Cruce de Caminos

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Laura observó su nueva casa con un suspiro, una mezcla de emoción y ansiedad en su pecho. La mudanza había sido rápida, impulsada por la necesidad de adaptarse a la situación de su padre. Apenas tuvieron tiempo para asimilar el cambio antes de que la realidad los golpeara. Laura sabía que no podía quedarse quieta, así que, tan pronto como pudo, comenzó a buscar una escuela donde pudiera terminar la preparatoria.
La institución que eligió no solo era cercana, sino que también parecía acogedora. Fue ahí donde conoció a Nicolás, un profesor atento, amable y caballeroso que, sin dudarlo, se ofreció a darle un tour por la nueva colonia. Laura aceptó su oferta con una mezcla de gratitud y curiosidad. El recorrido le permitió familiarizarse con su entorno, conocer su nueva escuela y presentarse a otros profesores.
Emocionada por el descubrimiento, Laura decidió compartir su experiencia con Santiago. Durante una pausa en sus actividades, le envió un mensaje breve pero entusiasta: "Conocí a un profesor llamado Nicolás. Es muy amable y me ayudó a conocer la colonia. Me enseñó dónde están las tiendas, los parques, jincluso la escuela!"

La respuesta de Santiago no tardó en llegar, pero no era lo que Laura esperaba. "Mucha amabilidad... algo quiere, y no es amistad," leyó en la pantalla. Laura sintió cómo su estómago se tensaba, incrédula ante el comentario. ¿Por qué Santiago diría algo así? ¿No confiaba en su capacidad para discernir las No pudo quedarse callada. Le respondió rápidamente, sus dedos golpeando el teclado con firmeza: "¿Acaso no me conoces? ¿Por qué haces ese tipo de comentarios tan fuera de lugar?"

La respuesta de Santiago fue casi inmediata: "Tienes razón, lo siento." A pesar de la disculpa, la incomodidad quedó flotando en el aire, y ambos dejaron de hablar por unos días, un silencio que nunca antes habían experimentado.intenciones de los demás?
Sin embargo, cualquier malestar quedó en segundo plano cuando, a mediados de julio, el padre de Laura sufrió un infarto cerebral. La noticia fue un golpe devastador para ella. Sentía que su mundo se desmoronaba, y no sabía cómo enfrentarlo. Pero, en medio de su dolor, Santiago se puso en contacto con ella. No importaba lo ocupado que estuviera, siempre encontraba tiempo para mandarle un mensaje, incluso si solo era para decir: "Estoy ocupado, pero dime, en cuanto pueda te contesto."

Esos mensajes, aunque cortos, eran un ancla para Laura. Saber que Santiago estaba ahí, aunque fuera a distancia, le daba una sensación de consuelo. Con el tiempo, el estado de su padre mejoró lo suficiente como para ser dado de alta, pero quedó en un estado delicado. La familia decidió regresar a su antigua casa, lo que también significó que Laura volvería a su preparatoria anterior.
El regreso fue un tanto agridulce. Volver a ver a sus antiguos compañeros y docentes fue reconfortante, pero había un cambio significativo: la profesora con la que Santiago había tenido un conflicto en su primer año ahora estaba a cargo de su grupo. Laura no podía creerlo. El simple hecho de pensar en tener que lidiar con esa mujer todos los días hacía que su estómago se revolviera de coraje.

Pero Laura había cambiado. Los últimos meses la habían hecho más resiliente. Aunque estaba furiosa, sabía que debía mantener la calma y no dejar que esa situación afectara su rendimiento. Tenía metas claras, y no permitiría que nadie, ni siquiera aquella profesora, se interpusiera en su camino.
A medida que los días pasaban, el contacto con Santiago se fue normalizando. La tensión por el comentario de Nicolás se disipó lentamente, y Laura comenzó a sentir que su relación con Santiago se fortalecía aún más. Él continuaba apoyándola, recordándole que, a pesar de todo, no estaba sola en su lucha. Y eso, pensaba Laura, era más que suficiente para seguir adelante, sin importar los obstáculos que se presentaran.

"Aulas de silencio"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora