**Capítulo 11: La Herida Superficial**

4 4 0
                                    

➳El sendero hacia la cascada no era técnicamente difícil, pero aún presentaba algunas complicaciones; rocas sueltas y raíces sobresalientes que pedían atención en cada paso. Quizás por eso no viste la raíz que se tendía justo delante de ti en ese momento. Tu pie tropezó y perdiste el equilibrio, cayendo de rodillas al suelo con un golpe seco. El dolor fue inmediato, punzante, y notaste cómo el mundo se frenaba por un instante mientras intentabas procesar lo que acababa de ocurrir.

Antes de que pudieras reaccionar, escuchaste un rápido crujido de hojas y un par de manos cálidas que te rodearon. Era Jimin, quien se había dado la vuelta y, al verte caer, había corrido hacia ti con preocupación escrita en cada línea de su expresión.

- ¿Estás bien? -preguntó, su voz grave teñida de una suavidad que apenas habías escuchado hasta entonces. Su rostro estaba tan cerca del tuyo que podías ver el destello de inquietud en sus ojos.

No querías preocuparlo y, haciendo un esfuerzo por contener tu mueca de dolor, intentaste sonreír, pero el gesto fracasó. Al mirar la rodilla, ambos pudieron ver un pequeño rasguño, pero la sangre que había comenzado a brotar le dio a la situación un aire de urgencia.

-Quédate quieta, -ordenó suave pero firmemente mientras sacaba un pequeño botiquín que había llevado en su mochila, precavido como siempre.

Tocó tu pierna con un delicado cuidado, notando cómo tus músculos se tensaban bajo sus dedos. Apenas podías evitar la creciente timidez que se apoderaba de ti al sentir tanta cercanía, tanta atención en un solo punto de tu cuerpo. Tal vez él también lo notó, porque sus movimientos se volvieron aún más lentos, casi reverentes, mientras limpiaba la herida. La situación parecía haberse transformado en algo que ninguno de los dos esperaba.

-Esto va a doler un poco, -advirtió con gentileza, acercando un pedazo de algodón saturado de desinfectante.

Hizaste una pequeña mueca cuando el alcohol hizo contacto, pero el dolor se desvaneció rápidamente al sentir la mano de Jimin sostener la tuya, un apoyo silencioso que decía más de lo que cualquiera de los dos se atrevía a poner en palabras en ese momento.

-Lo siento si te lastimé -murmuró, manteniendo su atención fija en el vendaje que ahora envolvía tu rodilla. Mientras aseguraba cuidadosamente la cinta adhesiva, su mirada se desvió hacia la tuya.

-No, en absoluto. Estoy bien -respondiste, tratando de devolver la sonrisa, pero tus labios se curvaron hacia arriba algo torpemente, sintiendo el calor en tus mejillas.

Se sentó a tu lado una vez que terminó de vendar la herida, sin apartarse, sin decir nada por un momento. Ambos miraron los árboles que se agitaban suavemente con el viento, dejando algunas hojas caer como si el propio bosque estuviera ofreciendo consuelo. El sonido tranquilo de la cascada en el fondo hizo que la escena pareciera aún más apartada de todo lo demás, creando una burbuja donde sólo existían ustedes dos.

-Gracias, Jimin -murmuraste, rompiendo finalmente el silencio.

Él simplemente asintió, pero no se movió. Tu corazón latía con fuerza mientras sentías su proximidad de nuevo, y en algún lugar profundo sabías que este encuentro, aunque accidental, había creado algo nuevo entre ustedes.

Se giró lentamente hacia ti, y de repente sus ojos quedaron atrapados con los tuyos, como si cada fibra de su ser intentara decir algo que las palabras no podían abarcar. El mundo pareció detenerse una vez más, y en ese instante, sentiste la brisa cálida del atardecer entre los árboles. Todo lo demás parecía lejano, apenas un murmullo de fondo.

-Prometo cuidar de ti siempre -dijo en un susurro, su voz apenas audible. Era más un pacto con él mismo que una promesa para ti, pero aun así, aquellas palabras se quedaron suspendidas en el aire, resonando en tu mente y en tu corazón. Sin embargo, notabas la ternura genuina que impregnaba cada sílaba, lo que hizo que te sintieras no solo segura, sino también profundamente conectada con él.

Tu corazón dio un vuelco al escuchar esa promesa tan sincera, y antes de que pudieras evitarlo, una emoción cálida se apoderó de ti, expandiéndose desde donde sus manos habían tocado la tuya hasta cada rincón de tu ser. Estabas aquí, con Jimin, compartiendo un momento tan íntimo que parecía que el resto del mundo desaparecía a vuestro alrededor.

Ambos permanecieron así, sumidos en su pequeño universo compartido, donde el tiempo parecía alargarse y estirarse en contra del sentido común. Sabías que este día, marcado por un incidente pequeño pero significativo, quedaría entrelazado a la historia que estaban construyendo juntos. En el futuro, cuando pensaran en este campamento, recordarían la rodilla herida, pero sobre todo, recordarían la promesa no dicha, y la nueva certeza que había surgido en ese momento.

Finalmente, cuando el canto de los pájaros disminuyó con los últimos rayos del sol, Jimin te ayudó a levantarte, manteniendo su brazo firme alrededor de ti, reconfortante. Ambos caminaron de vuelta al campamento en un silencioso entendimiento, sus cuerpos sutilmente inclinándose uno al otro, como si compartieran un secreto que el resto del mundo nunca podría entrever.

Sabías que, tras esa herida superficial, había algo más profundo, algo que se había sanado sin necesidad de medicamentos ni vendajes. Al llegar a las tiendas de campaña, tus ojos se cruzaron con los suyos una última vez antes de separarse, y sin necesidad de palabras, ambos supieron que ese día quedaría grabado como otro eslabón en la cadena que lentamente los unía, más allá de cualquier herida, más allá de cualquier cicatriz.➳

~𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑙𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝐿𝑢𝑛𝑖𝑡𝑎𝑠... 𝑅𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑒𝑛 지민 𝑙𝑜𝑣𝑒!

~𝐽𝑖𝑚𝑖𝑛~ 𝐿𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎 𝐼𝑛𝑣𝑖𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora