Carlos
El sábado nos levantamos a media mañana, aprovechamos esa noche para poder dormir y descansar, y entonces comimos algo ligero un par de horas antes de acompañar a Bella a la sede de la FOM, en Londres mismo. Ella se había vestido con una hermosa y profesional camisa blanca y unos pantalones oscuros, se había planchado el pelo y retocado muy sutilmente con maquillaje, ya que decía que no le gustaba ir "impresentable" pero tampoco "demasiado pintada".
Conduje mi Ferrari por las calles de la ciudad hasta llegar al edificio. Un par de fans me habían reconocido durante el trayecto y nos habían echado algunas fotos, a las cuales habíamos sonreído, aún así sabiendo que no tardarían en estar por todas las redes sociales.
Le di un pequeño beso a Bella antes de que ella abriera su puerta y bajara del coche, y entonces la observé subir las escaleras con la ayuda de una muleta hasta llegar a la puerta de entrada, cargando con una pequeña cartera de trabajo con los papeles que necesitaba llevar. Antes de entrar por las puertas, me echó una última mirada, y le sonreí al verla, arrancando el coche una vez ella ya había desaparecido dentro del edificio.
Decidí pararme a tomar un café y algo para comer en un café cercano, así que aparqué el coche y pedí un café con leche y un cruasán antes de sentarme en una pequeña mesa cerca del vidrio que daba a la calle.
Ya estaba empezando a degustar la bebida que me habían traído cuando una chica de más o menos mi edad, se me acercó con una sonrisa. Primero supuse que era una fan, pero después descubrí que no era así.
— Hola, me llamo Emma. ¿Qué tal? — dijo ella alargándome la mano.
— Hola. Bien, gracias.
— Esto parecerá muy raro y tal, pero es que te he visto solo tomando algo y bueno, yo también estaba ahí sentada sola. Preguntaba si ¿podría sentarme contigo?
Dudé por unos segundos, pero vi que la chica no parecía ir de otra forma que no fuese amistosa, así que acepté su compañía.
— Gracias — dijo, sentándose en frente mío.
— ¿Qué tomas? — le pregunté, echando un vistazo a su bebida.
— Un té frío de frutas. Está riquísimo. Siempre me lo pido cuando vengo aquí. Por cierto, me encanta tu estilo.
— Gracias — sonreí —. Así que no es la primera vez que vienes — dije, por alguna razón cambiando de tema y tomando otro trago de mi café con leche.
— Qué va. ¿Es la primera vez que vienes tú?
— Sí, no vengo demasiado por Londres.
— Oh, ¿de dónde eres?
— Vivo en España, estoy aquí de vacaciones.
— ¡Qué bien! Yo normalmente vivo aquí, pero viajo bastante por trabajo — me sonrió.
— ¿Y eso?
— Soy fotógrafa — me contó ella —. Empresas grandes me contratan y normalmente viajo con ellas para ofrecerles mis servicios a largo plazo.
— ¡Qué bien!
— ¿Tú qué haces?
— ¿Yo? Eh... — me planteé contarle la verdad, pero preferí ahorrarme el tema —. Trabajo en negocios.
Emma me sonrió y estuvimos charlando unos minutos más, de ninguna otra manera que amistosamente, por eso lo permití, hasta que Bella me mandó un mensaje diciéndome que ya estaba saliendo de ahí. Me despedí de Emma y subí a mi coche para acercarme lo más rápido posible a Bella, a quien encontré en las puertas del edificio, justo donde la había dejado. Ella, al verme, caminó hasta el coche y se subió a mi lado, dándome un beso con una enorme sonrisa en la boca.
— ¿Así que ha ido bien? — pude entender por su cara.
Bella asintió, orgullosa.
***
— ¡Y entonces me ha preguntado por ti! — me explicaba Bella, estirados en nuestra cama —. Me ha dicho: "¿permitirías que tu relación con el piloto Carlos Sainz tuviera efecto en tu rendimiento o forma en que trabajas?". ¡Yo no sabía que les habías contado, Carlos! — rio.
— Bueno, es que tuve que darles explicación después de buscar como loco trabajos disponibles por el paddock.
Isabella sonrió y me besó.
— Me gusta esto de que lo mantengamos privado pero no secreto.
— Y a mí, mi Bella. Y a mí.
— Pues me han dicho que me mandarán un mensaje lo antes que puedan, para decirme si me dan el trabajo o no — Bella apoyó su cabeza en mi pecho y acarició mis abdominales desnudos.
— Estoy seguro de que irá bien. No te preocupes — dije yo apartándole un par de mechones de pelo de la cara.
Bella sonrió y vi como lentamente cerraba los ojos descansando a mi lado y sintiéndose segura, cosa de lo que me sentí realmente orgulloso. Me sonreí a mí mismo y me estiré un poco para llegar a apagar la luz antes de cerrar los ojos y dormirme acariciando el brazo de Bella.
***
El martes siguiente, Bella y yo ya estábamos en Austin, Estados Unidos, disfrutando de un relajado día en el spa del hotel. El domingo nos habíamos despedido de mi familia y habíamos tomado un vuelo hasta el siguiente destino de mis carreras, habíamos hecho el check-in en el hotel y, por la noche, yo había recibido un mensaje de mi papá en el teléfono.
"Nos ha gustado mucho conocer a Isabella. Es muy buena chica. Espero que os vaya bien en Austin, estaremos atentos a tus resultados. ¡Nos vemos! Dale saludos a ella también."
Me había encantado que se llevara así de bien con mi familia. Era una chica muy madura y de verdad encajaba genuinamente con el estilo de ser de mis padres y hermanas. Ya tenía ganas de que nos volviéramos a encontrar todos juntos.
Noté como el masajista que estaba masajeando mi espalda paró y mis pensamientos abandonaron mi cabeza. Abrí los ojos y vi a Bella, estirada en la camilla a mi lado, mirándome a mí con una sonrisa.
— Bien, hasta aquí. Les dejaremos vestirse — dijo la masajista de Bella.
— Gracias.
Ambos trabajadores abandonaron la caliente sala y cerraron la puerta tras suyo. Entonces lentamente Bella y yo levantamos el torso de las camillas y nos sentamos en el borde de ellas, tomando las toallas y envolviéndonos en ellas, yo haciendo que la mía me rodeara tan solo la cintura, y Bella poniéndose la suya a la altura de los pechos, tapándole así casi todo el cuerpo hasta medio muslo.
— Me he quedado muy y muy calmada — dijo Bella dándome un beso.
— Y yo, la verdad.
— Por cierto, amo como te queda la toalla así. Tienes un hermoso pecho — sonrió ella, acariciándome el torso.
Le sonreí de vuelta y puse mi mano en su cadera para guiarla hasta la puerta. Subimos tranquilos hasta nuestra habitación y, ahí, nos estiramos en la cama.
— Carlos — dijo Bella en un tono serio, mirando su teléfono estirada a mi lado —. ¡Carlos, me quieren dar el trabajo! — su tono cambió rápidamente a una euforia y felicidad hermosas.
— ¡Sabía que lo harías, mi Bella! Está genial. ¿Qué te han dicho? — me acerqué a ella en la cama y ambos miramos a la pantalla.
— Quieren reunirse conmigo mañana mismo para contarme cómo funcionará. Dicen que empezaré a trabajar esta misma semana en Austin, porque hay personal de vacaciones y necesitan incorporarme lo más rápido posible — explicó Bella leyéndolo —. ¡Estoy muy feliz!
Ella bloqueó su móvil y me contagió su enorme sonrisa. La abracé estrechamente y le di un fuerte beso en los labios mientras notaba que nuestras sonrisas se escapaban de nuestras bocas.
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Más allá de la Pista - 55
FanfictionCuando Isabella, una joven periodista, es asignada para entrevistar al piloto de Fórmula 1 Carlos Sainz, lo último que espera es que su vida dé un giro inesperado.