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|𝟏𝟎|𝐏𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐞𝐋𝐚𝐮𝐟𝐞𝐲

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|𝟏𝟎|
𝐏𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐞
𝐋𝐚𝐮𝐟𝐞𝐲

Stuart comenzó a reír a través de la línea como si le hubiese contado el chiste más divertido de todo el siglo. La verdad es que lo había llamado en la primera oportunidad que tuve de estar solo para llamarlo y contarle mis desgracias.

— ¡Mira el lado bueno, John! Al menos ya conoces a la familia y su hermana piensa que eres el novio.

— ¡¿Yo para que quiero conocer a su familia y que su hermana piense eso?! Me vale un choto lo que su familia piense, es más, por mí mucho mejor si me odian porque eso haría que yo ya no viniese a esta casa. — Exclamé algo fastidiado, aunque era mucho más por la vergüenza que había pasado.

— ¡Pues para que te lo conquistes! Al cabo que ya tienes la aprobación de la familia. Que envidia, John.

— Su mamá me miró horrible, como si hubiese sido yo el que atropelló a su perro; bueno, ni siquiera sé si tienen perros, pero... ¡Agh, tú entiendes! — Hablaba con la pura verdad, la mamá de Paul tenía un poquito de fama por ser bastante... Pues no sé cuál sea la palabra, pero ajá.

— Seguro te leyó la mente y se enteró de todas las puercadas que le quieres hacer a su hijo. — Habló, para después comenzar a reír como hacía todos los días cuando contaba un chiste realmente malo.

— ¡En mi vida te vuelvo a contar algo, Stu! Me haces sentir como la persona más sucia del mundo. — Fruncí el ceño como si él estuviera aquí.

— Pues báñate. — Comenzó a reír incluso más, ¿qué obsesión tenía este gay reprimido con burlarse de mí y de mis desgracias?

— Agh, basta. Te voy a colgar porque ya no te aguanto y porque ya voy a comenzar con el proyecto, ¿le avisas a mi hermana que no voy a llegar temprano hoy? Olvidé decirle. — Comenté, comenzando a sacar algunos materiales de dibujo de mi mochila de hombro, un poco similar a que llevaba Paul para ir a la universidad.

— ¡Ah, claro! — Se escucharon unos ruidos similares a una pequeñita caminata, ¿qué acaso estaba con mi hermana, la rubia cabeza de elote? — ¡Astrid, hermosa! Dice tu hermano el orangután que va a llegar más tarde. — Se escucharon otros susurros que me alertaron, al segundo siguiente escuché de nuevo la voz de mi mejor amigo. — ¡Dijo Astrid que está bien! Solo que vengas con cuidado.

— ¡Espera!, ¡¿acaso estás en mi casa, rata rompe hogares?! — Exclamé y él hizo un pequeño “Ups” que pude escuchar a través de la línea.

— Mejor te dejo para que le des muchos besitos a tu nuevo novio, ¡cuídate! — Abrí mi boca, en un vago intento por decir algo más. Pero aquel sonido tan característico que me indicaba que la llamada se había finalizado, sonó.

Solté el teléfono y lo dejé por algún mueble cualquiera de la habitación. Me senté de nuevo en la silla de oficina que estaba en el cuarto de Paul, era una habitación... Algo peculiar, de hecho, era bastante parecida a aquellas que ves en Pinterest, aunque, claro, tenía también un toque muy suyo.

𝐄𝐍𝐄𝐌𝐈𝐄𝐒 | 𝘔𝘤𝘓𝘦𝘯𝘯𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora