aún está muy agitado por la caída del detective.

Brian niega con la cabeza—. No se preocupe, lo llevaré a mi consultorio para tratar su herida. Él estará bien. No es necesario hacer de esto un problema más grande, ¿o sí?

Baker no puede despegar los ojos del piso. Se siente avergonzado por haber recurrido a tan baja estrategia para lograr su objetivo.

—Tiene razón —concluye el guardia.

— Oye, Sean. ¿Recuerdas aquel pastelillo que me llevaste la otra vez? ¿Crees que puedas comprarme uno igual para mañana? —Pide el de cabello oscuro, ofreciendo un billete de cincuenta euros.

—Eh, claro, doctor. Se lo llevo a su oficina a primera hora.

—No es necesario, llévamelo cuando inicie tu turno, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, doctor. Nos vemos mañana.

La atención de Haner regresa a Baker, lo cual le hace sentir menos dolor de cabeza y más remordimiento de consciencia.

—Ven, déjame ayudarte —dice Brian, ayudándole al detective a levantarse del último peldaño de las escaleras.

No hay rastro de la satisfacción que Zacky creyó sentir por lograr su objetivo. Al contrario, la vergüenza le hace soltar abruptamente la mano del médico en cuanto se pone de pie.

Ninguno habla durante el trayecto al consultorio. Brian guía el camino, aguantando las ganas de mirar a su acompañante para tratar de adivinar los pensamientos que guarda en su silencio. Pese a que es difícil, logra llegar a su cómoda privacidad de cuatro paredes antes de caer ante la tentación de encontrar los ojos de quien le visita.

—Parece que la herida en su cabeza no es muy profunda. No hay necesidad de suturar, así que sólo desinfectaré y le recetaré algo para el dolor.

Zacky continúa pretendiendo que el piso es más interesante que la persona frente a él. Esto, aunado al hecho de que no ha dicho palabra alguna desde su llegada, le causa gran desagrado a Brian.

—Siéntate acá —indica el médico con un tono más severo, señalando hacia la mesa de exploración.

Baker obedece y aprovecha que la atención de Haner se encuentra en su equipo médico para al fin hablar.

—Lo siento —murmura—. Sé que debí disculparme antes por lo ocurrido en el juzgado.

—¿Sólo has venido a decirme eso? —Cuestiona el médico con decepción—. Pudiste haber mandado una carta o algo así.

—Sentí que debía hacerlo en persona. Usted sólo llevó a cabo su trabajo. Yo perdí los estribos por el evidente veredicto y no debí descargar mi enojo de esa manera.

Brian suspira, regresando al detective con todo lo necesario para limpiar la herida en su cabeza.

—No me digas que has pasado todo el día en el hospital sólo para disculparte porque no te voy a creer.

Zacky traga saliva. Aunque la constante presión sobre su frente le causa molestia, el perfume del doctor mezclado con el agente esterilizante que utiliza es como anestesia pura.

Es hasta ahora que nota que Brian no viste su habitual bata blanca; es una camisa color gris oscuro la que cubre la parte superior de su cuerpo. A pesar de que no es muy ajustada, esta pieza de ropa resalta bien sus músculos.

Este detalle le hace pensar que el doctor estaba pasando el tiempo con algún interés romántico y que por eso se ha quedado hasta esta hora en el hospital. Si bien es correcto que Brian acompañó a Michelle durante un buen rato, la verdad es que sólo la estaba utilizando como una excusa para poder llegar a este preciso momento.

—Déjame observar mejor la herida —susurra Haner mientras utiliza su mano dominante para levantar el rostro de Baker.

La luz sobre ellos ilumina los ojos verdes del detective, quien siente el efecto de la anestesia imaginaria desaparecer en cuestión de segundos.

—Lo siento —repite, pretendiendo escapar de aquellos irises castaños

Desafortunadamente para él, la mano firme del médico bajo su barbilla le prohíbe seguir evadiéndolo.

—Si vuelves a decir eso, me encargaré de que tu herida sea más profunda —amenaza, rápidamente disminuyendo la severidad de sus palabras con una corta risa, la cual le devuelve el adormecimiento al cerebro de Baker—. ¿Por qué me buscas en realidad?

—Porque... Necesito... Necesito tu ayuda.

La sonrisa de Brian crece al notar el cambio en los pronombres que utiliza el detective. Pasó de hablarle de "usted" a hacerle una petición más personal y cercana con el "tu".

—¿Mi ayuda? ¿Para qué?

—Me han permitido realizar mi propia investigación respecto al caso de mi hermano y quiero hablar contigo sobre ello —confiesa—. Tú fuiste quien pasó más tiempo con él durante sus últimos meses, así que creí que podrías ser de gran ayuda.

Brian asiente en silencio, terminando el procedimiento médico antes de alejarse por completo del paciente.

—Creo que ya sabes cuál es mi teoría respecto a eso.

Baker presiona los labios hasta formar una delgada línea. De no ser porque el perfume del médico sigue atrapado en sus pulmones, de seguro que volvería a mostrarse agresivo y caería en otro episodio de furia contra el médico; similar al que ocurrió aquel día al salir del juzgado, cuando Zacky recitó amenazas e insultos ante el médico hasta que Lilith lo detuvo, justo antes de que llegara a dar el primer golpe.

—Así como haré con la investigación, me gustaría que comenzáramos desde cero —propone el detective tras sacudir la cabeza y evitar que los recuerdos de su agresiva reacción le afecten—. ¿Qué dices?

El médico pretende tomarse el tiempo de pensar en su respuesta. La verdad es que había esperado que este momento llegara desde hace días. Le molestó que Baker no le hubiera buscado antes y es precisamente esa la razón por la cual se negó a verle durante el día.

Sin embargo, no esperaba que Zacky fuera a ser tan insistente. Eso le hace imposible esconder su satisfacción cuando finalmente responde.

—Bien. Empecemos de cero.