**Capítulo 7: Silencios compartidos**

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➳En el silencio compartido de la cafetería, el sonido de la lluvia se convirtió en una especie de telón de fondo, casi como si fuera un elemento más de esa conexión tangible entre dos almas perdidas que, por fin, se habían encontrado. Cada gota que golpeaba el cristal parecía acariciar los sentimientos que ambos llevaban dentro, esas emociones que rara vez se pronuncian en voz alta.

Estar presente, sin la necesidad de llenar el espacio con palabras vacías o impostar alegrías pasajeras, de alguna manera, resultaba más poderoso que cualquier diálogo forzado. Jimin no necesitaba decir nada, y tampoco ella. Lo que más brillaba en ese instante era la simplicidad con la que ambos habían aceptado compartir un pequeño fragmento de sus vidas, en el que no había exigencias ni expectativas, solo la calma de saber que, aunque tenue, una chispa única había encendido en medio del letargo habitual de la rutina diaria.

Sus corazones encontraron eco en el uno al otro, no en promesas sueltas para el futuro, sino en el reconocimiento simple de que el presente era valioso por sí mismo, y que, por un momento, ya no había huellas de soledad en las sombras que los acompañaban.

La intimidad creada por la presencia compartida no necesitaba ser más que lo que ya era: honesta, sin sobrecargas emocionales ni pretensiones de ser algo más. Y tal vez, solo tal vez, eso era lo que hacía que todo se sintiera tan surrealista y tan real, simultáneamente.

De repente, las luces cálidas de la cafetería parecieron brillar con una intensidad especial, revelando los reflejos dorados en el cabello de Jimin y acentuando la ternura en su mirada. No era la chispa de una conquista ni la embestida de una pasión avasalladora; era algo añejo, como el vino que mejora con el tiempo: era la promesa no pronunciada de alguien que había decidido mantenerse firme, aún cuando el viento arreciara.

Una sonrisa pequeña, casi imperceptible, se dibujó en sus labios, una que no tardó en ser devuelta por ella. El reloj siguió su marcha, pero en ese rincón del mundo, las manillas parecieron agacharse bajo el peso de una historia que recién empezaba a escribirse, con tinta delicada y lenta, esa clase de historia que no importa si se olvida, porque lo esencial ya ha sido grabado en su piel.

Después de unos momentos, Jimin apartó la vista del libro y cerró los ojos, como quien saborea una nota suave al final de una canción, esas notas que no necesitan explosiones para dejar huella. Ella, en cambio, permitió que sus ojos permanecerán en él un segundo más, permitiéndose grabar la imagen en su memoria.

El mundo seguía afuera, impávido y probablemente indiferente a la magia que esas cuatro paredes sostenían en su interior. Pero no importaba. La certeza que ambos compartían, más allá de las palabras, era que en ese rincón de la ciudad, en esa pequeña burbuja de tiempo detenido, finalmente, habían encontrado la paz. Y la comprensión de que, a veces, lo que menos se pide es lo que más se necesita.

En esa pequeña cafetería, el tiempo parecía haberse detenido, como si el universo hubiera decidido pausar su incesante marcha, permitiéndoles a T/N y a Jimin sumergirse en un oasis de tranquilidad. El lugar, con su atmósfera cálida y acogedora, se había convertido en un templo sagrado donde las ansiedades cotidianas no tenían cabida. Las paredes, impregnadas de historias no contadas y de momentos como aquel, fueron testigos silenciosos de la conexión sutil que se tejía entre ellos.

El marcador, dejado casualmente en el libro por Jimin, que por cierto, siempre dejaba ese pequeño marcador en una página distinta, que tal acto significaba una nueva historia por contar, no era solo una herramienta para recordar una página; era una declaración silenciosa de algo más profundo, un gesto cargado de significados ocultos. En ese simple acto, se cifraba la promesa de algo que podía crecer con el tiempo, la posibilidad de que sus caminos, ahora entrelazados, siguieran encontrando unión en libros, canciones, cafés y lluvias compartidas.

Ambos conversaron con el lenguaje del silencio, un idioma que pocos logran entender, ese que no necesita de voces ni palabras explícitas para comunicar lo que realmente importa. Las miradas entre ellos eran suficientes, los gestos pequeños eran monumentales en ese contexto. Todo encajaba en un lugar exacto, como si fuera inevitable que ambos terminaran allí, juntos, en medio de la lluvia.

Caminando entre esas gotas que resbalaban por el vidrio empañado, T/N comprendió que la conexión que sentía no necesitaba definiciones ni etiquetas. No había prisa, no había urgencia por plasmarlo con palabras definitorias; simplemente era, existía, y eso ya la llenaba de calidez. El peso que había llevado dentro de su pecho durante tanto tiempo, las dudas, las inseguridades, parecía haberse disipado un poco, permitiendo que la esperanza emergiera en su lugar.

Jimin, por su parte, mientras veían la lluvia juntos a través del cristal, sentía cómo una paz indescriptible se había asentado en los pliegues de su ser. No era la primera vez que visitaba esa cafetería, pero por primera vez había encontrado algo que superaba la simple búsqueda de refugio del mundo exterior. Mientras levantaba la vista y veía el reflejo de ella en la ventana, supo que esos momentos, por pequeños que fueran, tenían el poder de cambiar algo dentro de ambos.

Sus almas fatigadas habían hallado un rincón para descansar, para sentir un poco de ese calor humano que tantas veces habían anhelado en silencio. Tal vez no era necesario entenderlo todo, tal vez lo mejor sería seguir volviendo a ese rincón donde, sin prisa, habían comenzado a escribir un capítulo nuevo, no solo en el libro entre sus manos, sino también en sus vidas.

Mientras la lluvia se detenía y el cielo volvía a abrirse, ambos sabían que dicho capítulo seguiría por mucho tiempo. Y aunque ese día pudiera perderse entre la rutina y la cotidianidad, el marcador -ese pequeño fragmento de un momento compartido- siempre serviría como un recordatorio de que en medio del caos cotidiano, habían encontrado, aunque fuera por un breve instante, un lugar donde simplemente podían ser. Y eso, en sí mismo, ya lo era todo.➳

~𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝐿𝑢𝑛𝑖𝑡𝑎𝑠... 𝑅𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑒𝑛 지민 𝑙𝑜𝑣𝑒!

~𝐽𝑖𝑚𝑖𝑛~ 𝐿𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎 𝐼𝑛𝑣𝑖𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora