||Capitulo 8°||

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Pasó la clase de Defensa Contra Las Artes Oscuras, su pierna temblando de arriba a bajo con su mente concentrada en la ansiedad que lo consumía por comer un solo error. Todos en ese colegio eran consientes de que el matrimonio Longbottom fueron uno de los mejores aurores de toda la historia, luego de que los Potter ocuparan su lugar por su hijo que sobrevivió. 

A veces Neville se moría de envidia por ese simple hecho. ¿Cómo no estarlo? Un niño que creció sin saber nada del mundo mágico, llega a los once años para hacer temblar todo el colegio, incluso profesores con solo la mención de su apellido. 

Lo torturaba cada noche ese pensamiento. No solamente la suerte de Harry. Si no todos los que lo rodeaban siempre  parecían mejor que él aun que literalmente haya crecido entre magos. 
Necesitaba ser reconocido por profesores, aurores, al menos su abuela quien esperaba que fuera incluso mejor. 

Su propio lugar seguro, su hogar, siempre estaba infectados de los recuerdos de los gritos de la mujer mayor, de su llanto en solitario, pero con las sonrisas cálidas y galletitas calentitas que siempre le preparaba esa misma señora juzgona. 

No sabía que era capaz de odiar y amar tanto a alguien. 
Pero con los años se daría cuenta de que tendría dos personas así en su vida. 

Una vez terminada la clase de DCAO, salió en busca, pese a todo pensamiento lógico, en busca del profesor Snape. Era una de las pocas materias que tenía la nota demasiado baja, si bien podía ver por que. Se rehusaba a permitirlo. No soportaría otra sesión de gritos de parte de su abuela solo por un seis. 
No esperaba ser como Hermione, pero necesitaba tener una nota lo suficientemente alta para no decepcionar lo único que le quedaba de sus padres, su apellido.

Tocó la puerta del despacho del profesor en cuestión, esperando poder tener alguna manera de subir su nota. 

―Pase, y no sea ruidoso, alumno. 

Neville entro al escuchar la orden, simplemente con el nerviosismo consumiéndolo. No quería estar cara a cara con ese profesor terrorífico. 

―¿Que necesita joven Longbottom?― Habló de nuevo, otra vez con esa voz extrañamente calmada. No cruel o fria como lo era con otros alumnos. 

A Severus simplemente la culpa lo mataba cada vez que miraba al niño a esos ojos verdes amables que compartía con la que alguna vez fue la esperanza que lo mantuvo sonriendo durante toda su infancia. 
Era un mortifago, claro. Pero lo era con la intencion de mantener vivo a lo unico que quedaba de su pelirroja, a su hijo que odiaba cada fibra de su ser. 
Y realmente su pensamiento fue desde ese día en 1980 y en el intervalo de esos once años que nunca volvería sentir ese tipo de calor dulce hasta que cayó ese niño de alma pura en su oficina. 

Lo hizo simplemente incapaz de decirle que no a esa carita temerosa pese a diferencia que tenía con su primer amor. 

―Me preguntaba... ¿Podría ayudarme con algo? ―Pidió en un susurro suave, con su voz incluso temerosa. ―Necesito subir mi nota en su materia. 

Snape hizo un gesto con la mano, indicando que se acercara. 
Odiaba esos ojos que adornaban su rostro, pero su mente no le permitia huir de esa comparacion. 
Si había ayudado a Lily durante tantos años en su estadía en Hogwarts, podría ayudar a ese dulce estudiante al menos una vez... o dos... o tres... 

Los pensamientos de Severus lo golpearon por un momento. Por la barba de Merlín, era un niño más entre sus estudiantes. Pero tenía ese lazo rojo atado a su pecho que simplemente lo mantenía tan cautivado y levemente encantado por ese chico en particular. 
Por sus salones habían pasado niñas pelirrojas. Tan valientes y hábiles lo había sido su Lily en algun momento. 
Pero ninguna tenía esa vista dulce y amable que tenía el Longbottom en especial.  A todas le faltaba ese aspecto que hacia que en ese Gryffin sea tan especial y nada juzgador. 

No sabía como, posiblemente ni él ni el niño eran consientes de como llegaron a ese resultado, pero poco a poco comenzó a ser una rutina. Cada viernes, luego de su clase de DCAO, Neville venía a su oficina con la esperanza de ser un poco mejor para sus clases con  el resto de sus compañeros. 
Ambos introvertidos por decir menos, las conversaciones nunca eran demasiado personales. Si empezaron a saber pequeños datos casuales sobre el otro, pero tan nulos que los guardaban como si fuera oro. 

A Snape la culpa de ver esos ojos iguales de la mujer que ama y murió en sus brazos, pese a sus rezos con el Innombrable de que dañara a toda la gente que quiera, pero que no toque a lo que lo mantuvo atado a la felicidad durante tantos años. 

Durante una de sus sesiones, el calor del agua hirviendo le llegó al rostro y al resto de si mismo. Inconscientemente se arremangó la camisa del uniforme rojo y durado, concentrado en la poción en el caldero que por primera vez era mucho mejor de lo que esperaba. 
Alzó la cabeza del liquido de color cuando dejo de escuchar las ordenes frias del profesor, confundido por decir menos. 
Pensaba que lo estaba haciendo bien, no entendía por que el cambio. 

―Su brazo... joven Longbottom.― Murmuró el profesor con la serenidad alejándose de su tono. 

Neville bajó la vista a sus brazos, las pequeñas quemaduras en sus extremidades lo adornaba. Por inercia se los volvió a tapar de inmediato. Odiaba cuando sin querer mostraba las heridas que ella había dejado. 
Ya eran viejas, el no veía el sentido de tenerles preocupación. La señora mayor había dejado de marcar su piel con sus cigarros cuando sus pulmones dejaron de funcionar bien por culpa de esos objetos humeantes. 
Y estaba mejorando, o eso le gustaba creer al niño. Tenía la esperanza de que mantendría la racha de que no le levante la mano, y que esa mujer pese a todo el daño le hizo en su momento. 

―Gracias por marcarlo. Perdona por esto. ―Respondio con la respuesta normalizada de sus citarices viejas. Ya no le temía a las reacciones, todos asumían que era solamente por su torpeza en su vida cotidiana. Nadie hoy en día pensaba en quemaduras eran por culpa de la única mujer que lo cuido sin ningun precio. 

En cambio, los ojos de Severus temblaban un poco de la ira... y un deje de posesividad. 
¿Cómo podría alguien dañar a un alma pura como la de ese chico?


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T-Rex: HELLno mother's fuckers. He vuelto mierdas. Perdonen por desaparecer y dejarlos solos con la taradas de mis sirvien- digo, compañeras.

Solo Una Generación de Distancia || Severus Snape x Neville LongbottonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora