Prologo

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Hace muchos años, un pequeño enamorado perdió a quien podría haber jurado que sería su compañera de vida, a causa de un terrible asesinato a mano del Señor Tenebroso.

Este, ahora un hombre mayor, en la espera de un sentimiento parecido aunque pensara que sería imposible, encontró al pequeño de alma tan dulce y pura como la de su amada. Pero esta vez, convertida en un estudiante para la mala suerte de lo que alguna vez eligió como moral.

Esta historia comienza en el primer año del menor, en la pequeña fiesta de selección de casas.

Neville avanza hasta el sombrero al ser llamado, este se acercó tembloroso al banquillo designado, justo debajo del Sombrero Seleccionador.

     El sombrero, luego de unos minutos de discutir silenciosamente con Neville insistía que no lo metiera en una casa de gran significado. El objeto, ignorando sus súplicas sin sonido grita:

-¡¡GRYFFINDOR!!

El pequeño niño, se fue a su mesa, aún medio tembloroso. Los ojos del profesor se voltearon sin importancia.

Neville, se sentó junto a los de su mismo curso. Rápidamente cayó bien entre sus compañeros de Casa. La curiosidad se apodero de Severus en ese momento, si bien siempre lo negaría, algo en ese niño tembloroso le llamó más atención de la que apostaba que el chico hubiera querido de su parte.


°||-----||°

Con la penumbra que llenó el lugar después de que los alumnos de primer año fueron llevados a sus nuevas Casas respectivas, Neville salió con todo el sigilo que pudo de su cuarto. 

Su ranita se había perdido, otra vez, y prefirió ir a buscarla en su solitario que seguir molestando más a sus mayores e iguales. 

No quería ser más una carga.

En silencio caminó por los pasillos y atravesó esas escaleras inestables. El castillo, para la mala suerte de su cobardía, goteaba de terror. Él podría haber jurado que podía escuchar a los fantasmas y cuadros, que siempre estaban parloteando y discutiendo entre sí, respirando aunque carecieran de esa capacidad. 

-¡Trevor! -gritó en un susurro tratando de localizar a su miserable ranita- Van a matarme por tu culpa. -Siguió murmurando mientras andaba por los pasillos mirando hacia el suelo, tratando de visualizar algo similar a su mascota.

Y como la mala suerte lo perseguía, se chocó con una de las personas más temidas de Hogwarts.

Neville retrocedió unos pasos al sentir el pequeño empujón que generó la inercia del golpe para evitar caerse... y para rehusar conflictos. 

Los ojos del profesor representante de Slytherin miraron fríamente al niño por un momento. Pero la intriga resurgió de inmediato al ver la mirada brillante y amable del niño frente a suyo. Incapaz de mantener la vista llena de rechazo ante el recuerdo de la persona que alguna vez amó, sus ojos se ablandaron de una manera casi inmediata ante ello. 

-Alumno. ¿Qué hace aquí a tales horas de la noche? - preguntó con la frialdad goteando de su tono. 

Neville, tensándose de inmediato ante las palabras del profesor más temerario de Hogwarts, se enderezó. En un intento fracasado de actuar con más calma de la que tenía. 

-Señor... Perdí a mi ranita Trevor, ¿podría ayudarme a encontrar? - murmuró, si bien con debilidad, lo suficientemente fuerte para que el profesor lo escuche. - ¿Y a encontrar mi Sala Común? Es que me perdí.  

El profesor se vio teniendo un conflicto interno al no poder evitar comparar al niño frente suyo con Lily. Siempre se había prometido no tener ningún tipo de favoritismo hacia los Gryffindor. Ser siempre hostil ante aquellos de la Casa que le habían arruinado tanto de su vida. 
A su amada, su reputación, su vida, su trabajo. Le había causado tanto tormento. Años de bullying y dolor por aquellas bromas "inocentes" que tanto le gastaron. 

-All Right. - Se decidió por fin, pese a la contradicción de su moral. Severus antes de poder agregar mas a su comentario vio a la rana a lo lejos, y ante la bellísima idea de no tener que pasar más tiempo con el recuerdo de Lily, gritó sin dudarlo un:- ¡ Accio rana!

Movió su varita un poco para que en vez que la rana llegó a su mano le de completamente lleno en el pecho del niño, quien tomo su animal con cuidado para que no caiga pese al golpe que recibió.

Los ojos del profesor volvieron a subir y bajar por el cuerpo del niño. No entendería por que esa persona tan miedosa, tan temblorosa, le recordará a la mujer valiente y audaz que una vez conoció. 

Se giró e hizo un gesto con la mano para que el niño lo siguiera, cosa que sin dudarlo obedeció para evitar cualquier tipo de conflicto. Snape no se molestó en verificar si el lo seguía. Sabía que no tendría que.
 Era demasiado obvio por los pasitos nerviosos detrás de el. 

Neville intentó seguirle el paso, pero el profesor avanzaba sin tener en cuenta las piernas cortas del niño. Cuando llegaron a las escaleras y ambos pusieron un pie en ella cambió de lugar casi por inercia. Los dos se agarraron de las barandas que eran lo único que evitaban que cayeran al interminable vacío que era Hogwarts. 

Severus maldijo para sus adentros, odiándose por no haberlo anticipado. Volvió a caminar, teniendo que girar para otro lado, obligados a tomar el camino largo y andar por esas paredes frías que pintaban el Colegio de Magia y Hechicería.   

Neville en cambio se sintió cada vez más intimidado. Los muros de piedra parecían inclinarse hacia el. Pareciera como si murmuraban entre ellos sobre el, sobre como podía haber entrado a Gryffindor siendo tan cobarde. Los pisos fríos aún se atreves de sus zapatillas, llenos de soledad a la compañía que tenía al frente. 

Y esa persona era quien era la cereza del pastel para su terror. 
Su cuerpo alto y culto. Siempre serio e incluso brusco a veces. Como no se preocupaba por sus alrededores o por el. Como caminaba con la cabeza en alto e incluso maldecía a la oscuridad como si no fuera nada.

O quizás maldecía estar atrapado con un niño con sus cualidades en el laberinto que eran los pasillos. Nunca lo sabríamos.

No pudo evitar sentir una punzada de admiración ante eso. La indiferencia con la enfrentaba ese miedo que tan profundo estaba enterrado en Neville: el abandono.  
Él solo siguió confiando en la guía que proponía su profesor al no tener una mejor opción y al estar tan sumergido en la energía que el hombre mayor le daba.

°||-----||°

Embobado por ello, solo frenó cuando el señor frente a el lo hizo de manera brusca. 

-Buenas noches. - zanjó con frialdad dejando ver a un lado el retrato de la Dama Gorda. Lo que Snape estaba haciendo en ese momento era más bien dicho huir que despedirse.
Simplemente no soportaba la idea de que el fantasma de su amada este en el cuerpo de ese, justamente, niño.

Solo Una Generación de Distancia || Severus Snape x Neville LongbottonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora