Capítulo 27

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Desperté antes que todos en aquel escondite que llamábamos hogar. Desde fuera, la casa parecía abandonada, con sus ventanas rotas y su fachada descuidada, pero por dentro estaba lo suficientemente bien cuidada como para servirnos de refugio. La luz matutina se colaba por las rendijas de las cortinas gastadas, y el silencio de la madrugada llenaba el aire con una sensación de calma, una calma que no duraría mucho.

Me levanté, dejando atrás la delgada manta que había usado durante la noche, y salí al pasillo. Mis pasos eran rápidos, guiados por la necesidad de encontrarme con Reik. Aquel hombre había sido como un padre para mí. Me había recogido de la calle cuando no era más que un niño, me había entrenado, me había dado un propósito en la vida. Y aunque no siempre entendía sus métodos, sabía que le debía mucho. Había llegado el momento de informarle de todo lo sucedido.

Llegué frente a la puerta de su oficina, una puerta de madera vieja y maciza que crujía con cada toque. Golpeé suavemente, y tras unos segundos que se me hicieron eternos, oí su voz desde dentro.

—Adelante.

Empujé la puerta y entré. Los ojos de Reik se iluminaron en cuanto me vio. Era como si hubiera esperado este momento durante mucho tiempo, como si mi regreso fuera la respuesta a una plegaria silenciosa.

—¡Hyunjin! —exclamó, levantándose de su silla con una sonrisa que raramente mostraba—. Has vuelto. Pensé que algo malo te había pasado.

Antes de que pudiera reaccionar, me abrazó. La calidez de su gesto me tomó por sorpresa. No era un hombre afectuoso, pero en ese momento, parecía genuinamente aliviado. Aunque me resultaba extraño, correspondí al abrazo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que sentí ese tipo de cercanía, y por un instante, me permití bajar la guardia.

—Siéntate —me ofreció, señalando una silla frente a su escritorio.

Me dejé caer en la silla, sintiendo cómo la tensión de las últimas semanas se desvanecía poco a poco. Sobre la mesa, había un plato con galletas. Mis ojos las siguieron durante un segundo, y Reik, notando mi interés, empujó el plato hacia mí.

—Toma. Están frescas.

Asentí y tomé una galleta. En cuanto le di un mordisco, su sabor me sorprendió. Estaban realmente buenas, mucho mejor de lo que había esperado.

Reik se sentó frente a mí, observándome con esa mirada calculadora que siempre llevaba. Sabía que estaba esperando respuestas, y no tardó en preguntar.

—Cuéntame, Hyunjin, ¿qué pasó? ¿Cómo lograste salir de ahí o de donde quiera que hayas estado?

Tomé un trago de agua antes de responder. Empecé a narrar los eventos que habían llevado a mi captura, las semanas en la celda, la tensión con los militares, y finalmente, mi escape. Reik escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando, como si estuviera procesando cada detalle, cada movimiento que describía.

Cuando terminé, hubo un breve silencio. Reik se inclinó hacia adelante, entrelazando los dedos sobre el escritorio. Sabía que lo próximo que diría sería crucial así que me preparé mentalmente para la pregunta que sabía que vendría.

—¿Has averiguado algo? —preguntó, con la voz baja pero cargada de expectativa.

Tomé una pausa. Las palabras se agolpaban en mi mente, pero sabía que debía escogerlas con cuidado. No era solo cuestión de informarle sobre los planes de los militares. Había más en juego, algo que complicaba todo.

Finalmente, rompí el silencio.

—Sí, he descubierto su propósito y el tiempo que estarán en el área. También he encontrado el punto débil del Capitán militar —respondí con cautela.

Corazón bajo fuego - Changbin SKZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora