Capítulo IV

278 35 0
                                    

Parte I

Parte I

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sergio


—¿A dónde vamos exactamente? —pregunto.

Después de remar de regreso a la orilla y amarrar nuestras tablas al techo del Jeep, Max me miró y puso todo mi mundo en eje con una simple frase.

—¿Quieres ir conmigo a una fiesta esta noche?

Me tomó un segundo encontrar mis palabras —porque aparentemente, después de un mes de indiferencia, olvidé cómo hablarle a ese tipo —antes de encogerme de hombros de manera no tan casual y decir que sí.

Pero ahora, horas después, cuando Max sale a la autopista que se dirige hacia el interior, tengo una persistente sensación en el estómago que me dice que nos dirigimos a...

—Portland —dice, mirándome.

Sí. Me lo imaginaba.

—¿Por qué? —pregunto, sin poder evitar que mi voz se llene de escepticismo.

Una sonrisa se dibuja en su rostro, iluminada por el brillo del tablero. 

—¿Dónde más vamos a encontrar buenas fiestas?

—¿Seaside? ¿Warrenton? ¿Rockaway? —digo, enumerando algunos de los pueblos vecinos. Todos los lugares a los que supuse que iríamos cuando acepté ir con él esta tarde. Un lugar lo suficientemente cerca como para que no tuviéramos que preocuparnos por que nos detuvieran o por ser atrapados por beber siendo menores de edad.

Me doy cuenta de que pone los ojos en blanco cuando lo miro de nuevo. 

—Está bien, pero todos son aburridos. Son todos iguales. Y además, las fiestas de Portland son mucho más divertidas.

—¿Y tú sabrías eso cómo, exactamente?

Me mira con una ceja enarcada antes de volver a mirar por el parabrisas. 

—¿De verdad crees que no venía aquí a fiestas prácticamente todos los fines de semana desde que podía conducir? ¿Al menos en verano?

Mis ojos se me salen de las órbitas cuando proceso lo que acaba de decir.

 —¿Qué? —Toso, sin estar del todo seguro de haberlo escuchado bien.

Él se ríe y me da una palmada en el hombro. 

—Tengo mucho que enseñarte en el próximo mes, Sergio.

La forma en que mi corazón se acelera y mi estómago se revuelve ante sus palabras es repugnante, incluso para mí mismo. ¿Y la cantidad de alegría que corre por mis venas ante la idea de tener más días, más noches, más tiempo para pasar con Max?

Es espantoso.

No respondo, me limito a mirar por la ventana y dejo que mi mente divague con posibilidades desesperanzadoras, que debería saber que no debo desear, ahora más que nunca, y cuando llegamos a la casa que debe ser nuestro destino, he dejado que mi mente dé vueltas en círculo tras otro.

Head Above Water: [ Chestappen/Perstappen ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora