Capítulo III

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La ovación, las apuestas y el rugido de los motores, ese era el ambiente que se había formado ante la repentina aparición. Tener a Lena Luthor en esa carrera clandestina había aumentado y potenciado todo tipo de atención, tanto buena, como mala, especialmente la última. En uno de los edificios cercanos se encontraba Roman, en el que para él era un punto estratégico, observaba con sus binoculares todo, quería saber cuánto tiempo le tomaría al FBI ir tras Kara Danvers, porque lo sabía, tenía oídos por todo lado. No solo irían tras sus pasos para arruinar sus problemas, sino que también buscarían recuperar a la que fue su mejor agente, hasta el momento en que la habían creído muerta. Con clara irritación bajó los binoculares luego de observar como "alababan" a la hija de su natural rival, Lillian Luthor. Le dio órdenes a sus reclutas para seguir con el plan, por nada del mundo aplazaría tener en su poder a Leviathan y el Myriad, ya se encargaría él mismo de deshacerse de sus estorbos, sonrió de medio lado alejándose poco a poco del edificio.

Lena respiró profundo encendiendo el motor de su auto, miró de reojo el tanque de NES, cruzando los dedos esperó que Mike no hubiese perdido el encanto para instalarlos a la vieja escuela. Alzó la mirada apenas sintió una mirada intensa, era Kara que le sonrió engreída tomando el volante, intentó no poder los ojos en blanco para no darle el gusto, después de todo, seguía siendo la mujer que quería.

Luthor, ¿me escucha? —escuchó la voz de Prince en el pequeño audífono que Winn le instaló.

—Fuerte y claro, Prince —murmuró intentando ser lo más disimulada posible, por suerte Kara había desviado su mirada.

Recuerde que esto no es un juego de reconciliación. Puede ser una trampa.

Rodó los ojos, decidió concentrarse mejor en la carrera, hacía tiempo no corría, pero no olvidaba nunca la sensación de estar frente al volante, era reconfortante, como si estuviera recuperando esa parte que había dejado resagada por sus estudios y su ahora ex novia. Su corazón comenzó a latir cuando vio al hombre escandaloso y avaro colocarse en medio de la carretera mostrando el grosor del fajo de dólares que estaba siendo apostado, acomodó su cabello sintiendo como su orgullo crecía, pagaban por verla ganar y eso haría.

—¡Bien señores, ya conocen las reglas. Quien llegue primero a la meta, esquive a los polis y regrese acá mismo, gana el dinero y los autos rivales! —todos asintieron ante las reglas— ¡¿Listos?! —comenzaron a rugir en cuanto vieron a la chica moverse sugestivamente con un pañuelo rojo— ¡Fuera!

El pañuelo cayó al suelo, así mismo la gradería improvisada comenzó a gritar emocionados viéndolos conducir a toda velocidad. No le extrañaba que los hombres aceleraran tan pronto para dejarlas perdidas, comenzó hábil a moverse entre sus rivales ignorando los gestos sugestivos que le hacían para intentar hacerla perder la concentración. Viendo a través del retrovisor vio a Kara acercarse decidida, conocía esa mirada, la vio cientos de veces cuando lucharon juntas contra Jack, Corben e incluso Lucy. Distraída por un cuarto de segundo, no se dio cuenta cuando había sido sobrepasada por la dueña de sus pensamientos.

—Oh, no, Kara. No vas a ganarme como la última vez —colocó su mano en la llave del NES—. No me falles, Mike.

El flujo del nitro comenzó a fluir rápido en el sistema automotriz, sintió ese conocido "tirón" de la potencia que estaba ganando el auto, miró las manecillas del velocímetro, estaban alteradas, sonrió pícara y muy orgullosa de su mejor amigo. Aceleró empujando ligeramente a sus contrincantes para seguir muy de cerca a Kara, estos por su poca habilidad, no pudieron evitar colicionar entre sí. Cambió las marchas estratégicamente, hasta que pudo colocarse justo a la par de la ojiazul, apenas sus ojos se encontraron, sonrieron, cosa que ella sintió tan familiar. En otro descuido se volvió a adelantar haciéndola casi reírse porque parecía que comenzaba a jugar. Negando con su cabeza para alejar los pensamientos, se adentró por nueva cuenta en el juego, estaban ingresando a la ciudad, Dublin a esas horas de la noche era un completo silencio, casi ninguna alma se veía, eso significaba que la policía estaba más alerta.

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