Elarion: La Rebelión de las Sombras {COMPLETA}

Capítulo 61. La Huida de Nocturnia

El aire estaba denso con el olor de la ceniza y la tristeza mientras observaba las cenizas de Kaelan dispersarse bajo la luz tenue de la luna.

El vacío dejado por él era palpable, y el dolor se sentía como un peso aplastante en mi pecho. Raelyn y Zarek estaban a mi lado, sus rostros reflejando el mismo dolor y confusión que sentía yo.

De repente, vi a Dante correr hacia nosotros con una urgencia que me puso en alerta. 

Su expresión estaba marcada por el pánico y la determinación, y su voz resonó en el patio, cortando el silencio como una cuchilla.

—¡No tenemos tiempo! —gritó, su voz firme y llena de urgencia—. Tenemos que marcharnos de Nocturnia, ahora.

Raelyn, con sus ojos llenos de confusión, fue la primera en hablar.

—¿Qué ocurre? —preguntó, su voz temblando por la mezcla de tristeza y preocupación.

—No podemos quedarnos aquí —respondió él, agarrando su brazo con fuerza—. Mi padre es el que mandó a Valerya a matar a Sirena... Está dispuesto a hacer lo que sea para mantener su trono. Debemos irnos antes de que sea demasiado tarde.

—¿Por qué haría eso tu padre? —intervino Zarek, su mirada severa llena confusión.

Dante me miró en busca de aprobación para contarles la verdad.

Yo simplemente hice un gesto de asentimiento.

Era el momento de que supieran todo.

—Lo que voy a decir es difícil de creer —comenzó, su voz baja y cargada de desesperación—. Traje a Sirena a Nocturnia bajo las órdenes de mi padre, porque según la profecía, ella es la descendiente de Aeloria, la única que tendrá el poder de traer paz y equilibrio a Elarion...

Raelyn y Zarek intercambiaron miradas de asombro.

—Pero mi padre no quería a Sirena para restaurar el equilibrio —continuó Dante—. Su plan era usarla para destruir la Alianza de la Luz. Pretende destruir la Alianza y tomar el control total de Elarion.

—Eso es... —murmuró Raelyn, horrorizada.

Dante tragó con dificultad antes de seguir.

—Pero eso no es todo... Sirena es la hija de Miriel. – Soltó de golpe – Ella es la legítima heredera al trono. Y mi padre ha intentado matarla para evitar que reclame su lugar.

Raelyn asintió lentamente, el peso de las revelaciones llenando el aire.

— ¿Qué eres quién? – Dijo Zarek incrédulo mirándome con los ojos tan abiertos que parecía que se le iban a salir de sus cuencas.

Yo me limité a asentir encogiéndome de hombros.

—Entonces, si todo esto es cierto —dijo Raelyn—, tenemos que protegerla y asegurarnos de que no caiga en manos de tu padre, como Kaelan... – Sus ojos se volvieron a llegar de lágrimas.

Dante asintió con determinación.

—Por eso mismo tenemos que salir de aquí ya.

Miré a Dante, sus palabras resonando en mi mente. 

Sentí miedo, pero también una determinación naciente.

—Tu padre no va a parar hasta encontrarme...— mi voz quebrándose a pesar de mi intento de mantener la calma.

—Lo sé, teme lo que eres, lo que podrías ser —respondió, acercándose a mí—. Si la profecía es cierta... y además como heredera de Nocturnia, seguramente tendrás un poder que ni siquiera él podría controlar. Y eso lo asusta más que cualquier cosa.

Asentí lentamente, procesando sus palabras. 

La magnitud de lo que decía era abrumadora.

Mi mente tardó unos segundos en procesarlas, y cuando lo hizo, el miedo se instaló en mi estómago como un nudo helado.

—¿Y dónde vamos a ir? —logré preguntar, tratando de mantener la voz firme.

—A Skyrend—dijo, mirándome con una seriedad que no había visto antes.

Zarek asintió, su expresión endurecida y resuelta.

—¿A qué esperamos entonces?—dijo, y su voz resonó con urgencia.

Nos apresuramos y cuando llegué hasta Zephyr subí a su lomo, sintiendo el vínculo entre nosotros fortalecerse con cada segundo que pasaba.

El aire nocturno estaba frío contra mi piel mientras nos elevábamos en el cielo.

El vuelo fue silencioso, cada uno de nosotros perdido en sus pensamientos. 

Las estrellas brillaban sobre nosotros, testigos mudos de nuestra huida desesperada. 

Sentí el viento en mi rostro, y con cada ráfaga, mi mente se llenaba de preguntas sin respuesta.