Pasaron los días y los meses, y Laura continuó destacando en su grupo. Su carácter sociable y su disposición a participar en actividades la convertían en una estudiante notable. La confianza entre ella y el profesor Santiago crecía con cada día que pasaba, forjando una relación que, aunque compleja, se consolidaba poco a poco.
Sin embargo, había momentos en que Laura no podía evitar sentirse incómoda. A pesar de que le gustaban las instalaciones de su nueva escuela, todavía le costaba acostumbrarse al entorno de una escuela pública. No era tanto por los recursos, sino por la falta de ciertas comodidades a las que estaba acostumbrada, como las amplias áreas de esparcimiento y, sobre todo, la piscina.
Laura siempre había amado nadar. Era su manera de liberar energía, de encontrar un momento de paz en medio de la agitada vida escolar. En sus antiguas escuelas, la piscina había sido su refugio, el lugar donde podía despejar su mente y olvidarse de todo. Ahora, aunque se adaptaba lo mejor que podía, no podía evitar sentir una punzada de nostalgia cada vez que pensaba en esos días.
De vez en cuando, Laura mencionaba cómo eran sus antiguas escuelas. No lo hacía con ánimo de comparar, sino más bien como un recordatorio de algo que había disfrutado mucho. Sin embargo, estas menciones parecían incomodar a Santiago, quien siempre le respondía con un tono que dejaba claro su desagrado.
-Este es el lugar que elegiste, Laura -le decía Santiago en más de una ocasión-. Tienes que aprender a estar aquí y a dejar atrás lo demás.Laura, sin querer entrar en una discusión, le explicaba una y otra vez:-No estoy comparando, solo estoy recordando. Sé que suena como una comparación, pero no es mi intención. Simplemente los recuerdos vienen a mi mente de vez en cuando, y no puedo evitar hablar de ello.
A pesar de sus intentos por aclarar la situación, Laura podía sentir la tensión en el aire cada vez que mencionaba el tema. Santiago, aunque intentaba ser comprensivo, no podía evitar molestarse. Quizás porque sentía que esos recuerdos implicaban una crítica velada hacia la escuela en la que él mismo trabajaba con tanto esfuerzo.
Con el tiempo, Laura empezó a evitar el tema, sabiendo que era una fuente de conflicto. Sin embargo, no podía borrar de su mente los momentos felices que había pasado en sus anteriores escuelas. Sabía que Santiago tenía razón en que debía aprender a vivir en su nueva realidad, pero también sabía que los recuerdos eran una parte de ella que no podía simplemente ignorar.Así, entre la nostalgia por el pasado y la necesidad de adaptarse al presente, Laura siguió adelante, tratando de encontrar un equilibrio entre lo que había sido y lo que ahora debía ser. Y aunque la relación con Santiago se mantenía fuerte, ambos sabían que había temas que, por ahora, era mejor dejar en el pasado.