𝐄𝐍𝐄𝐌𝐈𝐄𝐒 | 𝘔𝘤𝘓𝘦𝘯𝘯𝘰𝘯

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𝐅𝐚𝐤𝐞 𝐏𝐥𝐚𝐬𝐭𝐢𝐜 𝐓𝐫𝐞𝐞𝐬
𝐑𝐚𝐝𝐢𝐨𝐡𝐞𝐚𝐝

— ¡¿Cómo dices que dijiste, gay reprimido?! — McCartney le miró con odio en sus ojos, aunque se esperaba una confesión mucho más intensa, tal vez un “Te odio más de lo que odian a Peso Pluma”, ¡¿cómo era eso de que su mamá era marica?! Bueno, sí lo había hecho enojar más pero realmente se esperaba algo así bien woaaaah, algo que le hiciera volar su cabeza, aunque era también muy obvio que eso no iba a pasar, conociendo a Lennon...

— ¡Dije que...! — Un grito se asomó en sus labios cuando sintió el peso del pelinegro sobre su cuerpo, parecía que ahora era su turno de cobrar venganza. Lo intentó alejar con todas su fuerzas pero las bocanadas de aire que antes se había esforzado por conseguir habían sido completamente en vano.

Mientras se repartían golpes que muchas veces ni siquiera le daban al contrario, George se acercaba de lo más feliz hacía donde estaban los dos, y automáticamente se dibujó un semblante de puro espanto cuando los vio pelear como perros y gatos ahí en el piso. Los gritos de los demás estudiantes también llegaron a su oído sin dificultad, Ringo, quién estaba acompañando a Harrison, sacó unas palomitas de su mochila y comenzó a comer mientras admiraba del gran espectáculo.

— ¡Paul, dijiste que ya no te ibas a meter en problemas! — Le gritó a su mejor amigo, que seguía tan metido en su pelea con aquel castaño de ojos chiquititos que ni siquiera logró escuchar lo que el cejas le había dicho.

Harrison rodó los ojos mientras mejor se dedicaba a observar toda la pelea que había sido causada por puras indiferencias infantiles.

— ¡No puedo creer que me hayas llamado gay reprimido, gay... Tu mamá! — Paul le dio una patada en el abdomen y John aprovechó su movimiento para... ¡Lo que sea que esté haciendo! Parecía más una partida del clásico juego Twister.

— ¡Basta de insultar a mi mamá, John! — Estaba a punto de darle un golpe en su mandíbula, nuevamente, pero unos golpes en seco y demasiado fuerte se aproximaban a ellos, McCartney se asustó y mejor se comenzó a alejar porque no quería ser suspendido de nuevo por culpa de Lennon.

— ¡¿A dónde crees que vas, muñe...!? — Sintió una presencia maligna y diga del infierno a sus espaldas, abrió los ojos del espanto provocado, mientras al mismo tiempo miró a Paul quién observaba ahora a las espaldas de John, entonces supo que se había metido en grandes problemas.

— ¿Qué está pasando aquí, Lennon, McCartney? — Una voz autoritaria se presentó en ese alrededor en específico. George, sumergido en el gran chisme, le quitó la bolsa de palomitas a Starr y este se quejó mientras bufaba porque otra vez, Harrison conseguía toda la comida de sus amigos.

Ahora sí que tenían la completa atención de todos sus compañeros, incluídos los de otra carrera habían llegado a esa zona donde ni siquiera les tocaba clase. John miró a los ojos del azabache y se dio cuenta de que había olvidado tomarse el tiempo para verlo a los ojos de manera intensa. Tal cual como si fuese una novela de aquellas que toda madre veía.