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Tras el terror inicial Chad se mantiene en silencio 

— Siéntate — pide el rector y el rubio asiente buscando hacerlo rápido — Estás buscando muchos problemas, pero dejemos de lado tu beca — el rector está de pie frente el ventanal — Es enorme, pero no ilumina mucho — dice inconforme y enciende las luces, con un pequeño control

— Mucho mejor — afirma, al tomar asiento en su enorme silla de piel, el joven traga nervioso lleno de dudas, sin embargo, el rector acomoda sus lentes de grueso marco rojo — En realidad te llame para hablar de mi sobrino — dice tranquilamente, tensando aún más al rubio

— Pero no pienses mal, ayer no tuvimos tiempo de hablar, ya íbamos atrasados para una cena de la compañía de mi padre, aun así, seré directo — explica el rector con mirada firme — Sé que eres el asistente del entrenador Clover a pedido de tu padre, ambos me llamaron para informarme, preocupados de que interfiriera con tu beca, y por supuesto no lo hace, no obstante, me he enterado que Nigel intenta alejarte de tus obligaciones — su actitud es más paternal que como un consejero escolar, alentando y presionando al rubio

— Escucha Chad, eres buen estudiante y tienes un gran futuro ante ti, aunque sin duda debes esforzarte para conseguirlo, pero Nigel es diferente, él sabe que tarde o temprano heredará la compañía de su abuelo, y no le preocupa hacer algo más que divertirse, se cambió de escuela como un capricho que mi hermano permitió, así que te aconsejo que solo ayudes en el equipo de tu padre, sin llevar una amistad con Nigel, me entiendes ¿verdad? — la gruesa voz del hombre es de un claro regaño

El intento de una sugerencia que a Chad le suena más como amenaza — Sí, señor — responde sincero, y preocupado

— No lo tomes personal, yo mismo no lo hago — el rector parece consciente de la inquietud del chico — Pero sería difícil para ambos encontrarte en una mala situación, académicamente hablando — e insiste, serio, se levanta y Chad puede sentir su mirada, fija — Nigel es mi sobrino, lo quiero y todo, pero soy consciente de que tan lejos han llegado sus caprichos, en cambio, tú has buscado toda tu vida ser un buen estudiante e hijo ¿Porque tirarlo solo por jugar con unos niños? — pregunta suavemente, caminando hasta el rubio, deteniéndose a su espalda, tomando sus hombros

— La vida es más que divertirse, tómalo como un consejo — concluye el adulto, Chad esta inmóvil, puede oírlo mucho más jovial, pero eso no lo tranquiliza, siente la presión sobre sus hombros, la sonrisa del mayor y más que nada su mirada — ¿No crees? —

— Sí, señor — contesta Dickson de inmediato

La puerta se abre repentinamente y el rector voltea disgustado — Buenos días Padre — saludan los niños que entran

Chad se relaja un poco aunque igual le resultan inusuales, por decir lo menos, son cinco niños, tres varones y dos chicas de diferentes alturas, color de piel e incluso tono de cabello, pero todos visten uniformes del Saint Claire, el pretencioso colegio del Este, y justo por eso logra reconocer al molesto chiquillo de la otra noche

— ¿Les di permiso de entrar? — reclama el estricto adulto, su voz retumba e incluso el universitario se asusta

— Lo sentimos, Padre — se disculpan los niños retrocediendo atemorizados, lo hacen tan al unísono que parece irreal, espeluznante

— Eso es todo — el rector lo despide volviendo a su lugar

Dickson está confundido y asiente torpemente al levantarse — Gracias, señor — se despide del rector, aun incómodo de verlo, este asiente levemente, recuperando ese aire serio, estricto mientras el joven va rápidamente a la puerta, aunque nota al niño rubio, este avanza seguido de sus hermanos , dejándole poco espacio para pasar, siendo claro que es apropósito

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