Caminos cruzados.

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Thomas, un niño de 11 años, fue a una fiesta y allí le robarom su reloj. Entonces sale afuera y se encuentró a su hermano mayor, Oliver de 15 años. Él y su hermano volvierom adentro, allí Oliver le dijo al chico que le devolviera el reloj a su hermano, pero este se negó y lo empujó.

En ese momento uno de los chicos que había en la fiesta le dijo que se lo devolviera.

Pero justo el chico fue apartado y ahí estaba una chica. La chica miró al chico y los dos se pusieron a dar vueltas.

-Vaya, Olsen hace mucho que no te veo. Me han dicho que has vuelto a recaer en las drogas, ¿es verdad?-dijo el chico a modo de burla.

Entonces la chica en un momento rápido cogió al chico del cuello de la camisa y le empotró la espalda en una mesa.

-Este reloj le pertenece a mi hermano.-dijo la chica.

Después se lo quitó y lo empujó al suelo.

-Puede que este drogada, pero sigo sabiendo pelear.-dijo la chica.

Después de eso le da el reloj a su hermano y se marchó, pero un chico de la fiesta la empezó a seguir.

-¿Sabes que te estás arruinando la vida? ¿Por qué lo haces?-preguntó el chico.

-No sabes nada de mi vida.-dijo la chica.

Después de eso la chica se metió a un bar.

El chico observó como sacaba una bolsa donde había cocaína en polvo, la sacó y después la inhaló por la nariz.

El chico se acercó a ella.

-Vamos, déjame ayudarte. -dijo el chico intentando ayudar.

-No necesito tu ayuda ni la de nadie. -contestó la chica que se empezaba a notar que estaba colocada.

-¿Cuántos años tienes?- preguntó el chico.

-No te incumbe.-dijo la chica mientras volvía a inhalar la cocaína.

El chico la miró con lástima.

-¿Quieres probar?-preguntó la chica.

-No, gracias.-dijo el chico.

La chica iba tan colocada que al levantarse se mareó y casi se cayó si no fuera porque el chico la agarró.

-No estás bien.-dijo el chico.

-Claro que lo estoy.-dijo la chica mientras se reía.

-¿Te llamas Olsen verdad?-preguntó el chico.

-Olsen es mi apellido. No me gusta que me llamen por mi nombre.-dijo la chica mientras se reía.

-Yo me llamo Pau.-dijo el chico

-¿Quieres un aplauso?-preguntó Olsen irónicamente.

Eso hizo que Pau soltara una carcajada.

De repente un chico silbó a Olsen y eso hizo que se molestara.

-¿Por qué me silbas? No soy un perro.-dijo Olsen.

Al chico se le esfumó la sonrisa de inmediato.

-Olsen vete ya, es muy tarde.-dijo la camarera.

-Pero me lo estoy pasando bien.-dijo Olsen.

-¿Puedes llevarla a casa? Por favor.-le preguntó la camarera a Pau.

Pau accedió, la camarera le dio la dirección del piso de Olsen.

-Vamos, Olsen.-dijo Pau mientras ayudaba a la chica a levantarse.

Olsen estaba tan mareada que no podía caminar casi, la cabeza le Olsen daba vueltas y veía borroso.

Así que Pau decidió cogerla en brazos y la montó en su coche.

Después de eso Pau la llevó a su piso, mientras la ayudaba a caminar. Después Pau cogió las llaves del bolso de Olsen y abrió la puerta del piso.

Pau observó el piso, pero no por mucho tiempo.

A Olsen debido a la droga le empezó a sangrar la nariz, Pau cogió un pañuelo y detuvo la hemorragia.

Después de eso Pau llevó a Olsen a su cuarto y la tumbó en la cama.

Pau la tapó y cerró la puerta del dormitorio. Pero antes de irse comprobó que Olsen estaba dormida. Una vez que se aseguró de que Olsen estaba dormida se marchó de ese piso.

Pasó una semana y Pau no había vuelto a ver a Olsen.

Un día por la noche Pau decidió dar un paseo y se acercó al bar donde la otra noche estuvo Olsen. Pero esa vez no estaba allí.

Sin embargo siguió caminando y allí estaba ella, sentada en un escalón y al lado había un gato callejero que estaba bebiendo leche de un cuenco que le había dado Olsen.

-¿Qué eres un acosador o algo por el estilo?-preguntó Olsen.

-Que yo sepa no.-dijo Pau con una sonrisa.

Olsen iba un poco drogada, pero no tanto como la anterior noche.

-Hoy estás un poco más sobria que la última vez que nos vimos.-dijo Pau para romper el silencio.

-Si me drogara todos los días como ese día ya estaría muerta.-dijo Olsen.

-¿Por qué?-preguntó Pau.

-¿Por qué que?-preguntó Olsen.

-¿Por qué lo haces?-preguntó Pau.

-Porque se siente bien, es como si todo lo malo del mundo se fuera.-contestó Olsen.

-Debe haber algo peor para que empezaras a drogarte, pero supongo que no me lo dirás.-dijo Pau.

-Estás en lo cierto Sherlock Holmes.-dijo Olsen.

Después de eso Olsen sacó una bolsa.

-¿Qué es eso?-preguntó Pau.

-Pienso para gatos.-dijo Olsen.

Olsen se lo dio al gato que parecía hambriento.

Después de comer el gato se acercó a Olsen como dándole las gracias y se fue.

Olsen se levantó para marcharse a su casa.

-Buenas noches Olsen.-dijo Pau.

-Buenas noches Pau.-dijo Olsen mirando por última vez a Pau.

Un ángel y una adicta en la oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora