||Capitulo 4°||

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Neville salió por el orificio del retrato, dispuesto a buscar a Charlie. No sabía ni de qué año era, solo quería pasar tiempo con su "amigo", si se le podía llamar así.

Se apresuró a llegar al Gran Comedor, evadiendo a cada persona que se cruzaba por su camino. Una vez allí, pasó la mirada por la mesa de Hufflepuff. La observó unos minutos, pero no encontro ni rastro del chico.

Tomó valor y se acercó a un miembro de la casa del tejón.

―Hola... disculpe. ¿Has visto a Charlie? ―preguntó con voz temblorosa.

―¿Charlie? ¿El alumno de primero? ¡Ah, sí! Está cumpliendo un castigo de Snape ―contestó el alumno, aparentemente de cuarto.

El corazón de Neville comenzó a latir con fuerza. Una serie de preguntas lo invadió. Pero no podía ser cierto. No, de seguro habría hecho explotar un caldero o algo por el estilo. No podía tener nada ver con su relación con el profesor de pociones.

Charlie había sido el único que se le había acercado en la última semana. Quizás para él fue una charla normal, una que no significaba nada. Pero Neville sintió cierto apego hacia el Hufflepuff.

Salió del Gran Comedor dando grandes zancadas. Caminó por los pasillos que lo llevarían a las mazmorras, donde se encontraba el despacho de Snape... Pensando en qué iba a decir una vez allí, sin darse cuenta de que estaba frente a la puerta.

Respiró profundamente, agarró el llamador y lo golpeó contra la puerta. Escuchó como del otro lado se acercaban las fuertes pisadas de una persona, que rápidamente reconoció como las de Snape.

El picaporte giró y dejó ver la figura de un hombre alto, con pelo que caía como dos cortinas. El profesor najó la mirada y observó a Neville.

―¿Qué sucede? ―preguntó con frialdad el maestro.

―¿Está aquí Charlie, señor?

―Así es.

Neville se estiró para alcanzar a ver el interior de la habitación: al fondo, un escritorio de madera en el que se encontraba sentado el Hufflepuff de espaldas a él. El muchacho tragó saliva.

―Si, bien... La profesora Sprout lo busca ―soltó Neville.

Snape se mostró indiferente ante esa información.

―El señor Evergreen se encuentra cumpliendo un castigo ―hizo una pausa ―. Pero Sprout ya estaba informada.

―Lo que sucede es que...

Las ideas se le habían agotado.

―Si fuera tan amable de retirarse, se lo agradecería, Longbottom.

―¡Están en el invernadero! ―exclamó el Gryffindor,

―¿Disculpe?

―Lo que quiero decir es que la profesora Sprout y sus alumnos están realizando una tarea que no se puede aplazar. Y le pide si por favor no le puede dejar a Charlie ir ―Neville no daba crédito a sus propias palabras.

―Evergreen, puede irse ―dijo volteando al interior de su despacho.

El Hufflepuff reconoció sus cosas y se marchó.

Caminaron en silencio durante unos metros. Quería asegurarse de que Snape no los escuchara. Además, Neville no sabía qué decir, pues había agotado todas sus palabras en la charla con el profesor.

―¿Es cierto lo de Sprout? ―inquirió Charlie.

—No —confesó Neville.

El silencio abundaba en los pasillos. El sonido de los pasos bajos ellos resonaban contra el piso.

―Gracias por sacarme de allí.

―No fue nada.

El uniformado amarillo se paró en seco. Neville avanzó unos pasos más, pero también se detuvo. Charlie lo estaba viendo.

―¿Olvidaste algo? ―preguntó el Gryffindor.

―No, nada de eso. Solo que dice "No fue nada" como si realmente lo creyeras. Fue muy valiente de tu parte ir hasta el despacho de Snape.

Neville se sonrojó. No estaba acostumbrado a que reconocieran sus méritos. Generalmente, cada vez que conseguía uno (aunque no era tan frecuente) le exigían otro. Pero que una vez lo hicieron se sintió tan bien...

Algo en él le decía que Charlie si era una amistad verdadera, como la que tenían Ron y Harry, Dean y Seamus. Pero tal vez solo era su imaginación haciéndole creer cosas que no eran. No quería sentirme decepcionado, por lo que prefería no esperar nada.

Fue entonces cuando la voz de Charlie lo hizo volver al mundo.

—¿Neville? ¿Estás bien?

―Sí, sí... Solo no desayuné.

―Vamos al Gran Comedor entonces. Si nos apresuramos podemos llegar a comer algo.

El Gryffindor se redujo a asentir con la cabeza. No quería decir algo que estropeara todo.

Llegaron al salón y se sentaron en la mesa de Hufflepuff. Había quedado algo de comida. Charlie le pasó una tostada a su amigo de otra casa y éste la aceptó. El uniformado amarillo comenzó a sacarle charla, pues notó el poco humor del muchacho. Rápidamente logró provocarle una sonrisa a Neville, quien se sintió más cómodo y empezó a hablar también.

Después de un rato, una voz detrás de ellos llamó a Charlie:

―¡Ey, Charlie! ¿Quieres venir a estudiar con nosotros?

El muchacho vaciló un momento. Le echó una mirada a Neville, quien en seguida volvió a asentir.

―Nos vemos más tarde ―dijo levantándose de la mesa.

―Bien.

El Gryffindor siguió con la mirada a su amigo, hasta que desapareció por detrás de la puerta. Volvía a estar solo. Siempre volvía a estar solo... Se sentía culpable por pensar eso, pues Charlie últimamente estaba siempre con él, y no estaba reconociéndolo. Pero no podía evitarlo.

Decidió que era momento de volver a su sala común, el Gran Comedor cada vez se vaciaba más. Caminó por los pasillos, observando como todos los alumnos a su alrededor paseaban con alguien, menos él. Mirando al suelo, para no seguir pensando en ello, dobló por las esquinas, casi por instinto.

―Contraseña.

Neville levantó la cabeza: se encontraba en frente del retrato de la Dama Gorda.

―Ah, cierto. Sapo saltarín.

El retrato se corrió y dejó ver un orificio en la pared. Pasó por él. Permaneció quito en la puerta, mirando sus alrededores. Fue entonces cuando notó a Harry y Ron bajando apresuradamente las escaleras del dormitorio y dirigiéndose junto a Hermione, quien se encontraba en unas butacas frente al fuego.

Fue junto a ellos. Estaban susurrando cosas que Neville no alcanzaba a oír, y sobre la mesa había una montaña de libros. Se callaron al notar la presencia del chico.

―¡Neville, hola! ―exclamó Hermione.

―Hola, ¿qué hacen?

―Repasando tarea de herbología ―contestó Ron un tanto nervioso.

―Puedo ayudarlos si quieren.

―Así está bien ―lo interrumpió Harry ―. Ya nos íbamos.

―Entiendo ―murmuró Neville apesadumbrado.

Acto seguido, los tres amigos juntaron sus cosas y se marcharon.

Neville subió hasta su dormitorio y se acostó en su cama, intentando pasar el tiempo de la manera más rápida posible. Sintió como sus parpados le pesaban cada vez más, hasta que no lo pudo mantenerlos abiertos y cayó dormido.

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Mike: NADIE FUE OBLIGADO A ESCRIBIR ESTE CAPÍTULO (ayuda). Holaaa, esta es la primera vez que hablamos, espero les guste el capítulo. No sé ni qué hice. Perdón por la tardanza. Pero bueno, síganos en redes!!!!!

Solo Una Generación de Distancia || Severus Snape x Neville LongbottonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora